Escalada bajo control entre Nicolas Sarkozy y los sindicatos, que han convocado dos nuevas jornadas de protestas masivas contra la reforma del sistema nacional de pensiones. El presidente promete «mano dura», y denuncia a quienes «están secuestrando la economía, las empresas y la vida cotidiana de los franceses, amenazando con destruir empleos».
El Gobierno ha hecho en el Senado algún gesto simbólico hacia los sindicatos menos radicales. En vano. Las centrales, unidas, han convocado el próximo día 28 y el 6 de noviembre dos nuevas jornadas de huelgas y manifestaciones nacionales. Se trata de dos fechas simbólicas, con una pausa vacacional para los estudiantes. El Senado, a instancias del presidente, ha decidido recurrir al procedimiento de urgencia para aprobar rápidamente, probablemente hoy, la ley en curso de ratificación. En principio, el proyecto pudiera estar listo para su aprobación final, al alimón, en la Asamblea Nacional y el Senado el próximo día 26. Tras esa aprobación, la ley debe ser sancionada por el presidente y promulgada, el 6 de noviembre.
Con mucho cálculo táctico y político, los sindicatos han decidido prolongar la prueba de fuerza. La
próxima huelga coincidirá con la aprobación parlamentaria definitiva. Las centrales desean lanzar una nueva advertencia, y volverán a la carga el 6 de noviembre con la promulgación de la ley.
Ante el ruidoso diálogo de sordos con los sindicatos, Sarkozy ha decidido acelerar su acción de Estado en todos los frentes. La ley será aprobada por el procedimiento de urgencia, mientras el Gobierno intenta normalizar los suministros de combustible, que continúan bloqueados en buena parte de Francia.
Por su parte, el presidente de la República asume un nuevo tono más duro y severo contra los sindicatos y contra los grupúsculos violentos que, estudiantes o no, provocan ásperos enfrentamientos con los antidisturbios al final de muchas manifestaciones estudiantiles.
«Secuestrar la economía»
En vísperas de unas vacaciones de otoño que suelen provocar grandes atascos en las carreteras, a partir de este fin de semana, Sarkozy lanza una carga de fondo contra los sindicatos: «Nadie tiene derecho a tomar como rehenes al resto de los ciudadanos… Francia no puede ser el único país del mundo en el que una minoría bloquea una reforma indispensable y justa de la que se beneficiará todo el mundo. Rechazando esta reforma se corre el riesgo de secuestrar nuestra economía, perturbar el trabajo en las empresas, complicar la vida de los franceses, amenazados con la destrucción de más empleo».
Sarkozy no olvida el frente estudiantil. En París y varias ciudades periféricas se sucedieron ayer un rosario de manifestaciones relativamente modestas. Con frecuencia, al final de muchas de ellas, grupos violentos provocan incidentes. Se trata de un empeño fácilmente inflamable, que inquieta a maestros, profesores y familias. Consciente de ello, Sarkozy también lanza severas advertencias: «No serán los violentos quienes tengan la última palabra. Todos serán arrestados y castigados. En nuestra democracia hay muchas formas de expresarse, pero la violencia no es aceptable, jamás».
Los ministros de Interior y Transportes esperan normalizar la distribución de carburante «en los próximos días», coincidiendo con la tregua vacacional. Tras varias semanas de manifestaciones y huelgas, estudiantes y sindicalistas no dudan en tomarse un respiro que pudiera durar unos días, entre las grandes manifestaciones del próximo día 28 y el 6 de noviembre. Sarkozy espera que esa tregua diluya parcialmente la protesta, cuando la ley sea promulgada definitivamente. Los sindicatos afirman estar dispuestos a prolongar la crisis «indefinidamente».
Fuente: ABC