Mientras el gobierno asume un discurso progresista de la boca para afuera, la realidad muestra que la represión a los luchadores populares, sigue tan vigente como en la época de la dictadura. Las internas políticas en la provincia norteña, y la hipocresía de una clase dirigente que dice una cosa y hace otra totalmente distinta.
Ni bien asumió la presidencia de la Nación allá por el año 2003, Néstor Kirchner aseguraba a los medios de comunicación que nunca iba “a reprimir o judicializar la protesta social”. Los años pasaron, y la realidad muestra que a las desapariciones de Jorge Julio López y Luciano Arruga, se le sumó la represión a los trabajadores de Kraft, a los vecinos de Andalgalá y Tartagal, entre otros, que terminan por tirar abajo esta máxima kirchnerista que no se ha cumplido en lo más mínimo.
A los hechos enumerados anteriormente, habría que agregarle la tercerización de la represión a través de patotas armadas, tal como se vio en los sucesos acaecidos en el Hospital Francés, en el Garrahan, en Aeronáuticos y en otro tipo de protestas, que terminaron con la vida del militante del Partido Obrero, Mariano Ferreyra el pasado 20 de octubre en manos de una patota avalada por la Unión Ferroviaria de José Pedraza, un histórico aliado de Hugo Moyano y del kirchnerismo desde el 2003.
A poco de la muerte de Mariano, que todavía continúa impune y con los responsables intelectuales sin detener, el miércoles los argentinos asistimos a un espectáculo por demás lamentable, como fue la terrible represión a los indígenas Qom en la provincia de Formosa, organizada por las fuerzas de seguridad del gobernador Gildo Insfrán, un kirchnerista de la primera hora, y que cuenta con el aval total de la Casa Rosada , para hacer y deshacer a su antojo en territorio norteño.
El gobierno nacional, que se ha denominado a sí mismo como “el gobierno de los Derechos Humanos”, no salió a criticar este accionar represivo de las fuerzas de seguridad formoseñas contra un grupo de indígenas que no hacen más que reclamar por lo que les corresponde, que son sus tierras, usurpadas por distintos miembros de la oligarquía local (con amplios lazos con el poder político provincial), y que desde hace tiempo, tanto el gobierno provincial como local, se niegan a devolverlas a sus legítimos dueños.
Gildo Insfrán, fue el primer gobernador que se lanzó de lleno a la candidatura del santacruceño desde la primera hora, ya que desde un comienzo apoyó la candidatura de Néstor Kirchner a la presidencia de la Nación , aún en los momentos en los que todavía no era el candidato apañado por Eduardo Duhalde para competirle a Carlos Menem en las elecciones del 2003.
Cuentan en la provincia norteña, que el gobierno de Insfrán venía preparando en complicidad con las fuerzas policiales y con la anuencia del Ejecutivo nacional, la represión de la Comunidad Indígena la Primavera , que desde hace más de tres meses está cortando la ruta 86 en reclamo de que se le reconozca su derecho a la tierra y otros derechos que amenazan su supervivencia como tales, ante la desidia de los diferentes organismos encargados de darles respuesta a sus reclamos.
Dicen los representantes de los indígenas, que incluso el cuñado del gobernador publicó una solicitada en el diario local “El Comercial”, mediante el cual se ayudaba a preparar la represión que finalmente sucedió, con el saldo aún no esclarecido de muertos (algunos hablan de 10 personas fallecidas), y otro tanto de heridos.
La comunidad indígena fue obligada a tomar la medida extrema de cortar la ruta 86, después de deambular por más de cinco años en busca de soluciones por los despachos oficiales de la provincia y de los organismos nacionales como el INAI (Instituto Nacional de Asuntos Indígenas) sin encontrar eco en sus reclamos, y en la mayoría de los casos, recibir como respuesta la burla de muchos de los funcionarios y empleados de esos organismos.
Uno de los dirigentes indígenas, en estricto off con esta agencia de noticias, aseguró que ellos no son violentos “sino que queremos que de una vez por todas se cumplan las leyes que ya están escritas, y que los gobiernos se encargan de mirar para otro lado a la hora de implementarlas. Queremos que se respete el Convenio 169, la Declaración de Derechos Indígenas de las Naciones Unidas, el artículo 75, la ley de emergencia territorial 26.160” .
“Durante todos estos últimos años, nos hemos cansado de golpear las puertas de los funcionarios públicos, de acudir a reuniones donde se decían cosas y se prometían muchas otras que nunca llegaban a la realidad. Ahora todo estalló porque el gobierno provincial nos provoca una vez tras otra con medidas, como por ejemplo la instalación de un Instituto Universitario en nuestro territorio, no quedándonos otra opción que cortar la ruta y perjudicar al resto de los transeúntes”, aseveró este dirigente indígena.
