Chubut, con el humilde equipo como emblema, está de vigilia con la visita del conjunto de Almeyda; más atracción en el mágico mundo de las ballenas; Por Ariel Ruya.Son éstos los últimos días del maravilloso arte de la temporada de ballenas.
Un espectáculo sensacional. Puerto Madryn se nutre de ese show, sensible a los sentidos. Ese pequeño gran lugar, en la provincia de Chubut, hace un puñado de meses que tiene un competidor inesperado: el fútbol. La pelota no le ganó al turismo; al menos, por ahora. Sin embargo, la revolución que provoca Guillermo Brown de Puerto Madryn, desde hace algunas pocas semanas, en la elite de la primera B Nacional, reparte el foco de atracción a los pies de la Patagonia. Más aún, a horas del choque con River, en su casa, el coqueto Raúl Conti, con capacidad para 14.500 fanáticos. Acaso el primer escenario medianamente del ascenso en la volátil ruta del equipo millonario.
Guillermo Brown es, en realidad, La Banda. Un club de fútbol de barrio que, de pronto, escaló la montaña del Everest: el 14 de mayo pasado, superó a Huracán de Tres Arroyos por 2 a 0, se consagró en el Argentino A y dio el gran salto, ante unos 15.000 hinchas. Todo un suceso. Muchos, se cree, eran simpatizantes de Deportivo Madryn, el rival de toda la vida, hoy dos categorías abajo, en el Argentino B. Es que ese acontecimiento local no quería perdérselo nadie. Esa cantidad habrá en el gran choque con River, muy diferente de las casi 5000 que suelen seguirlo como local. Cuentan que siempre hay visitantes ilustres: ingleses, alemanes y españoles, turistas de todas las latitudes que se sorprenden, horas antes, con la procesión futbolera.
El estadio es tan pequeño que no tiene construidos los codos. Y el club no tiene más de 2000 socios. Sin embargo, sus jugadores no ganan mal. Profesionales ciento por ciento. Juan Manuel Tevez, su figura, maltratado por algunas lesiones, gana más de 20.000 pesos mensuales, más casa, auto, premios y primas. ¿De dónde recauda el dinero la pequeña entidad? Una respuesta rápida: en Madryn hay dinero. Es una vida más cara que la porteña (el alquiler de un departamento de dos ambientes que en Caballito cuesta 1500 pesos en Madryn sale 2000), en la que el turismo se nutre de un buen pasar. El club es solventado por la municipalidad, empresas medianas y comercios. El sueño es quedarse. Mantenerse. Las divisas, para ese objetivo, salen desde el fondo del mar: las compañías pesqueras son las que más aportan.
El grupo Pescapuerta y la empresa Sofía Pesca renuevan el mercado futbolero. Por los pescados, de algún modo, se sustenta el plantel profesional, que no tiene figuras, que se cae del mapa de las posiciones, pero que en la última jornada superó por 2 a 0 a Gimnasia, en Jujuy. Un aliciente para Dalcio Giovagnoli, que apenas hace un puñado de semanas que se puso el traje de conductor.
«Será el partido más importante de sus vidas», lanza Giovagnoli. Así será. Aunque el cosquilleo es tan grande que en el plantel no esconden que llevan a Madryn en el pecho y a River en el corazón. Sin dar nombres, los de River son mayoría. No piensan tanto en ganar: piensan en disfrutar. «Hay que tener cuidado con el mensaje. Que disfruten, claro. Pero se puede ganar», insiste el DT.
No tiene mucha historia este club en el que también se juega al hockey y al básquetbol, en una ciudad en la que el rugby, además, se lleva su porción de pasión. Es un club de barrio con toda una curiosidad: su presidente es, también, el intendente de la ciudad. Se llama Carlos Eliceche. Suele ser un vecino más dando vueltas por la ciudad del mar y las ballenas. «Hace una semana que por acá no se habla de otra cosa. Es River, claro… Va a ser un acontecimiento provincial», cuenta el patrón de la ciudad hasta diciembre y el líder del club que despierta la curiosidad de todos. Hasta fue el candidato a gobernador por el Frente para la Victoria en la elección interminable en la provincia.
Hasta ayer nomás Madryn era sinónimo del maravilloso espectáculo de las ballenas. Con River en la escenografía, Guillermo Brown transformó el foco local en otro polo de atracción. Bien futbolero.
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