Pasadas las elecciones, el debate económico se centra en qué puede pasar con el dólar y el delicado equilibrio entre salarios, inflación y competitividad. En esta nota te contamos las tres posibles líneas de acción que puede seguir el Gobierno: la arriesgada, la ortodoxa y la heterodoxa.
A un mundo que se hunde en la incertidumbre y enfrenta los riesgos certeros de entrar en una nueva recesión a escala global, por la incapacidad de Europa de hacer frente a la crisis de su deuda y a los problemas de Estados Unidos para reactivar su alicaída economía y generar más empleo, se suman las dudas, recetas y medidas improvisadas por los países para evitar lo que puede ser un contagio global.
Hacia este contexto mundial se dirige Argentina, una vez superada la incertidumbre electoral. Pero superada la incógnita, inmediatamente surge otra que subyace en el debate económico: ¿qué va a pasar con la Argentina?
Difícil saberlo con precisión, aunque sí hay indicios de peso. La crisis internacional puede hacer caer el precio de los bienes exportados por Argentina, principalmente la soja, erosionando los ingresos del Estado y su capacidad para gastar; sumado al temor de un enfriamiento en Brasil y a la posibilidad, como lo reconoció el propio gobierno de Dilma Rousseff, de que a fin de año el real cotice a 2 por 1 con el dólar. Todo esto, más las tensiones internas como la inflación en dólares, la estabilidad del tipo de cambio y el debilitamiento de los superávit gemelos (fiscal y comercial) hacen que las tensiones se reactiven. Un escenario con «alta inflación y tipo de cambio rezagado no es sustentable», advierten los economistas. Y en el centro de la atención vuelve a ubicarse el dólar.
¿Qué pasará con el tipo de cambio? Es la pregunta que preocupa a las familias, a la hora de pensar en sus ahorros, y a las empresas, por el lado de sus costos. Pero el dólar en la Argentina, se sabe, es mucho más que esto. Es la punta de un iceberg que esconde un delicado equilibrio entre salarios, costos internos e inflación.
Y en este delicado equilibrio, qué puede esperarse. Hay tres direcciones en las que puede avanzar el Gobierno, teniendo en cuenta el contexto interno y el externo que se abre con vistas a fin de este año y el 2012. Estas son:
1- El vía arriesgada: devaluación acentuada con mayores controles de precios y riesgos inflacionarios.
El detonante está en Brasil. El Gobierno del vecino país anunció que el real podría cerrar el año en una relación de 2 x1 con el dólar, lo que marcaría una devaluación del 30% en relación al valor de 1,53 reales por dólar alcanzado en julio de este año. En este contexto, que el principal socio comercial de la Argentina devalúe de forma tan marcada, en un contexto interno en el que la inflación real (del 25% anual) supera en casi diez veces a la devaluación registrada en los últimos tres meses por el peso en relación al dólar (2,4%), alienta fuertemente las presiones devaluatorias a nivel doméstico.
Es este atraso cambiario que evidencia la Argentina (y reclaman los empresarios por el lado de la pérdida de competitividad), el que alienta las presiones y las expectativas de devaluación, lo que ha venido acelerando la fuga de capitales.
Pero lo cierto es que el Gobierno nacional, aunque quisiera, no tiene un amplio margen para devaluar, teniendo en cuenta la acelerada fuga de capitales que se viene registrando y la inflación real que en la Argentina continúa su movimiento en torno al 20% o 25% anual. Es que si lo hace, de forma significativa como lo pide el mercado o lo viene haciendo Brasil, rápidamente el ajuste del tipo de cambio se iría a precios, acelerando más la inflación, y alimentaría mucho más la fuga de capitales, lo que podría repercutir en una caída en los niveles de depósitos bancarios.
Por eso, si finalmente el Gobierno apuesta por una devaluación más fuerte de la que viene registrando el peso, es de esperar que en paralelo se refuercen los controles y acuerdos de precios y posiblemente se apliquen más medidas para limitar la compra de dólares, en un intento por frenar la fuga de capitales.
2- La salida ortodoxa: estancamiento del tipo de cambio pero con enfriamiento de salarios y consumo.
Pero hay otro camino que puede seguir el dólar en la Argentina si el Gobierno fracasa o no considera viable intentar una devaluación del peso más agresiva (Vía arriesgada). Lo que puede hacer es aliviar la pérdida de competitividad no por el lado del tipo de cambio, como sería devaluando, sino enfriando los factores que inciden como es la inflación, la suba de costos internos y los ajustes salariales muy por encima de la evolución del dólar.
Fuente: mdzol.com