Números de la marginalidad urbana en la Argentina

La crisis ha calado hondo en la sociedad argentina, donde cientos de miles de personas han tenido que ver como sus condiciones de vida desmejoran, sin que se haga nada desde el Estado para paliar esta situación. Datos y cifras que muestran el deterioro gradual que han sufrido los argentinos en su vida diaria.
La crisis económica que se vive en la actualidad, empezó allá por mediados del año 2007 en los Estados Unidos con la crisis hipotecaria, donde millones de personas perdieron sus viviendas de un día para el otro, con bancos que prestaron sin saber lo que hacían, y que originó la caída de varios pulpos del sector inmobiliario norteamericano, siendo el paso previo para la debacle económica que vive el mundo en estos días.

La Argentina no quedó al margen de dicho fenómeno y luego de haber vivido un período de bonanza económica entre el 2003 y el 2007, se comenzó un proceso de desaceleración económica que llevó a la desesperanza y al desasosiego a cientos de miles de argentinos, y ahora amaga a mejorar con pequeños síntomas de recuperación en los números macroeconómicos.

En el boletín del Observatorio de la Deuda Social Argentina, realizado por el Departamento de Investigación Institucional de la Pontificia Universidad Católica Argentina, se marca como en la sociedad argentina del siglo XXI, sobreviven límites estructurales a nivel de la marginalidad urbana, haciendo peligrar la vida de los ciudadanos.

El informe de la alta casa de estudios, demuestra que desde hace tres décadas en nuestro país se ha instalado un núcleo duro de la pobreza estructural en torno al 12% de la población) que no ha podido reducirse más allá de las distintas políticas económicas y sociales. Esta pobreza estructural se ha traducido, entre otros aspectos, en procesos de segregación residencial (crecimiento de villas y asentamientos precarios) y de marginalidad urbana, que forman parte del enorme déficit habitacional (cuantitativo y cualitativo) de nuestro país.

Considerando una amplia gama de indicadores de hábitat y de acceso a servicios residenciales y a infraestructura urbana, en 2009 el 17% de las viviendas de la región del Gran Buenos Aires y de la ciudad de Buenos Aires (GBA/CBA) se encontraban con algún tipo de déficit, porcentaje que casi no varió desde 2004, año de inicio de esta serie. En 2009 este problema alcanzaba al 20,7% de la población del aglomerado y si se restringe el análisis al conurbano bonaerense, a un cuarto de su población. En comparación con esta tendencia, en el caso de las viviendas de los grandes centros urbanos del interior, el déficit se redujo casi a la mitad a lo largo de los cinco años analizados (del 12,7% al 6,9%).

Consistentemente con esto, los hogares con hacinamiento (3 o más personas por curto habitable) y sin retrete adecuado tampoco variaron en la región GBA/CBA entre 2004 y 2009 (9,1% de los hogares y 16,2% de las personas), mientras que se redujeron en el interior del país.

Finalmente, la tenencia irregular de la vivienda (ocupadas de hecho, propiedad de la vivienda pero no del terreno, entre otras opciones) se mantuvo sin variaciones significativas en ambas áreas analizadas: en 2009 el 8,7% en GBA/CBA y el 8,2% en las grandes ciudades del interior.

La Encuesta de la Deuda Social Argentina (EDSA) se realiza una vez al año desde junio del 2004 y representa a la población urbana de la Argentina de 18 años y más. La información que se construye a partir de estos relevamientos busca constituirse en fuente confiable y fidedigna para la integración del conocimiento y la toma de decisiones en el campo de las políticas públicas y las organizaciones no gubernamentales que trabajan por una Argentina más justa e igualitaria.

Otra de las causas que analiza el estudio de la UCA , asegura que la falta de un retrete adecuado no ha variado en cinco años en el aglomerado GBA/CBA y ha mejorado muy levemente en el resto del país. Este es un indicador clave que revela que la situación habitacional de villas y asentamientos precarios no se ha modificado a lo largo del período analizado.

En conjunto, este programa estima que alrededor del 20% de la población del aglomerado GBA/CBA y el 25% de la que habita en el conurbano bonaerense tiene niveles de déficit severo en cuanto a sus condiciones generales de habitabilidad.

Esta diferencia entre el GBA/CBA y el resto del país se debe fundamentalmente a enorme incremento de villas y asentamientos en el conurbano bonaerense durante los últimos años, lo que refuerza la idea de que no es posible dar una solución al déficit habitacional de nuestro país sin una política integral que tome en cuenta los procesos migratorios (internos y externos). Este fenómeno da cuenta, a su vez, de las grandes desigualdades estructurales en las distintas regiones del país, que funcionan como polos de atracción o expulsión de población de bajos recursos.

Como puede verse, un problema que en vez de amainar tiende a agravarse, debido en gran causa a la falta de políticas activas por parte de los sucesivos gobiernos para acabar con la falta de oportunidades para alcanzar el sueño de la vivienda propia. La incapacidad mostrada por los sucesivos gobiernos para llevar adelante un plan de viviendas populares que pueda acabar con este flagelo, ha llevado a que millones de personas tengan un miedo creciente de perder lo poco que tiene.

Los datos mostrados con anterioridad dan cuenta de una realidad injusta que vive la mayor parte de la población de nuestro país, con las clases acomodadas que sufren menos estos coletazos de la crisis financiera internacional, y con una clase media, media baja y baja que siente enormemente los efectos de la misma, necesitando la mano de un Estado fuerte que sirva para paliar los efectos y empezar a crecer nuevamente como en años anteriores.

Sólo con una fuerte política de Estado que tienda al mejoramiento gradual y sustancial de la situación social, que lleve a un mejoramiento de las condiciones de vida de los individuos, que procure atender las causas y no que atienda los hechos consumados, la Argentina podrá volver a recuperar la excelencia que supo tener en una época, y evitar que se siga cayendo en el desgaste y deterioro de las últimas décadas.
Fuente: www.agenciacna.com