La Argentina rompió con todas las estadísticas en la semifinal; como visitante, ante España, y con Del Potro y Nalbandia unidos, tendrá la chance de quebrarlas nuevamente.
Todo puede pasar. Argentina-España. Final 2008. De locales y favoritos. Ellos sin Nadal. Nosotros con Nalbandian y Del Potro. Era casi imposible perderla. Pero se hizo todo mal. Se discutió de plata, no se pensó en la gloria, se metió la política en la designación de la sede, chocaron los egos, se preparó mal la serie, se subestimó al rival, se habló de más. Y entonces ocurrió lo impensado. Feliciano López y Fernando Verdasco ganaron tres puntos en Mar del Plata y levantaron la ensaladera. «Nunca más habrá una oportunidad así», fue el comentario más repetido. Nació la antinomia Nalbandian-Del Potro, siguiendo la estela de Vilas-Clerc, Jaite-De la Peña y Gaudio-Coria, cada una en su propia escala. En 2009, imaginarse un equipo con los dos juntos era una quimera.
Modesto Vázquez, reemplazante de Alberto Mancini en la capitanía, no los contó para la fácil serie ante Holanda de local. En Ostrava, reapareció Delpo en el año de su esplendor. Ganó los dos puntos ante los checos (paliza a Berdych el domingo) pero no alcanzó. Sin el lastimado David, no hubo manera de frenar a Stepanek. En 2010, Tito tampoco pudo reunirlos. La muñeca derecha paró a Juan Martín por casi todo el año. El cordobés hizo un safari por Estocolmo, fue Miguel Ángel en Moscú y se puso el traje de héroe en sendos quintos puntos. «Que Del Potro aprenda lo que es jugar por el país», dijeron los «davidistas» de calle, radio e Internet en la estúpida y futbolera exacerbación de la rivalidad.
En Lyon, Francia presentó un equipazo con Monfils, Llodra y Clement. Demasiado bueno para David, Mónaco, Schwank y Zeballos, doblistas en la temporada pasada. La serie terminó con innecesarios reproches del líder al capitán. «Que Nalbandian se dé cuenta de que la Davis se gana en equipo», contraatacaron a modo de revancha los «delpotristas» de café, celular y redes sociales.
El cuadro de 2011 ofreció facilidades. Rumania de local. Con el tandilense metido en el ATP Tour para recuperar el terreno perdido, David dio el presente y arriesgó el físico ante el mediocre Ungur. Le salió carísima la victoria. Estuvo fuera del circuito durante tres meses. En julio, ante Kazakhstán, parecía que había llegado el momento. Ya metido de nuevo en el Top 20, Del Potro estaba disponible. Nalbandian había regresado en la temporada de césped. Pero, otra lesión, en el aductor derecho, lo sacó del equipo. Delpo sólo necesitó jugar el viernes ante Kukushkin. El calendario marcó la semifinal contra Serbia, en Belgrado. El campeón defensor, el mejor del año con una temporada impresionante, otros dos tenistas entre los quince mejores y el número 3 del mundo en dobles.. La estadística desalentaba: la Argentina nunca había podido festejar en una semifinal fuera del país tras seis intentos (1983, 1990, 2002, 2003, 2005, 2010). El local estaba invicto en su historia. Era casi imposible ganarla. Pero en el deporte todo puede pasar. Por eso lo amamos tanto.
