Piden 35 años para el «Rulo» Palacios por aberrantes ultrajes en City Bell

El acusado, ya condenado por el homicidio de una mujer, fue sindicado por obligar a parejas a tener relaciones y luego violar a la chica, en medio de otros espantosos vejámenes

La fiscal de juicio de La Plata Patricia Raninqueo pidió ayer la pena de 35 años de prisión por más de diez actos de violación, pero que subsumió en sólo tres. Es que, según afirmó ante el Tribunal en lo Criminal IV, el acusado Reynaldo “Rulo” Palacios en cada hecho fue autor “mediato” o “inmediato” de los abusos sexuales.
Eso que a primera vista parece apenas un tecnicismo jurídico dio cuenta del aberrante modus operandi del imputado. Es que, en varios hechos, según refrendó la fiscal, con similares características, el “Rulo” aguardaba a sus víctimas en los patios o parques de City Bell, a punta de pistola las hacía ingresar a sus casas y, si bien hablaba de un robo y exigía algunas pertenencias, en ningún caso se llevó grandes sumas de dinero ni tampoco objetos de un valor considerable.
La modalidad más habitual, indicó la fiscal Raninqueo, era obligar a desnudarse a sus víctimas, hombres o mujeres. Por ejemplo, uno de los casos ocurrió el 6 de noviembre de 2005 en un cotizado chalet de City Bell. Primero encañonó al marido para que tuviera sexo oral con ella, luego lo hizo con un amigo del marido que estaba en la casa. Luego les exigió a ambos tener relaciones sexuales con la mujer. Y después lo hizo el propio imputado, por vía vaginal y anal.
Según la acusación fiscal, el “Rulo” Palacios, mientras él accedía carnalmente a la mujer o coaccionaba a los hombres allí presentes a que lo hicieran, iba simulando un robo o pedía que le dieran de comer o de beber. A esta mujer, por ejemplo, la llevó a la cocina con el dedo dentro de la vagina hasta que le sirvió Coca-Cola en un vaso. Todos los actos los hizo empuñando un arma de fuego.
También surge de la acusación fiscal que, cuando estaba obligando a los dos hombres a tener relaciones, pasó un patrullero y aprovechó para decirles a sus víctimas: “¿Vieron qué boludos son esos polis? Yo divirtiéndome y ellos allá afuera”.
Ese sarcasmo, según la fiscal, lo mezcló el imputado con una gran demostración de previsiones y cuidados. “Siempre usó preservativos en todos los casos, incluso, cuando se le rompió uno, fue el único momento en que se puso tenso. Se limpió con la remera de la mujer, y la limpió a ella. Luego la llevó a que se lavara en el baño, y que lavara la bombacha. Y al irse de la casa se llevó todos los preservativos usados, la toalla femenina y la ropa interior de la víctima y la remera. El vaso de Coca-Cola también lo limpió y obligaba a cada víctima a que abrieran las puertas cuando revisó las habitaciones; jamás tocó siquiera un picaporte, demostrando en todo momento manejar la situación y tener pleno dominio”, enfatizó la fiscal.
El otro hecho de abuso sexual se cometió el 26 de octubre de 2005, en otra vivienda de City Bell, cuando sorprendió a una joven pareja, con igual modus operandi. Y el tercer episodio que se imputó fue el 1° de noviembre, cuando atacó a una mujer sola en su casa. Por estos tres hechos, formuló su acusación de 35 años de cárcel la fiscal Raninqueo, destacando que en cada uno hubo más de un abuso sexual “mediato” o “inmediato”, sumado a una decena de otros vejámenes que jamás fueron denunciados por otros vecinos de City Bell, y que sin embargo fueron relatados por los testigos durante el juicio (ver recuadro).

