Filmus intenta reencauzar la campaña y enfrenta los recelos de La Cámpora

El senador logró recuperar a «Pepe» Albistur como uno de sus publicistas, luego de que Cristina le impusiera a Braga Menéndez. Pero a la vez los jóvenes kirchneristas lo acusan de jugar para que Ibarra supere a la lista de legisladores del Frente para la Victoria.

A sólo 12 días de las elecciones de jefe de gobierno de la Ciudad, en el ámbito político porteño reina la sensación de que la campaña de Daniel Filmus nunca empezó del todo.

Este medio anticipó que Cristina Kirchner le había intervenido la campaña publicitaria designándole a Fernando Braga Menéndez como su publicista, en lugar del preferido de Filmus, Enrique “Pepe” Albistur.

Cristina aprecia a Braga Menéndez por la defensa que hace del Gobierno cada vez que aparece en los medios. Y tiene buena relación con Albistur, aunque no le perdona dos cosas: su renuncia a la Secretaría de Medios y su relación con Alberto Fernández, que cataloga de “traición”.

Esa disputa retrasó la salida a la calle de los afiches con la cara de Filmus, que se tuvo que enfrentar a los escándalos del caso Schoklender y el Inadi que le hicieron perder algunos puntos en las encuestas –los más pesimistas hablan de 10–. Para colmo, su campaña terminó por pasar a un segundo plano con la confirmación de la candidatura presidencial de Cristina.

Conscientes de que esta situación podría desembocar en una derrota fea contra Mauricio Macri, desde Casa Rosada decidieron bajar un cambio y propiciaron la vuelta de Albistur a la campaña publicitaria de Filmus.

Eso fue alentado además por el bajo impacto que tuvieron los afiches de Braga Menéndez, más inclinados a la innovación gráfica que a la infalible foto grande del candidato junto a su nombre, un viejo truco que Albistur siempre supo aprovechar.

En el mismo sentido, a Filmus le habían encajado el equipo de prensa y comunicación. Ahora, le permitieron hacer unos ajustes, lo que se traduce en una gráfica más decente y receptiva para el electorado.

Los recelos

En este contexto, no todo fue una pequeña victoria para Filmus, ya que ahora se sumó un nuevo factor para congelarle la campaña. Como pudo saber LPO, en La Cámpora reniegan de la fascinación que tiene el senador por Aníbal Ibarra.

Filmus, que fue secretario de Educación de Ibarra durante su primer mandato, fue quien cerró el acuerdo con el ex jefe de gobierno para que encabece una lista de legisladores adherida a su boleta.

“Este siempre está trabajando para Ibarra”, se quejan en La Cámpora y le atribuyen a Albistur los afiches que llevan la foto del ex jefe de gobierno junto a la consigna “Filmus + Ibarra”. Y el pensamiento de La Cámpora, se sabe, es un reflejo habitual de las maquinaciones de Cristina, a tal punto que la presidenta le prohibió a Filmus que hiciera actos con Ibarra.

En La Cámpora sostienen que la campaña de Albistur, conocedor como pocos de las campañas porteñas, hizo creer a la gente que la lista de legisladores de Filmus es la que encabeza Ibarra y no la que lleva en primer lugar al legislador Juan Cabandié. Como consecuencia de ello, la lista de legisladores de Ibarra aventaja a la del Frente para la Victoria.

Lo que sucede además es que Ibarra tiene un 99 por ciento de nivel de conocimiento entre los porteños, mientras que Cabandié comenzó la campaña con sólo el 30 por ciento y ahora supera el 50.

Para el hombre de La Cámpora sería un duro golpe quedar por debajo de Ibarra, puesto que dejaría descolocada a la propia Cristina que lo colocó en ese lugar y les daría argumentos a otros jóvenes dirigentes para que luego de las elecciones intenten desplazarlo del lugar de privilegio que ocupa actualmente.

Es que tanto Mariano Recalde como Andrés “El Cuervo” Larroque quisieron meterse en el armado kirchnerista en la Ciudad y Cabandié les dijo que ése era el territorio que le correspondía a él, que ellos se ocuparan del ámbito nacional.

