Ayer al mediodía, la oficina de prensa del Teatro Colón envió un nuevo comunicado anunciando la suspensión del concierto de ayer de la Filarmónica. Horas después, Pedro Pablo García Caffi, director de la sala, atendía a La Nacion.
– A raíz de lo que está sucediendo, la pregunta obligada es cómo se sale de esta situación.
-Trabajando mucho y tratando de dar respuestas. Lo que pasa es que las respuestas que se puedan dar tienen que ver con la razonabilidad y el problema central es que estamos frente a un grupo de personas que ha perdido todo límite. Por lo tanto, es difícil responder su pregunta. Aún en estas condiciones intentaremos el diálogo, no con las personas que están llevando estas acciones adelante sino con aquellas con las que podamos arribar a un acuerdo.
Sin embargo, ante esa «pérdida de límite», como usted dice, a lo largo del año hubo varios reclamos que fueron judicializados y que tuvieron una respuesta favorable.
-Es relativo. La única presentación judicial que hicieron cuatro personas, y no 400 como usted publicó, nosotros la apelamos; la Cámara nos dio la razón y luego nos impusieron un amparo que nos obligó a que volviera el personal. De los 278 trasladados volvieron 71. Hemos reubicado al personal, y seis o siete de estas personas son las que están provocando todo esto. Por parte nuestra, jamás hemos parado una asamblea. Las hemos organizado con el fin de no parar la producción.
-Máximo Parpagnoli, el delegado de ATE que usted no está nombrando, pero alrededor del cual gira parte de esta conversación, suele decir que no hay diálogo con usted porque se niega a recibirlos.
-Hubo reuniones en las que el señor que usted nombra estuvo presente. El no es el líder de este movimiento, sino que hay tres o cuatro personas que trabajan desde la oscuridad. Todas ellas estuvieron sentadas conmigo. Dicen que no los atiendo, pero es una de las tantas mentiras que ellos publican a diario porque inmediatamente se comunican con los medios y transmiten sus mentiras.
-¿Puede un grupo de seis o siete personas parar un teatro de casi mil empleados?
-Mire: el otro día, no pude cruzar la 9 de Julio porque había 15 personas paradas. Puede. La noche del Gran Abono de Falstaff no había más de 30 personas en el escenario. Las otras personas guardan silencio y, a veces, es más tremendo el silencio de los buenos que el griterío de los malos. Fueron siempre grupos minúsculos, radicalizados y con una fuerte tendencia política los que han parado funciones.
– Si un grupo tan reducido puede parar al Colón, ¿no habla de cierta debilidad por parte de la dirección del teatro?
-Algo de eso hay en el siguiente sentido: todo esto comenzó hace unos dos meses, pero siempre la voluntad fue no salirnos del marco de la conversación y de la mesa de trabajo. Hoy se ve que eso no sirvió porque el combate sin cuartel que llevan adelante requiere acciones diferentes que nunca quisimos tomar. Por lo tanto, y en esto le doy la razón, tengo que cambiar el sistema. En ese cambio habrá que estudiar la manera de que este grupo acepte el diálogo civilizado.
-Cuando habla de aplicar medidas diferentes, ¿a qué se refiere?
-Lo que la ley me indique, porque soy el director general de un bien público.
-¿Cómo sigue la temporada de este año?
-Me gustaría que siga tal cual fue planeada porque, si bien ahora las circunstancias dan la sensación de que todo se ha derrumbado, hemos hecho una temporada que el Teatro Colón no ha visto en años.
-¿Por qué dice que ha hecho una temporada que no se ha visto en años? Si se refiere a los años que el Colón estuvo cerrado, eso me resulta clarísimo.
-Me refiero a las buenas épocas del Teatro Colón en las que han sucedido cosas importantes. En estos seis meses haber tenido una programación operística, una de ballet (que, finalmente, tuvimos que levantar), una de concierto y un ciclo al que volvieron artistas de una singularidad importante es una muestra de por dónde empezamos y hacia dónde queremos ir.
-En ese camino, ¿cómo defiende ante la L egislatura un presupuesto de 185 millones para el año próximo -lo que representaría un aumento de casi el 30 por ciento que, seguramente, no tienen otros organismos de cultura- frente a esta realidad?
-Yo soy el director del teatro; defiendo al teatro y sostengo que lo que necesita el teatro para el año próximo requiere ese presupuesto. Si tenemos un grupo de gente que va a intentar interrumpir, buscaremos la manera de que no lo hagan.
-Después de la foto de la reapertura del 24 de mayo y en contraste con la actual, con una serie de funciones suspendidas, ¿cómo se vive la presión política desde adentro?
-Ayer [por anteayer] he tenido una reunión con el jefe de gobierno, el jefe de Gabinete y el ministro de Hacienda. Se vive con preocupación. La idea era tener un teatro que funcionara a pleno. Respecto al aumento de sueldos, tema que he planteado en diferentes lugares, es algo que no puede proponer el director del teatro, sino que debe tratarse en el marco de una paritaria. El teatro merece un aumento salarial significativo, pero no puedo juzgar los tiempos políticos y gremiales.
-Imagínese un escenario: el 15 de diciembre, cuando los trabajadores elijan a su representante a la mesa de dirección del Ente Autárquico Teatro Colón, Máximo Parpagnoli, unos de los tres candidatos, tiene posibilidades matemáticas de ser elegido. O sea, usted podría terminar decidiendo sobre la realidad del Colón junto a quien categoriza como…Ayúdeme: ¿enemigo?
-No. Diría «adversario». El sistema que utiliza es descabellado, pero si llega al directorio tendría que proponer sus ideas frente a las otras cuatro personas y tendrá que convencernos.
-¿Pensó en renunciar?
-La única manera en que yo renunciaría es si no viera la manera de resolver los problemas. Pero para estos problemas tengo varias soluciones para probar. No es el momento de renunciar porque tengo que demostrar que puedo dejar un teatro en mejor condiciones que las que había cuando entré.
Fuente: La Nación