Detienen a un adolescente acusado de un triple crimen
Una historia de celos, codicia y desamparo. Los asesinatos ocurrieron en Mar del Plata hace poco más de dos meses. Las víctimas fueron un hombre, su pareja y un hijo de ella. El sospechoso es el hijo de él, que pedía adelantar una herencia.
Fueron los celos, el dinero y cierta sensación de desamparo. El muchacho no toleraba que su padre, viudo desde hacía dos años, se hubiera juntado con otra mujer. Discutieron varias veces por eso. Enojado, en febrero pasado el adolescente se fue de Mar del Plata y se radicó en Tierra del Fuego. Pero en septiembre regresó, sin avisarle a nadie. Llegó en un vuelo de LADE a las siete de la tarde, se encontró con un amigo que le prestó una moto y se cree que alguien le proveyó un arma.
“Estaba decidido” , contó una fuente del caso. Menos de tres horas después de su arribo, fue a la casa de su padre (era masajista y estaba prácticamente ciego) y, de acuerdo a lo que anunció ahora la investigación judicial y policial, lo asesinó a balazos a él y a su mujer. También al hijo de ella , un chico de 21 años.
Cuando dos días después fue descubierto el triple crimen, Facundo Danilo Peralta, de 19 años, consolaba a sus hermanos. Después del sepelio, volvió a Río Grande, donde vive junto a su novia y donde fue detenido este fin de semana. Los investigadores dicen tener pruebas certeras para imputarle el triple crimen.
El muchacho se había ido muy enojado de Mar del Plata, según contaron algunos testigos. El era quien le llevaba la agenda a su padre, el masajista Eduardo Peralta (55), el que atendía el teléfono y organizaba los turnos. Hizo ese trabajo hasta que Pilar Piedrabuena (52) se mudó a la casa familiar. Entonces decidió irse.
En Tierra del Fuego trabajaba en una concesionaria de autos, pero en septiembre pidió una semana de licencia. El primer día, el jueves 23 de ese mes, llegó a Mar del Plata. Parte de lo que ocurrió esa noche lo contó ayer el fiscal Mariano Moyano, que en base a los resultados de cruces telefónicos y declaraciones testimoniales pidió la detención del muchacho. Una comisión de policías marplatenses lo detuvo el sábado en la casa que alquila en Obligado al 1200, en Río Grande.
El fiscal le imputa los agravantes del vínculo y alevosía: asegura que Facundo mató a su padre por la espalda, mientras estaba sentado en el sillón del living de su casa, en Catamarca casi Alberti de Mar del Plata. Le disparó a la cabeza. La reconstrucción de los investigadores indica que “inmediatamente fue a buscar a la mujer”. A Pilar Piedrabuena la encontró en un pasillo y le disparó al pecho.
Esa noche los había ido a visitar Sergio Neiman, de 21 años, hijo de la mujer. Estaba en la cocina y habría intentado cubrirse, pero Peralta le acertó tres disparos en el abdomen . “Al joven lo mató para procurar su impunidad”, supuso un investigador. Es que Neiman, esa noche, había ido a cenar con su madre.
El triple homicidio fue descubierto dos días después. Los primeros en preocuparse fueron los pacientes del masajista y luego los amigos de Neiman: el sábado era su cumpleaños y no fue a la fiesta que había organizado. Alguien forzó la persiana del frente de la casa y vio por una hendija el cuerpo de Eduardo Peralta, ensangrentado. El arma, una pistola 9 milímetros, no fue encontrada.
Pilar Pedrabuena había conocido a Peralta en una sesión de masajes. Ella había sufrido un accidente andando en bicicleta y había tenido que abandonar los trabajos de limpieza que hacía en una librería. El era viudo (su esposa había fallecido hacía dos años) y ella era separada. Ella tenía dos hijos, Federico y Sergio, quienes aprobaron la relación.
Facundo discutía con su padre por el adelanto de una herencia de su abuela, internada en un geriátrico, que él se negaba a darle. También le habría dicho que iba a desheredarlo. Desde la adolescencia Eduardo Peralta veía con un solo ojo y últimamente estaba perdiendo la visión del otro. Pronto quedaría ciego. Dos meses antes le había comprado un coche cero kilómetro a su mujer, aprendió a manejar rápidamente tomando un curso. Se cree que pudo ser el detonante de los celos de su hijo.
Fuente: Clarín