Como venganza, ahora La Cámpora comenzó a boicotearle la campaña a su propio candidato a jefe de gobierno. Un ejemplo de ello se dio esta semana. Como la agrupación tiene buena presencia en las villas -en marzo incluso ganó las elecciones en la Villa 3 de Soldati–, organizó una jornada de vacunación en el complejo habitacional de Soldati.

Y Filmus iba a llegar junto a Tomada para cerrar el evento. Pero los jóvenes se fueron antes de que eso sucediera y le vaciaron el acto antes de que éste siquiera comenzara, por lo que desde el comando de campaña del senador decidieron suspender la visita.

Para contener a Cabandié, Filmus comenzó a mostrarse junto a él en cada acto que puede. Y el camporista ahora aparece incluso en más afiches que el senador y Tomada.
Fuente: lapoliticaonline.com

¿Es La Cámpora el ejército indicado para la guerra que viene?

La Presidenta sembró las listas del PJ de jóvenes militantes de la organización que lidera su hijo. Desplazó a la CGT y a los intendentes del Conurbano, así como a los actores más importantes del peronismo tradicional. Boudou y Mariotto son otras dos expresiones de la misma lógica. Apostó a un ejército de incondicionales para enfrentar el inevitable postkirchnerismo que se abrirá si resulta reelecta.
Cristina Kirchner encontró en Amado Boudou el partenaire indicado para el film que imagina comenzó a rodarse ayer en salones luminosos de la quinta presidencial de Olivos. Joven, pintón y simpático, el ministro de Economía es un hombre encantador en el trato personal. Da bien en las fotos y sabe hablar de corrido ante los micrófonos.

Glamour no le falta a la imagen propuesta desde lo más alto del poder. Y se sabe que si hay algo que cuida la Presidenta, es el costado estético de la política. Basta mirar como decoró el despacho presidencial, o su hotel boutique de El Calafate, para entender que Cristina es una mujer actualizada y elegante en sus gustos.

La tentación fácil es criticar esas inquietudes como frivolidad. Pecado de intelectuales de superficie que acaso no hayan entendido todavía que la cultura que vivimos es la del predominio de la imagen, el tele Estado de Debray o el Homo Videns de Sartori. Por eso, con todo respeto, nunca tuvo chances la supuesta candidatura a vicepresidente de José Pampuro.

Lo necesario, en la política que se dirime en los medios electrónicos y digitales, es gente que “imprima” bien, por utilizar un término del Hollywood dorado de los 50, acaso el paraíso imaginario de toda diva que se precie.

El inconveniente es que acaso la película que ayer comenzó a rodarse no sea Casablanca, sino más bien Apocalipsis Now. Y la pregunta obligada es: ¿La Presidenta no habrá cometido el error de armar un ejército de papel mache para ir a Vietnam?

Porque así como la política contemporánea tiene una faceta de pura imagen que descarta a quienes ignoran esa lógica, también sigue conservando su núcleo duro inalterable, esto es la discusión del poder, o como diría Clausewitz, sigue siendo la continuación de la guerra por otros medios, a Dios gracias.

Y la guerra que tiene por delante Cristina, es como todas las guerras, una guerra civil; en su caso, al interior de la Nación peronista. Y en las guerras lo que importa es la fiereza, la experiencia y la sagacidad de los generales. Además de la siempre imponderable suerte, que hasta ahora parece decantarse del lado de la Presidenta.

Leones dormidos

Daniel Scioli y Hugo Moyano, se comportaron en la adversidad como lo que son: dos auténticos peronistas. El bisturí que Cristina cedió a su cirujano mayor, Carlos Zannini, les diseccionó hasta el hueso, con movimientos eficaces y bastante limpios, el núcleo de su poder.

Scioli soportó la humillación pública de la imposición del único vice que realmente rechazaba. Es que Gabriel Mariotto golpea el corazón de su construcción política: la relación con los medios, y no con los medios kirchneristas, sino con los medios que cautivan las audiencias más grandes. Ese es el territorio de este otra gran político de la Argentina contemporánea, que entendió casi a nivel de la piel, la importancia de la imagen para crecer en el poder.

