La Presidenta inauguró una imactante gigantografía en hierro con el rostro de Evita en el histórico edificio del Ministerio de Obras Públicas de la 9 de Julio, copiado del retrato del Che en la Plaza de la Revolución de Cuba. En un discurso muy peronista, Cristina no se privó de trazar un paralelismo entre la vida de la mujer de Perón y la suya.
«Enfrentarse a los poderosos tiene un precio, defender a los
humildes cuesta caro, y ella pagó con su vida gustosa el precio de
ser recordada para siempre», afirmó Cristina Kirchner, en la inauguración del rostro gigante de Evita soldado a la facaha que da al sur del hitórico edificio de la 9 de Julio que fue sede del Ministerio de Obras Públicas, donde la mujer de Perón insinuó ante millones de trabajadores su renuncia a la candidatura a la vicepresidencia.
El acto que ofreció un despliegue escénico impactante, al estilo de los festejos del Bicentenario, permitió a Cristina emparentarse con Evita, en un discurso que abundó en guiños comparativos, pronunciado a días del ballotage porteño y de las primarias del 15 de agosto, primer desafío electoral directo que enfrenta la presidenta este año.
El discurso buscó claramente consolidar el voto peronista que la acompaña, así como afianzar la adhesión se sectores juveniles, comparando permanentemente a Evita con el Che Guevara, una figura magnética para amlias franjas de jóvenes.
De hecho, Cristina reconoció que copió la idea de soldar la cara de Evita sobre el edificio, cuando vio la imagen del Che en el frente del Ministerio del Interior de Cuba, en la mítica Plaza de la Revolución. Recordó incluso que desde Cuba llamó al secretario General, Oscar Parrilli, y le encargó que pusiera en marcha la iniciativa.
«Cómo es posible que una sociedad rinda homenaje a un hombre que no es de su país y nosotros no lo hagamos con una mujer que significó no sólo el ingreso de la mujer a la política, no sólo la revolución social más importante del país, sino que asumió sin cortapisas la representación del pueblo y de la patria con más pasión y amor que nadie», afirmó.
Y subrayando su intervención directa en la obra realizada por el artista peronista Daniel Santoro y coordinada desde lo logístico por el funcionario Abel Fatala, dijo que eligió la primera imagen que vio de Evita en el libro «La Razón de mi Vida», donde se la ve en su imagen más clásica con un atildado rodete.
«La imagen que conocieron millones de trabajadores», apuntó Cristina y agregó que «la quise mirando al sur, hacia las fábricas desde donde
miles de trabajadores cruzaron el 17 de octubre».
Es que esta imagen da sobre la cara del edificio que está orientada hacia Constitución, mientras que el 26 de agosto se inaugurará sobre la cara que da al Obelisco, la imagen de Evita con el pelo suelto, habitual símbolo de la juventud de los setenta.
Cristina habló sola en un atril ubicado en altura, rodeada por dos palcos en los que se acomodaron Madres de Plaza de Mayo, funcionarios, el líder d ela CGT Hugo Moyano, y hasta el candidato porteño Daniel Filmus.
«Esa mujer, como muchos le decían, desde el fondo de la historia nos enseña que nada se obtiene sin sacrificio», afirmó y ya en tono de campaña pidió que la imagen de Evita sea «símbolo de unidad, que sea el símbolo de superar viejas antinomias y que desde la historia nos enseñe que es necesaria la unidad nacional, la unidad de todos los argentinos para lograr los grandes objetivos».
El acto que incluyó la tradicional «Marcha de antorchas» comenzó con un video sobre la vida de Evita, que falleció el 26 de julio de 1951.
«Fue la Evita hada, dadora de dones y generosa y también la Evita profunda, política, combativa, que se envolvía en la bandera y ofrecía su vida, consumiéndose», recordó Cristina, sin poder ocultar su admiración por la mujer de Perón, que aún hoy sigue siendo el espejo en el que se comparan todas las políticas peronistas.
Fuente: lapoliticaonline.com