Agravantes del abuso sexual

La defensora oficial Gladys López pidió ante los jueces del Tribunal en lo Criminal IV de La Plata la absolución por el hecho registrado el 1° de noviembre de 2005. Dijo que no estaba probado. Y a la vez, sorprendió a los magistrados cuando admitió la calificación en los otros dos hechos que se le endilgan a Palacios -el del 26 de octubre y el de 6 de noviembre de ese año-, por abuso sexual con acceso carnal.
La defensora oficial pidió por esos dos hechos la pena mínima de esa figura legal y solicitó que no se tuvieran en cuenta ni la coacción ni el agravamiento por el uso de arma de fuego. Tampoco la privación de la libertad. Es que todos esos cargos fueron considerados por la fiscal Raninqueo como un delito continuado -con sumatoria de las penas máximas-, y además computó como agravantes la pluralidad de víctimas, la nocturnidad y los daños provocados: “Aún hoy, las víctimas tienen problemas para relacionarse, tienen miedo cuando salen a la calle, se les acerca alguien o suben un taxi”.

Reconocido en pleno juicio oral

Al citar los elementos de prueba, la fiscal Patricia Raninqueo (foto) destacó las “directas imputaciones” que formularon las víctimas, tanto mujeres como hombres, que reconocieron al acusado primero al dictar los identikits en sede policial, y luego al reconocerlo en pleno juicio oral.
Raninqueo también destacó que las víctimas reconocieron varios de los elementos que les había robado el “Rulo” cuando la Policía le allanó la casa, como celulares, monederos y billeteras.
En la sala de audiencias, había varios alumnos de la Facultad de Derecho que al salir del fuero consideraron que la pena solicitada había sido “baja” porque el máximo de los delitos planteados era superior a los 50 años de prisión.
Palacios fue identificado porque una de las víctimas le mintió el apellido. Y el imputado le dijo: “Ah, yo salí de novio con tu tía. Si sabía que eras vos, no te hacía nada”. La Policía fue a ver a esa mujer y así comenzaron a desandar la investigación.

El colmo del sarcasmo

Una de las víctimas contó que mientras violaba a la mujer delante de su marido y un amigo de éste, comenzó a llamar con su celular a un par de conocidos. A uno le dijo: “Venite con un bolso, así nos robamos de todo”. Después se comunicó con una chica, siempre apuntando con un arma de fuego a sus víctimas, y le dijo: “Escuchá, me estoy c… a una mina, delante de dos tipos… Vení que es una fiesta”. La víctima dijo que del otro lado se escuchaba la voz femenina.
En esa casa, según las víctimas, estuvo tres horas.
El Tribunal en lo Criminal IV, integrado por Emir Caputo Tártara, Inés Siro y Gloria Berzosa, anunció la lectura del veredicto para el jueves próximo a las 8.30.

Corte de pelo wachiturro, kilos de más y pesas intramuros

Por su corte de pelo y su fisonomía, podría ser confundido en la calle con un popular wachiturro. Pero a la vez lo alejarían de ese mote sus años de prisión, sus kilos de más, entre engorde y pesas intramuros. Poco queda de aquel “Rulo” menudo, que hace unos años subía por primera vez al banquillo para ser condenado por un homicidio. Eso fue en 2001, cuando otro tribunal platense le aplicó 14 años de pena por matar junto a otros cómplices, jamás investigados, a Beatriz Martínez en su coqueta casaquinta de Gonnet Bell.
El dato es clave. Primero, porque estando en libertad condicional (Palacios cumplió apenas cinco de los catorce años), volvió a ser detenido imputado por al menos seis casos de abuso sexual. Y segundo, porque las modalidades que describieron los testigos en estas violaciones son exactamente las mismas con las perpetradas en el crimen de Beatriz Martínez: según los testimonios, aguardó agazapado en el jardín, atacó a la víctima, la amedrentó con un arma de fuego, la sometió a toda clase de ultrajes y se llevó algunas cosas de valor.
Cada ataque duró varias horas. Obraba con frialdad y manejo de la situación. Eso ocurrió con esa mujer también, que fue hallada atada a una cama, desnuda y con signos de haber sido accedida carnalmente por mútliples vías. Las manchas de semen habían sido limpiadas. No había huellas. Y varios elementos “tocados” aparecieron dentro de una piscina. Además, varios testigos aquella noche de enero de 2001, vieron al “Rulo” pasando por las calles de City Bell a bordo de un Corsa blanco: el auto de Beatriz Martínez.
Ese accionar también fue desplegado en los hechos imputados ayer en el juicio oral que también lo tiene al “Rulo” Palacios en el banquillo.

Fuente: Diario Hoy