Moyano se preparó durante más de un año para un momento que nunca llegó. Armó la Corriente Sindical Peronista y otras tentativas de organización política, como cohortes de legionarios que iba a poner sobre la mesa a la hora de negociar las listas. Acumulación primitiva que fue despachada con un gesto de desdén desde la Casa Rosada.

Scioli y Moyano se llevaron algunas sobras en el reparto, las aceptaron con una sonrisa y marcharon hacia la Quinta de Olivos, pura obediencia. Pero a no engañarse, la Casa Rosada ya los ubicó del otro lado del Rubicón. Ellos lo saben y ahora sólo les queda aguardar su momento.

Como a los intendentes, a los gobernadores y jefes provinciales a los que Zannini les toqueteó las listas; como Mazzón, Patricia Fadel, Agustín Rossi, José Manuel de la Sota y tantos tantos otros referentes de ese peronismo que siempre se las ingenia para estar.

¿Para que anticipar con rupturas inconducentes una pelea que ya está clara? Ahora todos detrás de Cristina a sumar la mayor cantidad de votos posible, meter los candidatos que se consiguieron y esperar que después de octubre, se repartan las nuevas barajas.

La próxima mano

No tiene sentido perder energías en una batalla que ya concluyó, habrán pensado los desplazados peronistas. El cierre de listas fue lo que fue. Muy bien, ahora con las cartas sobre la mesa, resta esperar la próxima vuelta. Que no ocurrirá en las legislativas del 2013, sino ahora nomás, después de octubre. Cuando Cristina ya no tenga reelección.

La Presidenta, como política profesional que es, desplegó sus soldaditos para esa pelea. El interrogante inevitable remite a la solidez de esa tropa. Sus pergaminos y cicatrices, su temple para enfrentar tiempos difíciles.

Cristina optó por renovar con sus modos y preferencias. No buscó jóvenes peronistas con votos y experiencia de gestión como Urtubey, Giustozzi o Massa, por ejemplo; sino que se inclinó por la más alineada tropa de La Cámpora. No está bien ni mal. Fue su opción para edificar ese “puente” con las nuevas generaciones, que el tiempo dirá si lo transitan aquellos que ella eligió, o una vez más, la historia se las ingenia para colar su habitual ironía.

Fuente: lapoliticaonline.com/Por Ignacio Fidanza

Un Duhalde competitivo marca un límite al avance del kirchnerismo sobre el PJ

Los últimos sondeos confirman que el ex presidente está capitalizando el voto que dejó huérfano Mauricio Macri. Según estos números ya es el segundo candidato y se acerca a los 20 puntos. Por ahora no pone en riesgo la reelección de Cristina, pero condiciona el avance del kirchnerismo con La Cámpora sobre el PJ, que ahora empieza a vislumbrar una alternativa interna.

El paisaje político empezó a insinuar un nuevo elemento que amenaza con reconfigurar el peronismo y acaso condicionar el proyecto del kirchnerismo de hegemonizar ese movimiento y plantearse como su instancia superadora. El último sondeo de la encuestadora Aresco de Julio Aurelio, que La Política Online publicó en exclusiva, indica que Eduardo Duhalde ya es a nivel país el segundo candidato a presidente con mayor intención de voto y roza los 18 puntos, cuando se proyecta el resultado a octubre.

En ese mismo sondeo Cristina Kirchner arrasa con unos 52 puntos, lo que le otorgaría un triunfo inapelable en la primera vuelta. Pero el exitismo que estas mediciones podrían desencadenar en el kirchnerismo, acaso debería moderarse si se las mira por segunda vez.

La primer lectura obvia es que cada vez más la política argentina está hegemonizada por el peronismo en sus distintas expresiones. Cristina y Duhalde hoy estarían concentrando un 70% del electorado. Confirmando que el desastre de la Alianza sigue muy vigente en franjas mayoritarias de la sociedad, que acaso no cree razonable otorgarle otra vez a un radical la posibilidad de gobernar el país.

