Los franceses se esforzaron el miércoles por abordar los escasos y atestados trenes subterráneos y autobuses en el segundo día de paros de protesta contra el plan del presidente Nicolas Sarkozy de elevar la edad de retiro a los 62 años.
Sarkozy dijo que su gobierno seguirá impulsando la reforma «con determinación y serenidad» a pesar de la resistencia, de acuerdo con su oficina. El gobierno conservador del mandatario dice que elevar la edad de retiro de 60 a 62 años es el único medio de rescatar el deficitario sistema de pensiones, una reforma que se produce mientras Europa se esfuerza por reducir las enormes deudas que han amenazado el euro y la reputación financiera del continente.
Mientras tanto, la cámara alta del parlamento pospuso una votación sobre el proyecto de reforma hasta el próximo miércoles para debatir las cerca de 820 enmiendas sugeridas por la oposición liderada por los socialistas, informó una portavoz del partido UMP de Sarkozy. La votación se había programado inicialmente para el viernes.
El martes, 1.200.000 personas marcharon en protestas en varios puntos del país contra la reforma, según la policía, y, de acuerdo con los sindicatos, tres millones y medio. De todos modos fueron las protestas más numerosas en las últimas cinco semanas.
Pero el número de huelguistas pareció disminuir el miércoles en varios sectores, desde los aeropuertos hasta los paros estudiantiles, pasando por la Torre Eiffel. Aun así, los trabajadores del sistema ferroviario aprobaron prolongar la huelga a un tercer día.
El ministro del Trabajo Eric Woerth enfatizó que «las protestas callejeras no significan que debamos abandonar una reforma indispensable».
En declaraciones a la prensa tras una reunión de gabinete el miércoles en el palacio presidencial, Woerth dijo que la discutida reforma «no significa otra cosa que salvar nuestro sistema».
El servicio de trenes subterráneos y autobuses de París se redujo en un 25% el miércoles, en comparación con más del 40% el martes, según la autoridad pública de transporte. El transporte público en otras ciudades francesas y las líneas ferroviarias suburbanas en los alrededores de la capital también se vieron afectados.
La Torre Eiffel recibía visitantes el miércoles después del cierre anticipado del martes, que obligó a cientos de personas a desalojarla.
En los dos principales aeropuertos de la capital, Charles de Gaulle y Orly, el tráfico retornó a la normalidad el miércoles por la mañana después que el martes hubo numerosas cancelaciones de vuelos de corta y media distancia, dijo Eric Heraud, vocero de la autoridad de aviación civil.
Los trabajadores en las seis refinerías de la enorme empresa petrolera Total siguieron con sus protestas, y en una declaración el miércoles los dirigentes sindicales dijeron que no se ha producido «una sola gota de petróleo» en esas plantas desde el martes por la mañana, lo que amenaza generar escasez de gasolina.
La huelga que comenzó el martes es la quinta desde mayo, pero esta vez los sindicatos dejaron abierta la posibilidad de extenderla por días o semanas. Los paros anteriores duraron sólo un día.
Se tiene programada una nueva ronda de manifestaciones para el sábado.
Fuente: elnuevoherald.com