La CIA reconoció que espió a senadores de EEUU y pidió disculpas
Hurgó en computadoras de una comisión de la Cámara alta que investiga el uso de la tortura durante la guerra antiterrorista de Bush.
La CIA, la principal agencia de espionaje de Estados Unidos, reconoció ayer que espió las computadoras de los miembros del Senado norteamericano que investigaban el uso de la tortura durante el gobierno de George Bush, en nombre de la «guerra contra el terrorismo» y pidió disculpas. Según un comunicado difundido por el vocero de la CIA, Dean Boyd, «algunos empleados de la CIA actuaron de manera inconsistente» con el entendimiento entre la agencia y la comisión investigadora del Senado. El vocero agregó que el director de la CIA, John Brennan, le comunicó personalmente está conclusión a la senadora demócrata y presidenta de la comisión investigadora, Dianne Feinstein, y le pidió perdón.
En marzo pasado, en una comparecencia poco común ante el pleno de la Cámara alta del Congreso, Feinstein, una veterana senadora, repasó paso por paso y frente a las cámaras de televisión los obstáculos que sembró la CIA para hacer fracasar la investigación de la comisión parlamentaria sobre el programa que autorizó el uso de tortura contra detenidos sospechados de terrorismo. «La CIA escondió y destruyó evidencia de su programa de detención e interrogatorio, incluyendo la destrucción en 2005 de videos de interrogatorios, pese a las objeciones del equipo presidencial de George Bush y del entonces director nacional de Inteligencia», había denunciado la senadora, cercana al presidente Barack Obama. Feinstein comenzó una investigación en 2009 que duró tres años.
Ocultamiento. Según denunció en marzo, en mayo de 2010, los miembros de la comisión parlamentaria se dieron cuenta de que algunos documentos que la CIA había entregado originalmente habían sido removidos de las computadoras de los investigadores. La CIA, según contó la senadora, primero negó que los documentos hubiesen sido removidos. Después culpó a los técnicos, que eran empleados tercerizados; y finalmente aseguró que había seguido órdenes del gobierno de Obama. «Cuando pedí explicaciones, la Casa Blanca lo negó», aseguró en marzo la senadora. En total, según Feinstein, 870 páginas fueron removidas en febrero de 2010 y unas 50, en mayo de 2010.
El senador demócrata Mark Udall, miembro también del Comité de Inteligencia, dijo ayer haber perdido la confianza en Brennan. «He perdido la confianza en John Brennan», afirmó Udall, quien insistió en que el espionaje de ordenadores de miembros del Senado «no tiene precedentes» y lamentó el que el director de inteligencia estadounidense se haya negado a reconocer ningún error por parte de su agencia.
En aquel momento, el director de la CIA, Brennan, respondió a las acusaciones de Feinstein calificándolas de «injustificadas». El jefe de la CIA agregó que cuando se diesen a conocer los hechos se demostraría que «mucha de la gente» que aseguraba que la agencia había espiado a miembros del Senado estaba «equivocada». Cinco meses después, lejos de las cámaras de televisión se desdijo y pidió perdón. Resta saber qué consecuencias políticas y jurídicas tendrá la confesión de Brennan.
Desclasificación. La Casa Blanca en tanto podría desclasificar en los próximos días el informe elaborado por la comisión de inteligencia del Senado acerca de las técnicas de tortura de la CIA durante los interrogatorios. El citado informe, del que se podría conocer un resumen de 600 páginas, sigue siendo altamente clasificado y concluye que hay muy pocas evidencias de que las llamadas «técnicas mejoradas de interrogatorio» autorizadas en 2002 y aplicadas en las cárceles de Guantánamo (Cuba) y Abu Ghraib (Irak), ayudaran a conseguir avances en la lucha antiterrorista. Durante las últimas dos semanas, los ex directores y altos cargos de la CIA han sido invitados por el equipo del presidente Barack Obama para revisar esta versión aún secreta del sumario de 600 páginas del comité de inteligencia del Senado, —del total de 6.300 de las que constaría el informe completo— en la oficina del director de Inteligencia Nacional.
En el texto se acusa a la CIA de ocultar detalles acerca de la gravedad de sus métodos, exagerar la importancia de la información aportada por los presos y asegurar —falsamente— que los detenidos se habían rendido antes de que fueran sometidos a duras torturas. Unos hechos que habrían tenido lugar durante el mandato de George W. Bush.
Fuente: La Capital