Antes que nada, la encuesta de Julio Aurelio es una muy mala noticia para Ricardo Alfonsín que pierde su mayor atractivo político, esto es que era “el” candidato opositor para pelearle la elección a Cristina. Si esta tendencia se confirma, una vez más se confirmará la pésima lectura política de Techint y otro sectores del establishment, que por estas horas presionan para unificar a toda la oposición detrás de la candidatura presidencial del diputado radical.

También coloca en un brete complicado a Francisco de Narváez que hoy mismo dijo que “su” candidato a presidente es Ricardo Alfonsín. El empresario se dice peronista. Y como tal ya bastante transgresión es ir con un candidato a presidente radical, pero si el hijo del ex presidente termina consolidado en un tercer puesto, la decisión se vuelve más inexplicable. En ese caso, De Narvaez estaría resignando pertenencia política y ni siquiera le quedaría la coartada del pragmatismo electoral.

El mensaje interno

Pero mucho más interesante es analizar el efecto de un Duhalde competitivo sobre la vida interna del peronismo. Hoy el kirchnerismo hace uso y abuso de la potencia electoral de la Presidenta, dándose lujos como imponer candidatos de La Cámpora o de sectores progresistas por sobre los dirigentes del peronismo. Un ejemplo fue la lista de legisladores de la Capital, que ubicó en primer lugar al camporista Juan Jabandié y en el segundo a Gabriela Alegre –una extrapartidarias pedida por Estela de Carlotto-, relegando al décimo puesto nada menos que al presidente del PJ porteño, Juan Manuel Olmos. Pero no fue el único caso.

Algo similar ocurrió en Mendoza, donde por orden de la Casa Rosada se desarmaron las listas acordadas por el PJ local, para ubicar en lugares expectantes a dos jovenes desconocidos de la organización que fundó Máximo Kirchner.

Esta suma de manejo de cuantiosos recursos, acceso directo a los más alto de la Casa Rosada y cero experiencia política, provoca en muchos de los líderes de La Cámpora una previsible tendencia a la soberbia, usual entre aquellos a los que las cosas no le han costado casi nada. “Estos pibes son insoportables se creen Gardel y todavía no le ganaron a nadie”, describió un experimentado dirigente peronista, en una caracterización que se expande como el aceite.

Cristina o acaso Carlos Zannini parecen haber decidido que el peronismo noe s la propia fuerza política, sino una tierra a conquistar. Y bajo ese concepto libran batallas hasta con los más cercanos, como ocurrió con Agustín Rossi en Santa Fe. Se trata de reemplazar a los propios por los incondicionales, en una búsqueda de obediencia canina, acaso más afín con la cultura política de partidos como el PC maoista que supo transitar el poderoso secretario Legal y Técnico, que con la siempre desordenada y rebelde vida interna del peronismo.

Es la creación de esta hegemonía forzada al interior del peronismo, la que entra en crisis con un Duhalde competitivo, que podría empezar a funcionar como cordón sanitario, para los dirigentes maltratados. Un Duhalde de 20 puntos es una alternativa a considerar por aquellos a quienes se les negó un lugar en las listas para meter a algún joven de La Cámpora, por ejemplo. Quizás no sea un portaviones, pero es un navío de envergadura respetable, que en caso de confirmar esos porcentajes, colocará no pocos diputados en el Congreso.

Y sobre todo, es un proyecto político para los cuatro años que vienen. Como se sabe, Cristina no tiene reelección. De manera, que al otro día de su eventual triunfo, en el peronismo se abrirá la discusión por la sucesión.

El movimiento elegido por la Casa Rosada para protegerse de ese debate es apostar a la creación de una Guardia Republicana de jovenes camporistas, que les permita marcarle el paso a los siempre sinuosos peronistas. Si no hay nada enfrente es una estrategia plausible.

El problema es que con un Duhalde competitivo empieza a surgir “algo” enfrente. Y bien mirado es natural que ocurra. El peronismo ya dio sobrados ejemplos que pocas cosas le agradan mas, que desarmar los sueños de aquellos que se imaginaron posible colonizarlo. Suele ocurrir que justo en el momento en que sus ocasionales patrones creyeron que ahora si lo tenía controlado, surge desde los márgenes un desplazamiento del poder. El propio Kirchner fue producto de un movimiento de esas características, cuando junto a Duhalde barrió al menemismo.

