Vélez le hizo temblar los cimientos a Independiente
Avellaneda sufrió dos goleadas en la misma fecha, con Independiente y con el 4-0 de Tigre a Racing
Un implacable Pratto, autor de dos goles, un gol olímpico de Rolón y otro de Romero, le permitieron al equipo del Turu Flores conseguir su tercera victoria consecutiva y seguir como único e inalcanzable puntero del torneo.
Suele haber diferencias entre un equipo formado y uno en formación. Marcadas. Determinantes. La teoría, generalmente, se refleja en la practica. A saber… 1) El oficio para saber ocupar los espacios y ocuparlos; 2) El oportunismo para entender los tiempos del juego; 3) Mayor seguridad y precisión. Básicamente, éstas son las diferencias entre Vélez e Independiente.
El equipo del Turu Flores (anoche estuvo en la platea; había sido expulsado en la fecha anterior), desde los primeros minutos, sabía dónde tenía que jugar el partido, por dónde lastimar, qué hacer. Mientras que el local, sumó un desacierto tras otro, quedó atrapado en histerias, no se le cayó ni una sola idea, expuso su peor versión. Por todo eso, el 0-4, mismo resultado que padeció Racing (es la primera vez que pierden por ese resultado en la misma fecha), fue un golpazo tremendo. De esos que pueden hacer caer a cualquiera…
Fue de menor a mayor Vélez. No tanto en el juego. Sí en llegadas. Fabián Cubero asistió a Leonardo Rolón, pero el volante remató defectuosamente. Luego, Lucas Pratto (¿Se llevó la pelota con la mano?) sacó un latigazo seco, abajo, que se encontró con el salvador guante izquierdo de Diego Rodríguez.
Otra más de Rolón: Pratto lo habilitó y nuevamente no hubo acierto en la definición. Por enésima vez, Villalba quedó pagando y Víctor Cuesta expuesto. Pero, una vez más, Rolón no tuvo puntería dentro del área chica.
Esta clarísimo que Independiente todavía no sacó el nuevo documento. Sin identidad anda el equipo de Jorge Almirón. Tiene la saludable intención de jugar al fútbol. Sí. Pero no le alcanza para nada. Le falta maduración. El único que logra destacarse es Mancuello. Hoy es el emblema. Con sacrificio, y con no mucho más. Desde la pierna zurda del mediocampista, llegaron las dos jugadas más “peligrosas”. En una probó desde afuera y se encontró con los reflejos del arquero Sosa; en la otra, no pudo corregir un centro de Villalba.
Con ese oficio que lo caracteriza, Vélez pegó oportunamente. Ni los plateístas se habían acomodado en sus asientos, cuando Pratto, quien recibió un pase frontal de Cubero, definió por debajo del cuerpo del Ruso Rodríguez. El que esta vez miró la espalda del delantero fue el juevenil Nicolás Figal…
A esa altura, Almirón, en el entretiempo, había intentando cambiar. Pero, con la inclusión de Matías Pisano (por Gómez) y Francisco Pizzini (por un intrascendente Rolfi Montenegro; el dibujo del equipo mutó a un 4-4-2), nada cambió. En realidad, se potenciaron las posturas de cada uno.
Vélez se plantó bien en el medio e Independiente jamás encontró los caminos para llegar con claridad. Cada contra de la vista tenía olor a gol. La defensa era un tembladeral y del medio para arriba totalmente inofensivo.
El segundo de Vélez se gestó en la misma zona que el primero. Y tuvo al mismo autor: Pratto, el más destacado. Y llegó el tercero, olímpico. Rolón, quien había fallado varias claras, desde el córner, colgó un golazo con complicidad de Rodríguez. Y Lucas Romero, tras una fantástica corrida en diagonal, decretó el 4 a 0. Un resultado de esos que duelen, que dejan huella.
Fuente: Clarín