Miles de libaneses recibieron en Beirut a Mahmud Ahmadineyad con pancartas y pétalos de flores, y le ovacionaron por la noche en un multitudinario mitin organizado por Hizbolá en uno de sus feudos, el suburbio de Dahiye. Allí, el presidente iraní no defraudó a las masas, a las que arengó con un discurso de orgullo en que retrató al Líbano como «la escuela de la resistencia ante los tiranos de este mundo y la universidad del heroísmo y la yihad» por su actitud ante Israel.
Ahmadineyad se reunió antes en un lugar secreto con Hassan Nasralah, el jefe de Hizbolá, que permanece oculto desde la guerra de 2006 contra el Ejército israelí. A lo largo del día, también se entrevistó con el presidente libanés, Michel Suleiman, al que —según la cadena local LBC— anunció que «Irán está preparando para el Líbano ayuda militar sin límites».
La visita de Mahmud Ahmadineyad se iniciaba ayer entre las llamadas de atención de Estados Unidos, que ha tachado el viaje de «provocativo», y el silencio oficial de Israel, que prefería guardar un «perfil bajo» para no incendiar tensiones y dejar protagonismo a las críticas de otros. Dentro del país del cedro, la alianza pro occidental «14 de marzo», liderada por el primer ministro, Saad Hariri, denunciaba que Ahmadineyad trata a su país como «una base iraní en el Mediterráneo». El dirigente cristiano Samir Geagea iba más allá, al advertir que el invitado llegaba a esa tierra no como presidente de Irán, sino «como presidente de partes del Líbano», en alusión a su ascendente sobre las fuerzas chiíes de Hizbolá.
Temor a desestabilizar
Es máximo el temor a que la apología del enfrentamiento de Ahmadineyad y su apoyo a Hizbolá espolee la inestabilidad dentro y fuera del país. Sobre todo, cuando en el Líbano vuelve a barruntarse guerra civil, a pocos días de que se conozca el informe internacional sobre el asesinato en 2005 del ex primer ministro Rafik Hariri, que podría contener acusaciones contra algún miembro de la milicia que capitanea Nasralah.
Ahmadineyad se desplazará al sur del País del Cedro, donde visitará las aldeas de Qana y Bint Jbeil, devastadas por Israel durante la guerra de 2006 y reconstruidas después con dinero iraní. Un centenar de israelíes se concentraron ayer en la frontera entre ambos países, donde el diario «Al Quds al Arabi» aseguró que el presidente iraní podría personarse para lanzar piedras a suelo israelí en un acto simbólico de hostilidad.
Fuente: ABC