Lo de Duhalde, si se consolida, no es tan importante por sus chances de ganar en octubre, que todavía asoman improbables, sino por el proceso que dispara al interior del peronismo.

Tensión entre el kirchnerismo y el peronismo tradicional que ya comenzó. Santa Fe y Córdoba son dos ejemplos. Agustín Rossi y José Manuel de la Sota se impusieron a la Casa Rosada. Armaron las listas que consideraron más adecuadas a su propia realidad política, e ignoraron los pedidos de Zanini.

Esa dialéctica se extenderá a todo el país cuando empiecen a cerrarse las listas de diputados nacionales. Cristina aspira a opinar y si es posible decidir la integración de todas las listas. Se entiende. Garantizarse un bloque de indudable fidelidad, es una herramienta clave para blindar su segundo mandato y acaso ensayar una reforma constitucional que le habilite un tercer mandato.

La historia ofrece ejemplo muy recientes que alimentan esta nueva obsesión de la Casa Rosada. El intento re-reeleccionista de Carlos Menem, naufragó en Diputados, cuando Duhalde logró que el bloque peronista rechazara públicamente esa posibilidad. Fue la muerte política de la re-re, que hoy ilusiona a algunos kirchneristas que creen haber descubierto la pólvora para eludir el inevitable síndrome del pato rengo.

En este marco, sería fácil caer en la tentación de identificar a Duhalde con lo “viejo” y a los integrantes de La Cámpora con lo “nuevo”, y es razonable que esa sea la línea de trabajo del kirchnerismo –como perderse ese bocado-. Pero acaso la realidad sea más compleja y trabaje en términos de límites y equilibrios al poder, sin guiarse por cuestiones generacionales.
Fuente: lapoliticaonline.com

“La Cámpora se armó en base a planes asistenciales”

La política argentina atraviesa uno de sus momentos más complicados, ya que a la innumerable cantidad de internas que hay en los partidos, se le suma una realidad social difícil, con un fuerte descreimiento en el accionar de los partidos políticos por parte de la población.

La llegada del kirchnerismo al poder allá por mayo de 2003, abrió la posibilidad de acceder a una nueva forma de hacer política, basada en la unidad de los movimientos sociales con los partidos tradicionales, que pudiera servir para un mejor desarrollo en la calidad de vida de los ciudadanos.

Pero el tiempo pasó, y la realidad marca que el oficialismo ha caído en los mismos errores que criticaba de sus antecesores en el poder, generando gran rechazo en un amplio sector de la sociedad. En diálogo con la Agencia de Noticias CNA, el líder del Partido Obrero (P.O), Jorge Altamira, aseguró que “militantismo kirchnerista que se ve hoy, es un recurso político de emergencia: en los ‘90 fue privatizador y menemista, y en diciembre de 2001 apaleó militantes en Río Gallegos”.

El histórico referente de la izquierda nacional, afirmó que “la actividad de reclutamiento de La Cámpora y los piqueteros cooptados por el gobierno en los barrios está armada en función de planes asistenciales. Hacia allí dirigen también a los que reclutan en el medio estudiantil. Entre el estudiantado, la batuta la lleva Carta Abierta, que da letra a los movimientos”.

Según Altamira, “es común en el nacionalismo ir a los barrios y dejar las fábricas y sindicatos a la burocracia sindical. La Cámpora es un intento de regimentar a la juventud desde el poder; sus dirigentes no son cuadros, o sea, en función de un proyecto político, sino todos funcionarios, cuyo proyecto es seguir agarrados a la teta del Presupuesto nacional”.

En otro orden de cosas, el titular del P.O habló sobre la detención y procesamiento del líder de la Unión Ferroviaria , José Pedraza, por el crimen de Mariano Ferreyra. “La camarilla de Pedraza integra una coalición económica y política con los K en los ferrocarriles urbanos, en el Belgrano Cargas y en la secretaría de Transporte”.

