
El nombramiento de Jorge Capitanich va en línea con una transición política en la cual la Presidenta actúe cerca de la «liga de los gobernadores». Al mismo tiempo, parece imponerse el «ala radicalizada» dentro del equipo económico y se intensifican rumores de desdoblamiento cambiario. Lo que viene.
Los cambios de Gabinete anunciados el día del regreso de Cristina Kirchner ¿implican una rectificación de sus políticas o una «profundización del modelo»?
Esa es la pregunta que todo el ámbito político y económico está tratando de analizar.
Para los analistas que habían apostado a unacontinuidad absoluta, habrá elementos como para afirmar que hay un intento de renovación. Tal vez, hasta un reconocimiento de una necesidad de responder a un pedido de cambio que venía implícito en el mensaje de las urnas.
Por el contrario, para quienes reclamaban un viraje radical en la gestión de la economía -con un ataque decidido a la inflación y una respuesta a la acelerada pérdida de reservas- las modificaciones sonarán a «más de lo mismo».
Lo cierto es que la respuesta está entre los dos extremos. Los cambios de nombres en el Gabinete suponen el reconocimiento del inicio de una nueva etapa política. Sobre todo para una Presidenta que hasta ahora siempre había interpretado los relevos de ministros como una señal de debilidad.
Aunque también es cierto que muchos de los funcionarios nombrados implican unaratificación de las políticas más cuestionadas.
En definitiva, Cristina regresa con una mezcla de señales de continuidad y cambio al mismo tiempo.
La parte del cambio parece más bien ligada a la política; la de la profundización, a laeconomía.
Una nueva etapa política… con posible «delfín»
Una de las principales especulaciones, previas a la elección legislativa, era cómo continuaría Cristina durante sus últimos dos años de gestión, luego del fuerte revés electoral.
Y, ante la situación de eventual debilidad política derivada de esa derrota, una de las posibilidades señaladas por los analistas era que la Presidenta accediera a una apertura paracompartir el poder con la llamada «liga de los gobernadores».
En este sentido, la medida que generaba más expectativa era el nombramiento de un nuevo jefe de Gabinete, que cumpliera el rol de articulador en esa nueva relación.
«Cuando uno mira los gobiernos anteriores, que terminaron muy complicados -y algunos ni siquiera pudieron completar el plazo previsto- justifica plantearse la cuestión de lagobernabilidad para los próximos dos años», advertía Sergio Berensztein, director de la consultora Poliarquía.
Desde su punto de vista, en esta nueva etapa los protagonistas serán los vértices de «un triángulo no amoroso»: Cristina, los gobernadores y los intendentes.
«Si Cristina se radicaliza y la situación económica empeora, en ese escenario quienes tienenmás chances de ganar políticamente son los intendentes. Y los gobernadores, que tratan de garantizar la gobernabilidad, van a decir ‘esto no me conviene'», apunta Berensztein.
Y agrega: «Hay que recordar que ellos tienen mucha influencia en el Congreso. Y si Cristina opta por la radicalización puede quedar muy sola, porque los gobernadores querrán diferenciarse de ella».
Este análisis parece ratificarse con la salida de Juan Manuel Abal Medina, visto siempre como un funcionario Cristina-dependiente y sin peso político ni electoral propio.
En contraste, el ingreso del chaqueño Jorge Capitanich implica un perfil muy diferente.
Es que no sólo se trata de un gobernador que acaba de ganar en su provincia, sino también uneventual postulante a la presidencia por el espacio oficialista que pueda contar con labendición de Cristina.
Ello implica que tendrá un margen del que Abal Medina no disponía como para poder tomar decisiones y hacer de interlocutor con el resto del sistema político.
«Con Capitanich ingresa un peso-pesado y se le advierte a Scioli que hay otro presidenciable en el podio», observa el analista Jorge Asís.
El nombramiento de Capitanich hasta generó imprevistos elogios, como el del jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, quien destacó la «probada capacidad de gestión» del chaqueño.
También Felipe Solá, hoy uno de los principales dirigentes del sector liderado por Sergio Massa, fue auspicioso: «Por su pasado y experiencia como primer jefe Gabinete con Duhalde, Capitanich tendría que demostrar que puede salir del dogmatismo y abrir el diálogo».
Marcó del Pont, víctima de internas
El otro cambio importante es el alejamiento de Mercedes Marcó del Pont del Banco Central.
La ahora ex funcionaria no será recordada precisamente por haber hecho la mejor gestión: durante los cuatro años en los que estuvo al frente de la autoridad monetaria, se generó unfuerte atraso cambiario, con una muy elevada fuga de capitales y una acelerada caída de las reservas.
