«Macri puede ser el principal opositor»

Dice que la pelea Nación-Ciudad beneficia tanto al Jefe porteño, por su posible nuevo rol, como a la Presidenta, para profundizar la polarización. Y cree que la transferencia de los subtes solo puede perjudicar al líder de Pro en el corto plazo: en el largo, le dará mayor estructura burocrática.

Por Laura Di Marco

“La pelea entre Cristina y Macri es políticamente rentable para los dos. Para Macri, porque cuando Cristina confronta con él, lo convierte en un igual. Es decir, lo elige por encima del peronismo opositor, del radicalismo y de cualquier otra alternativa de cambio. Y también le sirve al kirchnerismo para seguir polarizando a la sociedad y, sobre todo, para forzar al electorado progresista, que rechaza a Macri, a que lo siga acompañando”, afirma en la contratapa de Noticias Urbanas el politólogo Aníbal Pérez Liñán, de paso por Buenos Aires, adonde viajó para participar de un homenaje que el mundo académico le rindió al fallecido Guillermo O’Donnell. Una suerte de prócer en la especialidad para la nueva camada de jóvenes politólogos, de la que Pérez Liñán forma parte.

Nació en la Argentina hace 42 años y, en la actualidad, vive y enseña en Estados Unidos. Es doctor en Ciencia Política por la Universidad de Notre Dame; se especializa en política comparada, principalmente aplicada a América Latina, en las áreas de instituciones políticas y gobernabilidad, democratización y procesos electorales. Actualmente, es profesor de Ciencia Política en la Universidad de Pittsburgh y miembro del Centro de Estudios Latinoamericanos de la misma universidad.

Con la distancia de vivir en el exterior y, a la vez, la cercanía que otorga el hecho de ser argentino y visitar el país en forma habitual, Pérez Liñán es un observador interesante. Por ejemplo, cuando afirma que la transferencia de los subtes sin los recursos “puede perjudicar a Macri en el corto plazo, pero no es tan claro que eso sea así en el largo plazo. Por el contrario, en el largo plazo puede salir favorecido porque eso ya ha ocurrido en la Argentina, en los noventa”.

–¿Cómo se ve el conflicto de la transferencia de los subtes desde la Ciencia Política?
–Creo que hay tres niveles para ver este conflicto, y la prensa solo está reflejando uno de ellos, el de la dinámica partidista gobierno-oposición. Esto es: desde la oposición, el Gobierno nacional le transfiere a la Ciudad el costo de sus políticas irresponsables. En tanto, desde el Gobierno, tienen la posibilidad de poner a Macri en una situación difícil. Ahí, tenemos el nivel del corto plazo. Pero luego hay dos niveles más: el constitucional, donde entran a tallar las legislaturas, nacional y local. En ese nivel, sospecho que el conflicto va a terminar resolviéndose en la Corte Suprema. Y después, el más interesante: el nivel burocrático-administrativo. Estamos ante una descentralización administrativa sin una descentralización fiscal.

–¿Por qué sería el nivel más interesante de este conflicto?
–Porque, en el corto plazo, para los politólogos, transferir un servicio sin los recursos tiende a debilitar al gobierno local pero, en el largo plazo, esa ecuación se puede revertir y puede terminar perjudicando al Gobierno nacional. Sobre todo en la Argentina. Y me parece que esta última situación no está siendo contemplada por el Gobierno nacional: la jugada se le puede volver en contra, con el correr del tiempo. Una que ya ha sucedido en los 90, durante el menemismo.

–El menemismo transfirió la educación sin los recursos.
–Exactamente, la descentraliazion del período menemista fue la transferencia del control de la educación, también sin los recursos. En el caso del menemismo fue una salida de emergencia; y también lo es ahora, aunque entonces, afectaba a todos por igual. Ahora, está focalizada en un juego político con Macri.

–¿Y por qué podría beneficiar a Macri en el largo plazo?
–Porque cuando se realiza una descentralización administrativa, también el Gobierno está transfiriendo estructura burocrática: cargos políticos, puestos de trabajo, servicios públicos, lo que en el largo plazo puede transformarse en una enorme capacidad de presión sobre el Gobierno nacional. La imagen de los gobernadores todopoderosos de la crisis de 2001-2002 tiene que ver con aquella transferencia de las responsabilidades administrativas, sin tener capacidad fiscal; en la crisis, los gobernadores jugaron eso contra el Gobierno nacional. En síntesis: la transferencia del sistema de transporte es un potencial riesgo de largo plazo para el Gobierno nacional.

–¿Tiene Macri chances de ser principal opositor al Gobierno?
–Sí, claro, sobre todo porque el kirchnerismo va apostar a eso. La pelea entre Macri y Cristina tiene incentivos para los dos: les conviene a los dos. Por un lado, construye a Macri como un opositor. Por otro, le sirve al Gobierno para forzar a parte del electorado progresista a seguir apoyándolo. Le permite al kirchenrismo seguir apostando a la polarización.

–En las últimas elecciones hubo quienes votaron a Macri y a Cristina.
–Bueno, eso implica que hay una parte del electorado que no está votando ideológicamente. Y la verdad es que el perfil ideológico como hilo articulador de la polarización tiene poca importancia. El electorado es conservador en tiempos de prosperidad. Prefiere quedarse con lo conocido, aunque desconfíe o haya cosas que disgustan. Sucedió también con Menem a mediados de los 90.

–De todas maneras, Macri sigue teniendo un problema importante: la imposibilidad de construir territorialmente a su fuerza política. Por ahora, su injerencia es bien local.
–Sí, es un problema real articular una base de poder nacional sin tener una red de poder territorial, anclado solo en Capital que, además, es un territorio atípico porque sus habitantes tienen niveles de vida y culturales que los asemejan a los países desarrollados. Aún así, Capital tiene pocos senadores y para gobernar se necesita una red territorial extensa. En su favor, sin embargo, tiene el legado favorable del kirchnerismo.

–¿Un legado favorable del kirchnerismo a Macri?
–Sí, el kirchnerismo ha demostrado, paradójicamente, que no hace falta ser peronista para poder gobernar la Argentina. El kirchnerismo violó las reglas del propio peronismo distanciándose de la identidad peronista construyendo el Frente para la Victoria. Ese distanciamiento no le impidió, sin embargo, echar mano de los fondos del Estado para reconstruir la base territorial de poder y la relación con los gobernadores. Por lo tanto, demostró que una red territorial se puede construir desde el poder. Esa posibilidad, existe.

–Lo que no sabemos si va a existir son los recursos cuando el kirchnerismo deje el poder.
–Eso es verdad. Por eso la Argentina siempre desafía todos los diagnósticos.

Fuente: Noticias Urbanas