Y continuó: “Cristina Fernández de Kirchner la bendijo en noviembre de 2009, cuando inauguró un policlínico con Pedraza, y en el acto en River. Esta coalición, que sigue aún hoy, convierte al gobierno en responsable general o último de los crímenes que comete la burocracia sindical. Hay que sumar a esto la defensa, por parte del Estado, de un régimen que estatiza a los sindicatos por medio de una burocracia empresaria”.

Finalmente, Altamira trazó un panorama de lo que viene sucediendo en el mundo árabe y los procesos de movilizaciones que ya terminaron con los gobiernos de Hosni Mubarak en Egipto y el de Ben Alí en Túnez, y amenaza a los regímenes autocráticos de Libia, Bahrein y Yemen.

Para el dirigente del P.O, “las revoluciones árabes ya han modificado fuertemente la situación mundial, y debilitado el poder internacional del imperialismo. Esas revoluciones ya ejercen una influencia político-moral, como ocurre en la lucha de los sindicatos norteamericanos en Wisconsin, Ohio e Indiana. Lo mismo ocurre con respecto a las naciones europeas mediterráneas, que ya se encuentran en lucha para enfrentar la crisis capitalista mundial”.

“Como el arma fundamental de la guerra es el dinero, el aporte internacional que recibe Gaddafi es decisivo para su performance militar. Sintomáticamente, las ‘agresivas’ posiciones adoptadas por la ONU y la OTAN contra el ‘jefe máximo’ de Libia no incluyen el embargo petrolero. El imperialismo no le ha bajado el pulgar a Gaddafi; para hacerlo, espera que éste haya doblegado a la oposición y que empuje a la misma a ponerse bajo la tutela del imperialismo”, concluyó Altamira.
Fuente:www.agenciacna.com

La Cámpora (y otros radicalizados) van copando el gabinete de Cristina


Lenta pero incesantemente, el arco más radicalizado del Gobierno va copando lugares en los puestos clave del gabinete nacional. En tal sentido, silenciosa, pero eficazmente, los funcionaros “menos peronistas” van opacando la acción de los denominados “moderados”.

¿Quiénes son los que conforman el “ala dura” oficial? En primer lugar, un histórico compañero del matrimonio Kirchner, el secretario de Legal y Técnica, Carlos “Chino” Zannini, quien gusta hacer dupla hoy con el ascendente “número dos” de la Secretaría de Inteligencia, Francisco “Paco” Larcher. A estos debe sumarse la acción de la ministra de Seguridad, Nilda Garré; el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli; el secretario de Medios, Juan Manuel Abal Medina; el diputado “todoterreno” Carlos Kunkel y las referentes de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini y Estela de Carloto respectivamente.

Pero por sobre todos los mencionados, hay que destacar la creciente acción de La Cámpora, grupo liderado por el vástago presidencial, Máximo Kirchner. Este último es el responsable de que Cristina finalmente haya aceptado ir por su propia reelección y hasta que se hable de una eventual reforma de la Constitución Nacional para que la mandataria aspire a continuar más allá de 2015.

En ese marco, pocos saben que el poder de influencia de La Cámpora sobre la mandataria es casi total: por caso, son los únicos que tienen acceso directo a su despacho, sin pasar por el filtro de sus asesores. A sabiendas de ese influjo, los jóvenes —y no tan jóvenes— de esa agrupación intentan en estas horas convencer a Cristina de que rompa definitivamente con el peronismo tradicional a efectos de mostrar un gesto de corrimiento a la izquierda.

En realidad, sería una vuelta a sus propias bases, ya que el kirchnerismo nació como un movimiento “superador” del justicialismo y hasta se dio el lujo de despreciar en sus comienzos la tradicional liturgia del PJ. Baste recordar que el hoy jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, recomendó oportunamente al hijo del Hugo del Carril que se meta la “marchita peronista en el c…”.

Como se dijo, los capitostes de La Cámpora han aconsejado a Cristina que rompa con el PJ bajo argumento que el “arco progresista” del electorado sería muy superior al peronista, ilusionándose con que la Presidenta le disputaría votos a espacios como el de Pino Solanas. En realidad, hay una base para esas especulaciones: fuentes oficiales de Buenos Aires hablan de una encuesta de Julio Aurelio que reflejaría el visto bueno de la sociedad respecto del eventual corrimiento K a la izquierda.

