(AFP) – WASHINGTON — Los ministros de Relaciones Exteriores de la Organización de Estados Americanos (OEA) se disponen este miércoles a readmitir a Honduras tras casi 23 meses de sanción y dar por cerrada así la peor crisis desde la expulsión de Cuba en 1962.
La única incógnita era el voto de Ecuador, que sigue insistiendo en que hay que juzgar a los golpistas hondureños que depusieron a Manuel Zelaya en junio de 2009 y que siguen ocupando cargos en el actual gobierno.
El secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, expresó su esperanza en que se pueda lograr la readmisión por unanimidad, tras asistir al histórico regreso de Zelaya a su país el pasado sábado.
La asamblea extraordinaria de los 33 ministros está programada para las 10h00 locales (14H00 GMT).
Honduras fue suspendida por 33 votos a favor y su propia abstención el 4 de julio de 2009, apenas una semana después del golpe de Estado contra Zelaya. El golpe fue condenado como un retorno al pasado inestable en América Latina.
Luego, Honduras celebró elecciones y el nuevo presidente Porfirio Lobo tomó medidas de reconciliación nacional, como la creación de una comisión para investigar los hechos en torno al golpe de Estado.
La llegada al poder de Lobo empezó a generar un foso entre los que consideraban que las condiciones estaban dadas para el regreso de Honduras, como Estados Unidos, y los que rechabazan esa posibilidad e incluso el reconocimiento del gobierno Lobo, encabezados por Brasil y Venezuela.
La gestión diplomática fue laboriosa y requirió entre otras cosas que la Corte Suprema hondureña desechara todos los cargos pendientes contra Zelaya. El golpe ocurrió el día en que Zelaya intentaba realizar una consulta pública -declarada ilegal por la Justicia y el Congreso- con el fin último de cambiar la Constitución para poder volver a candidatearse como presidente.
Pero fue en especial la mediación directa de Colombia y Venezuela para lograr la reconciliación entre Zelaya y Lobo lo que aceleró el consenso regional.
El reingreso de Honduras permitirá por otro lado a los ministros de Relaciones Exteriores despejar el camino para centrarse en el tema central de su siguiente asamblea anual este próximo fin de semana en San Salvador: la lucha contra el crimen organizado. Los países centroamericanos presentarán un plan de acción para combatir la violencia rampante en la región, para el cual era imprescindible la presencia con pleno derecho de Honduras.
Países como Guatemala o El Salvador aparecen claramente desbordados por la violencia de los cárteles de la droga, coinciden gobiernos y observadores.
América Central necesita la ayuda de la comunidad internacional para esos planes conjuntos.
«Era muchísimo más difícil acompañar una estrategia fuertemente regional cuando uno tenía esta situación lamentable de marginalización de Honduras», explicó el Secretario de Estado Adjunto para América Latina, Arturo Valenzuela, a la AFP recientemente.
La OEA ha sido testigo en los últimos meses de la polarización en América Central y en toda la región.
Desde finales de 2010, el Consejo Permanente de la OEA se ha visto obligado a recurrir a votaciones, algo que no sucedía desde hace 15 años. La negativa de Ecuador a acompañar un retorno por unanimidad de Honduras a la OEA podría provocar otra votación. «No puede ser que un golpe militar quede impune totalmente y, lo peor de todo, es que personas que lo concretaron y dirigieron ejercen responsabilidades en empresas del gobierno del señor Lobo», reiteró el ministro de Relaciones Exteriores ecuatoriano, Ricardo Patiño, el lunes.
Numerosas ONG han manifestado su rechazo al retonor de Honduras, donde la situación de los derechos humanos sigue siendo precaria desde el golpe de Estado.
Para la OEA, el regreso de Honduras es también una buena noticia ante los crecientes foros en la región que le están quitando poco a poco protagonismo, como la Unión de Naciones Sudamericans (UNASUR).
Tres días después de su regreso del exilio, Zelaya ofreció la mano a sus adversarios para superar los problemas que quedaron en Honduras tras el golpe de estado. «No guardo rencores contra nadie, he venido a brindar mi mano a los adversarios para superar los problemas», afirmó en una extensa entrevista a la estación local Radio Globo, que apoyó su causa.
Zelaya regresó el sábado a Tegucigalpa, procedente de República Dominicana, donde estaba exiliado desde el 27 de enero del 2010, en virtud de un acuerdo firmado por el actual presidente Porfirio Lobo en el que Venezuela y Colombia cumplieron un papel de mediadores.
El ex mandatario regresó el sábado con un gran caudal político y fue recibido por una manifestación de miles de simpatizantes del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP), que él mismo coordina. Sin embargo, el ex mandatario no dejó claro si aspiraría a retornar al poder con el apoyo de las fuerzas políticas representadas en el FNRP.
Desde su regreso al país, «he planteado una propuesta de alianza política entre las diferentes fuerzas que conforman el Frente para enfrentar electoralmente a los adversarios», pero también «el Frente puede quedarse fuera de la contienda electoral si así lo decide», aseguró.
El FRNP es una alianza de parte del Partido Liberal, una organización tradicionalmente de derecha que llevó a Zelaya al poder y que éste hizo girar hacia posiciones de izquierda, con organizaciones de obreros, campesinos, maestros, estudiantes y grupos de derechos humanos, entre otras. «Creo que debemos sacarle toda la ventaja a esta situación política para establecer un gobierno popular donde el sentido de gobernabilidad lo dé precisamente el debate sobre las ideas y el desarrollo», dijo Zelaya.