Tras siete series como capitán (cuatro de visitante), Vázquez logró incluir en el mismo equipo a los dos indiscutidos. El primer paso para dar el golpe fue ése: contar con los dos mejores, más allá de lo que diga el ranking, mentiroso en ambos casos. Desde Nueva York, llegaron buenas noticias. Nalbandian perdió con Nadal en tercera ronda pero mostró buen nivel e impecable condición física. Del Potro cayó con Simon en la misma instancia pero estuvo competitivo y no defraudó. Mientras tanto, Janko Tipsarevic ofreció su mejor versión, llegó a cuartos y abandonó ante su compatriota y amigo Djokovic. Aterrizó en Belgrado con motivación pero sin la energía que demandaba la serie. Nole reescribió su propio libro. Levantó dos sets y dos match points ante Federer en la semifinal. Y derrotó a Rafa por sexta final consecutiva. Dejó jirones en esa final de lunes (el retraso, otra excelente novedad). La escena con el masajista no fue teatral. No daba más tras el tercer set y arriesgó en el cuarto, tirando lances todo el tiempo. Metió 17 winners en el 6-1 final, más de cuatro juegos. Llegó a su patria el miércoles a la noche, con Copa, resaca, dolor y cansancio. A pesar del anuncio, se sabía que no jugaría el viernes. Entonces, abrió Viktor Troicki, quien sufrió el clínico tenis de Nalbandian. David prepara cada punto como movida de ajedrez. Cada tiro tiene un sentido. A sus casi 30 años, ya no se conforma con meter una más que su rival o contraatacar desde la pureza de sus golpes. Toma la iniciativa para jugar puntos más cortos. Desde el segundo semestre de 2010, está más agresivo con su derecha. Aunque el revés sigue siendo su marca registrada, factura mucho del otro lado. Consiguió 32 tiros ganadores desde ahí. Muy sólido desde el fondo de la cancha, neutralizó el poderío del servicio de Troicki y ganó con autoridad. 1 a 0. De pronto, la serie no era tan imposible.
Luego le tocó a Del Potro. Tipsarevic sólo pudo aguantarle el ritmo durante una hora. El servicio de Juan dictó el tempo. Metió un 69% de primeros y consiguió 26 de sus 42 winners (11 aces) con su saque. Perdió apenas 16 sobre 81 puntos de devolución. Para completar la tarea, agregó paciencia y táctica a su intenso juego de fondo. Varió alturas, direcciones y velocidades, con muy pocas concesiones a su rival. Los «galácticos» (Chela dixit) festejaron su viernes perfecto con un choque de palmas. Difícilmente se conviertan en amigos. Pero lograron convivir respetuosa y responsablemente, mérito que también le corresponde al capitán. El sábado, el Torino y la Chevy también chocaron, contra un monstruo del dobles. Con Troicki como ayudante, Nenad Zimonjic regaló una clase maravillosa de saque, devolución, tiro de aproximación y volea. Dio placer ver a este crack de 35 años. Chelita no defendió su saque ni en el tie break del primer set (perdió sus cuatro puntos) ni en el largo séptimo game del segundo, con Argentina arriba 4-2. Luego también bajó el nivel de Mónaco y no hubo manera de frenar al notable Nenad. El 1-2 obligaba la aparición de Djokovic en la serie.
Tras el triunfo, el equipo serbio se reunió en la habitación de Zimonjic. Nole admitió que le dolían la espalda y la zona intercostal, que no estaba al ciento por ciento y que corría peligro de no terminar el partido. Los cuatro amigos coincidieron en que valía la pena asumir el riesgo. El mejor del mundo jugó un excelente primer set. Metió el 80% de sus primeros servicios con la intención de no sacar dos veces y evitar así más dolor en la zona. Consiguió 15 tiros ganadores con el drive, dibujó drops increíbles y mostró su repertorio de revés. Hizo todo lo posible para ganar ese decisivo y extraordinario primer set. Pero del otro lado estaba el mejor Del Potro. Con un asombroso nivel de concentración, un saque demoledor y, otra vez, un juego de fondo agresivo sin errores no forzados, demostró de qué está hecho este top 5 sin ranking. Y si algo le faltaba fue su actitud de campeón para jugar el segundo set point sobre el saque de Djokovic, tras el increíble fallo en el punto anterior. Provocó el error de Nole y ahí ganó el partido. Dramático y emocionante, el final a puro llanto nos vincula con el fuego sagrado del deporte.
El equipo rompió con las estadísticas (para eso están) y jugará su cuarta instancia decisiva de Copa Davis, la tercera en seis años y a 30 de aquella de Cincinnati 81. No se discutirá de dinero, no habrá rosca en la elección de la sede, no chocarán los egos, no se subestimará al rival y nadie hablará de más. Argentina-España. Final 2011. De visitantes y de punto. Ellos con Nadal, invencible en polvo de ladrillo y con un récord de 18-1 en Davis (perdió en su debut de 2004). Parece casi imposible ganarla. Pero, con Nalbandian y Del Potro, como en Mar del Plata y en Belgrado, todo puede pasar.
Por Juan Pablo Varsky
Fuente: Cancha Llena