Como sea, la fuerte gravitación de los fundamentalistas K frente al ala moderada del Gobierno —encabezada por el hoy devaluado Julio de Vido—, han llevado a Cristina a armar una batería de medidas que gradualmente se irán dando de cara a octubre para ralear de poder a los funcionarios menos ortodoxos.

De hecho, algunos de esos gestos ya han ocurrido y tienen que ver con el esmerilado de gravitación a personas hoy mal vistas a nivel social como Aníbal Fernández y Ricardo Echegaray. En el primero de los casos, Cristina ha ido erosionando el poder del jefe de Gabinete a través de la quita de potestades —ayer mismo por la mañana se ha “evaporado” por decreto una secretaría que dependía de su gestión—; respecto al titular de la AFIP, se ha decidido disolver la ONCCA —la cual estaba a cargo de personas de su total confianza— y se le ha quitado a Echegaray protección oficial respecto a los expedientes judiciales que investigan los irregulares subsidios a feed lots de su propia familia.

En relación inversamente proporcional, los jóvenes de La Cámpora van adquiriendo más y más poder, logrando acomodarse en los lugares más relevantes del Estado, especialmente los vinculados a la comunicación: en lugares como Canal 7 y Télam. No es casual, ya que estos serán los responsables de llevar adelante una titánica tarea de cara a octubre: intentar imponer la imagen de Cristina como única depositaria del progresismo nacional y como continuadora de su propio “modelo”.

Para ello, se ha comenzado a trabajar en toda una ingeniería mediática descomunal, que pondrá su énfasis en la propaganda a través de los medios del Estado —en realidad, los propios y los “alineados”—, la cartelería pública y la “operación Clamor” por parte de referentes oficiales.

¿Qué es la operación Clamor? La antiquísima estrategia de hacer pública, a través de terceras personas, la necesidad de medidas que supuestamente beneficiarían a la sociedad pero que en realidad dan impulso a un deseo oficial. Un dato: todos los gobiernos, más allá de su signo político, han hecho uso de tan eficaz herramienta.

En este caso, la estrategia ha dado comienzo merced a los buenos oficios de la diputada Diana Conti, quien hizo público que “a todo el kirchnerismo” le gustaría que “Cristina sea candidata”, argumentando que “es la continuidad de lo que se viene haciendo, es el nuevo modelo en donde Argentina tenga condiciones igualitarias”.

En tal sentido, admitió que sería conveniente «una reforma constitucional» para posibilitar la continuidad de la Presidenta “por muchos años”.

¿Fue casual el comentario? ¿Desconocía el oficialismo que Conti diría esas palabras? Para nada. No hay frase, comentario o idea que no sea evaluada a nivel oficial antes de ser dicha por cualquier funcionario del Gobierno, sea este de primera, segunda o tercera línea.

Esa suerte de “cerrazón” que siempre ha existido en el seno del Gobierno, se ha endurecido en los últimos meses luego de la desaparición física de Néstor Kirchner y a raíz del acumulativo poder de su hijo Máximo, mucho más desconfiado que su padre, por cierto.

Hablando de Néstor, ha sido él quien sostuvo en el tiempo esa especie de pacto con el peronismo —no por convicción sino por necesidad— a efectos de contener a los barones del conurbano bonaerense que jamás perdieron diálogo con el duhaldismo.

Ahora, con la ausencia del ex mandatario, se derribó la única excusa que quedaba en pie para seguir sosteniendo esa sociedad a la que Cristina siempre consideró como “hipócrita”.

En fin, para poder lograr su cometido, las armas más poderosas con las que hoy cuenta la Presidenta son cuatro: el apoyo de agrupaciones como Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, la avanzada de La Cámpora sobre nichos de poder oficial, el adelantamiento de elecciones en provincias afines a Casa de Gobierno —que traccionará intención de voto de cara a octubre— y puntuales carpetas aportadas por el espía Larcher conteniendo los secretos más inconfesables de los capitostes del PJ.

Con todo ese “armamento” a cuestas, en Balcarce 50 aseguran que Cristina sería imbatible en octubre.

Christian Sanz
Especial para MDZ On Line