Lágrimas, luto, silencio. ¿Cuál será la reacción de Cristina Fernández de confirmarse la muerte del ex líder Muamar el Gadafi bajo las balas de la OTAN? Las relaciones que mantenían, sino intensas, eran al menos cercanas. Puede reinar el silencio, el mismo que utilizó la mandataria mientras las masacres y la sangre corría por Libia.
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24).- ¿Cómo sigue Cristina Fernández la noticia que conmociona al mundo, atento a la confirmación de la muerte o no del ex líder Muamar el Gadafi?
Hasta ahora, la mandataria se mantuvo siempre en silencio mientras corría sangre en Medio Oriente, que hoy estalla en festejos.
Tanto la mandataria Cristina Fernández como el venezolano Hugo Chávez establacieron buenos lazos con este ex dictador que gobernó por más de 40 años. Claro que no fueron los únicos, ya que, al menos, las relaciones entre Gadafi y el peronismo tienen frondosos antecedentes.
En su primera presidencia, Juan Perón mostró un acercamiento con el mundo árabe y las jóvenes naciones que se estaban independizando tras la descolonización de la Segunda Guerra Mundial. En ese contexto, la Argentina de mediados del siglo pasado se convirtió en uno de los primeros países sudamericanos en reconocer a dos nuevos Estados: Líbano y Siria.
Pero serían el egipcio Gamal Nasser en los 50, y su heredero más conocido, el libio Muamar el Gadafi, en los 70, los líderes árabes con los que el peronismo se sentiría más cómodo, a partir de la coincidencia de la búsqueda de una “tercera posición” en un mundo profundamente dividido en la bipolaridad de la Guerra Fría.
En un breve reseña realizada por el diario ‘Perfil’ hace un tiempo, fue durante el regreso de Perón al poder, en 1973, cuando se profundizó esa alianza histórica con Gadafi. Eran momentos en los que la Argentina ingresaba al Movimiento de Países No Alineados, grupo en el que las naciones árabes tendrían una gran influencia, y el peronismo abrochaba sus lazos con un país petrolero: Libia.
A pesar de que la izquierda de Mario Cámpora parecía ser la línea más cercana a Gadafi, un panarbista que ya había hecho alarde de su aversión contra USA, fue José López Rega el encargado de unir al peronismo con el gadafismo, cuando Isabel Perón sucedió a su esposo en la presidencia argentina.
Aunque varios comandantes montoneros recibirían en 1974 adiestramiento militar en Libia, sería el ‘Brujo’ el responsable de aceitar los vínculos políticos, y sobre todo económicos, de los discípulos de Perón con Gadafi. Otro antecedente, quizá, de las profundas contradicciones internas del peronismo.
En López Rega, el peronismo y la Triple A, Marcelo Larraquy asegura que el acuerdo se produjo por medio del cónsul general de Kuwait, que impulsó el acercamiento de Perón al mundo árabe a través de la organización de una gira por Libia, Egipto y otros países árabes en el último trimestre de 1973. El intercambio que se buscaba era previsible: alimentos argentinos por energía árabe. Y fue capitaneado por López Rega bajo la creación de una Unidad Operativa Proyecto Libia, que quedó a cargo de Celestino Rodríguez para administrar un total de US$200 millones.
Algunas décadas más tarde, cuando el mundo y la Argentina habían cambiado, fue otro peronista el que alzó la voz contra USA durante el ataque que Ronald Reagan ordenó contra Gadafi en 1986. El bombardeo norteamericano contra el líder libio, en el que perdería la vida una hija de Gadafi, sería condenado por Carlos Menem, en ese momento lejos de sus futuras relaciones carnales con la Casa Blanca.
Una vez en el poder de la Argentina, sería Menem, también, el encargado de terminar de desactivar el Cóndor II cediendo a las presiones, precisamente, de USA. En algunos ambientes militares todavía se sostiene la hipótesis de que eran capitales libios los que dieron impulso a ese proyecto misilístico.
Fue, finalmente, otro gobierno peronista el que mantuvo el último contacto de una autoridad local con Gadafi. Cristina Fernández visitó Trípoli en noviembre de 2008 y desde la capital libia hizo gestos de acercamiento a aquel hombre que había coqueteado con López Rega.
«Es necesario sumar voluntades de todos los que creemos que debe existir una sociedad más justa», anunció Cristina.
Ese día, la aún mandataria argentina se comparó con el ex dictador. Durante una cena coincidió con su anfitrión en que es necesario un sistema de «equilibrio y armonía» entre las naciones para superar las dificultades y «aunar esfuerzos sur-sur en un momento de devastación de los grandes centros económicos mundiales».
Luego, indicó: «Yo también, al igual que el líder de la nación Libia, hemos sido militantes políticos, desde muy jóvenes, hemos abrazado ideas y convicciones muy fuertes y con un sesgo fuertemente cuestionador al estatus quo que siempre se quiere imponer para que nada cambie y nada pueda transformarse», manifestó en el marco de la apertura de un seminario económico en una gira por países árabes y del norte de África.
Luego, se animó a vaticinar que se vendrían tiempos complicados para el Coronel: «vamos a atravesar momentos difíciles porque, de hecho, eso está sucediendo en muchos países y por eso considero necesario articular esfuerzos, aunar recursos y sumar voluntades.»
Volverían a verse un año más tarde en la Isla Margarita, Venezuela, durante la II Cumbre América del Sur-Africa y posarían sonrientes para las fotos de ocasión junto con el anfitrión Hugo Chávez. Luego, había un encuentro preparado. Pero el conflicto, hizo que el plan se suspendiera y Cristina no volvió a hablar con Gadafi.
Esquivó así el evento, pero es muy probable que por estas horas, Cristina quiera borrar aquellas declaraciones, sobre todo teniendo en cuenta la coyuntura actual no solo internacional sino también el contexto local. Pero no se puede borrar con el codo lo que se escribe con la mano…