Pero, sobre todo, fue el período en el que el Banco Central perdió definitivamente su margen de autonomía para asistir -con pesos y con dólares- las necesidades generadas por los problemas de caja en el fisco.
Sería apresurado afirmar que la llegada de Juan Carlos Fábrega implica un reconocimiento oficial a la necesidad de atacar la inflación, pero supone al menos cierta intención de mejorar el perfil.
«Es un cambio alentador. Fábrega es un hombre valioso, con criterio, sensato, que me parece va a aportar algo mejor. La verdad es que el Central estaba mirando cómo los dólares se le iban», analiza Alberto Fernández, ex jefe de Gabinete de Cristina.
En tanto, Ricardo Delgado, uno de los principales asesores económicos de Sergio Massa, advierte que «si el Gobierno sigue con la pérdida de reservas, la política entonces tiene que ser otra. Uno debería pensar que tienen que venir ideas distintas, teniendo en cuenta que estamos en la peor salida de dólares del Central desde el año 2001″.
También hay lugar para los análisis sobre luchas internas que dejaron «ganadores y perdedores».
«Había una vieja disputa entre Axel Kicillof y Marcó del Pont, y el anuncio de la llegada de Fábrega viene a resolver esa situación«, observa Gabriel Caamaño Gómez, economista jefe de la consultora Ledesma.
¿Se viene el desdoblamiento?
La parte donde el mercado interpreta una profundización de las políticas económicas es el nombramiento de Kicillof como ministro de Economía.
El primer motivo es, naturalmente, que el anuncio no implica un cambio real sino que viene a«blanquear» lo que ocurría de hecho: que él era quien en la práctica venía dando los principales lineamientos de política económica mientras Hernán Lorenzino se concentraba en la renegociación de la deuda.
La duda es si, ahora con el respaldo explícito de la Presidenta, Kicillof podrá llevar adelante suvieja aspiración de un desdoblamiento cambiario.
Ése es, sin dudas, el gran tema del momento, ya que hay unanimidad respecto de la urgencia por remediar la pérdida de reservas.
Para Caamaño Gómez, avanzar por este camino no arreglaría el problema de fondo: «Seguiría la lógica que se maneja actualmente, de ajustar sin ajustar».
De todas maneras, persisten las dudas sobre si Cristina -que en su momento aseguró que nunca habría un desdoblamiento- dará el aval político para avanzar con una medida de este tipo.
«Siempre pensé que se negarían a un desdoblamiento formal, con dólar financiero, comercial, turista, como se hacía en los años ’80. Es una señal política complicada porque remite a las recetas de aquella época«, afirma Delgado.
Otros interpretan que el nombramiento de Kicillof puede implicar una derrota del «ala moderada» en el equipo económico del Gobierno.
«Segunda muerte de la sintonía fina», es el contundente diagnóstico de Eduardo Levy Yeyati, director de la consultora Elypsis.
En definitiva, los antecedentes de Kicillof llevan a los analistas a suponer una profundización del intervencionismo estatal en la economía.
Y algunos aprovecharon para pasar viejas facturas, como el ex titular del Central, Martín Redrado, quien calificó al nuevo ministro como el responsable del deterioro ocurrido en el sistema energético y de la necesidad de aplicación de las reservas para la importación de combustible.
El gran ausente
El otro punto que genera dudas es cómo interpretar la «nueva-vieja» función de Lorenzinocomo negociador de la deuda.
En principio, se abona la teoría de que se pretende hacer un giro «market friendly», en línea con el acercamiento que ya se había iniciado con el Banco Mundial y con el Fondo Monetario Internacional.
La designación de Lorenzino como embajador ante la Unión Europea también va en línea con otro tema que ha generado expectativa: la negociación con el Club de París para que el país empiece a cancelar su deuda de u$s9.000 millones y, de esa forma, mejorar su perfil para tomar crédito.
Finalmente, el otro gran tema de análisis es el nombre que estuvo ausente de los anuncios: el siempre controversial Guillermo Moreno, blanco preferido de las críticas de la oposición y últimamente coleccionista de iniciativas fracasadas, como el Cedin, la SuperCard y el congelamiento de precios.
La sola presencia del polémico funcionario supone, para muchos, todo un escollo ante un eventual intento de cambio en la dirección de la política económica.
Pero mantiene su aureola de «duro», ya que se encarga de poner «cara de perro» ante los empresarios de los que el Gobierno sospecha alguna conducta conspirativa.
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