Hijo de una madre soltera, fue adoptado por una pareja de Mountain View cuando tenía una semana. Tenía 21 años cuando creó Apple en el garaje de la familia y se convirtió en el máximo referente del mundo de la tecnología. La historia de un hombre de carne y hueso.
La vida de Steven Paul Jobs, al igual que la de muchos, pasó por muchas etapas y tuvo de todo. Tristezas y alegrías, momentos felices y otros no tanto. Es que no sólo se trató de un genio que hizo maravillas en el área tecnológica, creando un nuevo paradigma en este mundo. Detrás de todo eso había también un hombre de carne y hueso, con virtudes y defectos.
Nació el 24 de febrero de 1955 en San Francisco, era hijo de Joanne Schieble -para entonces una estudiante de posgrado soltera- y Abdulfattah Jandali, un estudiante originario de Siria. Fue entregado en adopción a Clara y Paul Jobs, una pareja en la cercana Mountain View con apenas una semana de vida.
Creció entre los huertos que un día se convertirían en el centro tecnológico que en la actualidad constituye el Silicon Valley, que también lo vio crecer y transformarse de marginado en genial visionario. Sus padres adoptivos fueron quienes alentaron su pasión por la electrónica.
Cuando tenía 20 años, realizó un viaje espiritual a India y regresó con la cabeza rapada y utilizando ropajes hindúes tradicionales.
Rápidamente ya iba a mostrar su interés en el mundo 2.0. Consiguió trabajo como técnico de los videojuegos Atari y asistió a un club de garaje llamado «Homebrew Computer Club» (Club de Computadoras Caseras) con Wozniak, que, como Jobs, se había marginado de la escuela.
Jobs tenía 21 y Wozniak 26 cuando fundaron Apple Computer en el garaje de la familia Jobs en 1976.
Mientras Microsoft vendía licencias de su software a fabricantes de computadoras con precios para las masas, Apple mantuvo su tecnología en privado y la ofrecía a gente deseosa de pagar por un diseño y un desempeño superior.
Bajo la dirección de Jobs, la compañía introdujo sus primeras computadoras Apple y luego la Macintosh, que se volvió muy popular en los años 1980.
Guió a Apple y la llevó a lo más alto del mercado mundial, convirtiéndola de una empresa rudimentaria de dos empleados en un gigante del Sillicon Valley, especialmente después del lanzamiento de la Apple II, la primera computadora de uso masivo.
Ahora, qué ocurría con Jobs mientras su fama crecía y alcanza multitudes. Pasó de sus días de célebre soltero, que incluyeron una relación con la cantante folk Joan Baez, a establecerse para hacer vida de familia en Palo Alto.
En 1991 se casó en una ceremonia presidida por un monje budista con Laurene Powell. Tuvo tres hijos – Reed, Erin y Eve-. y una hija con una mujer con la que había mantenido una relación previa a su matrimonio.
Durante dos años negó ser el padre de Lisa, fruto de su relación con su novia Chrisann Brennan y que nació en 1978. Años más tarde, bautizaría a un modelo de computadora con ese nombre.
Dejó Apple en 1985 tras una lucha de poder interna e inició la compañía NeXT Computer, especializada en terminales de trabajo sofisticadas para empresas.
Días difíciles. Se sometió en 2004 a una operación de cáncer de páncreas, pero regresó tres años más tarde con el iPhone y su popular pantalla táctil.
Luego, se tomó licencia en enero de 2009, pero regresó al trabajo en junio de ese mismo año, tras someterse a un trasplante de hígado, con aspecto demacrado pero le aseguró al mundo que se sentía saludable y que estaba dispuesto a dar batalla.
Jobs era un hombre carismático y expresivo, un vendedor por naturaleza y un oráculo de su industria que parecía intuir las necesidades de los consumidores antes que ellos mismos. Un total visionario.
En privado, algunos lo calificaban de jefe autoritario y errático que hacía exigencias irrazonables y humillaba a sus empleados. Su biógrafo Alan Deutschman lo describió como «emocionalmente inestable y excesivamente errátil».
Sus palabras no daban lugar para el análisis. «Siempre dije que, si llegaba el día en que no pudiera cumplir con mis deberes y las expectativas como director de Apple, sería el primero en hacerlo saber. Así que renuncio como director general de Apple», admitió, aunque allegados reconocen que jamás logró alejarse del todo de la empresa y siguió de cerca todos los movimientos.
En definitiva, el destino quiso que Jobs no pudiera cumplir con su promesa de volver. Ahora su mitó vivirá por siempre.
Fuente: El Argentino