«Fui encerrada, torturada y apaleada por mi marido»

La afgana Sahar Gul, de 14 años, vivió un infierno durante siete meses porque se negaba a prostituirse
Sahar Gul ve la luz al final del túnel. Pese a tener solo 14 años sus últimos siete meses de vida han estado marcados por un matrimonio forzado con un hombre que le doblaba la edad y los malos tratos por parte de su familia política ante su negativa a prostituirse.

Ahora el Gobierno de Afganistán le enviará a un hospital de la India para que se recupere de sus heridas físicas, las psicológicas costarán mucho más trabajo. Sahar pone cara a la fría estadística de la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Afganistán que recogió 1.026 casos de violencia contra las mujeres en el segundo trimestre de 2011, los últimos datos hechos públicos. Otras ONG internacionales como Intermón Oxfam también han elaborado informes en los se recoge que «el 87 por ciento de las mujeres afganas han sufrido violencia física, sexual o psicológica».

Vendida por 5.000 dólares

El caso de Sahar no es una excepción ya que en el país asiático el matrimonio infantil es una práctica habitual. Aunque la edad mínima para casarse está fijada en 16 años por la Constitución, la tradición puede con las normas escritas. La niña fue vendida a cambio de 5.000 dólares (3.800 euros al cambio) por su hermano cuando tenía solo 14 años y ahora confiesa que «fui encerrada, torturada y apaleada por mi marido». ¿El motivo? Negarse a mantener relaciones sexuales con los invitados que llegaban a su nuevo hogar en la provincia norteña Baghlan.

Tras semanas sin noticias de ella su familia comenzó a investigar su situación. La familia política les negó el acceso a su hogar e inmediatamente denunciaron la desaparición. La Policía logró entrar en el domicilio y encontró a la pequeña encerrada. «Le arrancaron la piel con pinzas, antes de apagarle cigarrillos en sus heridas», denunció uno de los parientes.

Un gran reto
Pese a los millones de euros invertidos en los últimos diez años de intervención militar internacional la situación de la mujer sigue siendo uno de los grandes retos en Afganistán. La administración de Hamid Karzai lo sabe y parece que quiere hacer del caso de Sahar un ejemplo.

La familia política está en prisión y tendrá que comparecer ante la Justicia, la joven recibirá tratamiento en el extranjero, dos medidas muy poco habituales en un país acostumbrado a que este tipo de casos no salgan a la luz pública y se resuelvan entre las propias familias.

«No tenía acceso a agua ni alimentos. Fui torturada y apaleada», denuncia Sahar ante una opinión pública mundial que pocas semanas después de conocer el caso de Gulnaz, la joven de 19 años encarcelada tras ser violada bajo acusación de adulterio, vuelve a estremecerse con la realidad a la que se enfrentan las mujeres en Afganistán.
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