Tiene 22 años y era un estudiante ejemplar. El año pasado volvía de cazar un ciervo y el subjefe de Policía de Pilcaniyeu comenzó a seguirlo en su patrulla. Hubo un tiroteo y el joven baleó al oficial.
El asesinato de un subcomisario a manos del hijo de una familia ganadera por la disputa de un ciervo, convulsionó a Bariloche. Jairo Raúl Maripi Paillalef (22), fue condenado a 20 años de cárcel por matar con un rifle de caza al oficial Aníbal Alonso (44), quien se desempeñaba como jefe de Policía de Pilcaniyeu, localidad rionegrina donde ocurrió el crimen en abril del año pasado.
El fallo de la Cámara Segunda del Crimen fue recibido con gritos de rechazo de los familiares de la víctima, que exigían una pena mayor que se reclamó incluso desde el más alto nivel político provincial: “Queremos que el culpable se pudra en la cárcel muchos años”, había dicho el gobernador de Río Negro, Alberto Weretilneck, antes de que se conociesen las pruebas.
Los allegados al imputado –un integrante de una familia de clase media alta de Bariloche y Pilcaniyeu– también rechazaron el fallo por considerar que el joven actuó “en defensa propia” y no tuvo intenciones de asesinar al policía.
“Yo no quería matarlo; estaba muy oscuro, no se veía nada, mi intensión era disparar a la camioneta, asustarlo y salir corriendo”, le aseguró Maripi Paillalef a Clarín.
El caso estuvo envuelto en polémica desde mucho antes de que el tribunal compuesto por los jueces Silvia Baquero Lazcano, César Lanfranchi y Héctor Leguizamón Pondal sentenciara a este joven. En realidad, el entredicho se dio desde el momento en que el oficial Alonso cayó al suelo con una herida del tamaño de una taza de té en el costado derecho del tórax, producto del disparo de la carabina Remington 1874 de Maripi Paillalef.
El caso comenzó con la caza de un ciervo, animal cuya carne es muy preciada en el circuito gastronómico local. La noche del 16 de abril del año pasado, el policía perseguía en su patrulla al Renault 12 en el que Maripi Paillalef llevaba al animal, desde la entrada de Pilcaniyeu hasta la puerta de la casa de los padres del joven. Una versión sostiene que la persecución incluyó el tiroteo. Otra indica que los disparos ocurrieron llegando a la finca, donde Alonso cayó muerto.
Para la Policía, se trató de un intento de “requisa” de un auto particular al que el ocupante respondió a los tiros.
Pero para la defensa del joven, el policía quería parte del botín.
Según esta hipótesis, el subcomisario quería participar del lucrativo negocio de la venta de carne de ciervo y por eso “apretaba” a Maripi Paillalef, considerado uno de los mejores cazadores de la zona. El joven le contó a Clarín que dos meses antes del crimen el policía lo llamó varias veces para exigirle que le vendiera carne de ciervo a 10 pesos el kilo, cuando el valor de mercado era de 25 pesos. Según fuentes del caso, cada fin de semana, el joven condenado ahora a 20 años de cárcel, cazaba entre 3 y 5 ciervos.
Estos animales pesan de 40 a 80 kilos. “Creo que podría ser por ese tema, para revender la carne, no estoy seguro de porqué llegó a esos extremos”, le aseguró Maripi Paillalef a Clarín. El joven también dijo que Alonso lo amenazó con “plantarle” un arma si no accedía a su pedido.
El defensor oficial, Juan Pablo Laurence, pidió entonces la absolución alegando legítima defensa. Pero el Fiscal de Cámara, Enrique Sánchez Gavier, y el abogado querellante, Mario Altuna, coincidieron con la versión policial: Maripi Paillalef huyó del subcomisario por llevar un ciervo producto de una captura furtiva y, finalmente, el joven le disparó al policía. Siguiendo la tesis oficial, Alonso respondió al ataque y, con un tiro que le dejó una enorme herida en el torso, alcanzó a gatillar 6 veces. Esta conclusión fue el argumento con que se condenó al cazador.
Las pericias probaron que Alonso no había seguido el protocolo policial –persiguió al cazador furtivo con la sirena apagada y sin pedir refuerzos–, conducta que la defensa tachó de sospechosa. Algunos de los testigos aseguraron también que escucharon disparar primero al subcomisario y luego al cazador. Pero los peritos no pudieron establecer cómo fue la secuencia.
Maripi Paillalef tampoco tenía antecedentes policiales y sus conocidos cuentan que tiene talento para las matemáticas. El joven fue abanderado en el secundario y pese a su detención continuó la carrera de Administración de Empresas en la Universidad Fasta, en Bariloche, con un régimen especial.
En Pilcaniyeu, en tanto, se comentó desde un principio una tercera versión: el ciervo que desencadenó todo era del subcomisario: él lo cazó y por algún motivo lo dejó en el campo. El joven pasó y se lo llevó, dicen. Pero Maripi Paillalef negó a Clarín la veracidad de esta secuencia.
Fuente: Clarín