El discurso kirchnerista que se muestra abierto al diálogo y la no represión, quedó de lado para dar paso al peor de los recursos que tiene la política argentina, como lo es el accionar represivo a través de las balas y la muerte, tal como sucedió esta semana en Formosa y viene sucediendo en otros rincones del país.
A todo esto, hay que agregarle la pelea política interna que vive Formosa entre el gobernador Insfrán, y el vicegobernador Floro Bogado. En estos momentos, la relación entre los miembros del binomio provincial compuesto por Insfrán y Bogado está rota, y pareciera que no hay marcha atrás en la misma. Un dato a tener en cuenta, es que Bogado fue el primer gobernador de la vuelta de la democracia en 1983 y uno de los políticos locales con mayor peso en la provincia.
Si bien el mandatario formoseño tiene el monopolio casi exclusivo del poder provincial, y en estos años que lleva de gestión, ha hecho y deshecho prácticamente a su antojo en la administración norteña, sin dejar de lado su lealtad hacia el matrimonio presidencial. Floro Bogado cuenta en estos momentos con el importante apoyo del ex gobernador Vicente Joga, mientras que el Diputado Nacional Rafael López se mantiene fiel al gobernador Insfrán.
Un dato a tener en cuenta, es que tanto Insfrán, Bogado, López, Joga y por supuesto la senadora nacional Adriana Bortolozzi, provienen del mismo sector del peronismo, y es que todos tienen su pasado en “Guardia de Hierro”, el sector más ortodoxo del pensamiento peronista, y que se denomina a sí mismos como los “guardianes” del pensamiento del fundador del mayor movimiento político de la Argentina en su historia.
Este sector interno del peronismo que tuvo su auge en los años ’70, pero que todavía sigue firme al interior del PJ, ha puesto desde el regreso de la democracia a hoy, a importantes cuadros políticos formados en los ideales más ortodoxos del peronismo y que han tenido puestos claves en todas las administraciones, tanto radicales como peronistas.
Cabría observar también que en el horizonte puede llegar a cumplirse el axioma de Carlos Grosso con respecto a los controvertidos “guardianes”, el mismo decía que “un guardián sólo puede conquistar el mundo, dos juntos en cambio, pueden hacer explotar la galaxia”. Todo un principio que empieza a hacerse realidad en Formosa y que muestra a dos personas disputándose el poder por peleas domésticas, pero a ninguno de ellos sacando los pies fuera del plato del peronismo, sino más bien juntos en lograr en que el PJ siga firme en el poder más allá del 2011.
Pero en Formosa, al igual que lo que sucede en Misiones, los chicos se mueren de hambre y desnutrición, en un país que produce alimentos para más de 400 millones de personas, y que no puede darle de comer a sus casi 40 millones de habitantes.
La hipocresía reinante en la clase dirigente argentina lleva a que no se tomen en cuenta los datos suministrados por distintas asociaciones médicas que residen en el país, que muestran que en la Argentina mueren por día ocho niños a raíz del hambre. El hambre, es una enfermedad que según todos los especialistas consultados por esta agencia de noticias, es perfectamente solucionable si desde el gobierno se implementan medidas rápidas y efectivas para paliar un flagelo que con el correr de los años ha crecido a un ritmo vertiginoso, casi a tanta velocidad como la caída del país.
La situación en los barrios es completamente distinta a como la plantea el gobierno nacional, donde se ve que los números que se obstina en mostrar el Ejecutivo no están acordes a la realidad social del país. Para empezar a crecer y tener confianza en un salida rápida de la crisis que se vive en la actualidad, es necesario que se empiece por reconocer que hay un problema y que hay que darle una pronta solución, sino el futuro será más que complicado para los más de 40 millones de argentinos que esperan vivir en un país lleno de paz, justicia e igualdad para todos.
La clase política argentina no aprende de los errores del pasado y los vuelve a cometer en forma sistemática en la actualidad, creyendo que son intocables y que la falta de memoria que afecta a gran parte de la sociedad argentina los salvará del “escrache” popular y podrán seguir realizando su tarea sin ningún tipo de reclamo por parte de la ciudadanía.
La Argentina se ha sumergido en las últimas décadas en un desgano y un descreimiento de la población hacia las medidas gubernamentales, y quienes tienen la función de gobernar, actúan sobre la marcha, sin previsibilidad, con proclamas que, en el 90% de los casos, terminan siendo meros enunciados sin ninguna factibilidad.
Indicios y datos de una Argentina que no se ve y que muchos sectores del poder quieren ocultar ya que no conviene que se sepan, porque muestran que el país no es lo que ellos intentan mostrar. Una realidad inocultable, que es preciso solucionar para brindarles un país digno a las próximas generaciones de argentinos.
Fuente: agenciacna.com