Antonio Palocci estaba siendo cuestionado por su crecimiento patrimonial de U$S 12 millones en cuatro años. La Fiscalía desistió de investigar al ex ministro, pero la oposición sostenía sus críticas. El cargo será ocupado por Hoffmann.
La presidente de Brasil, Dilma Rousseff, no dejó pasar ni un segundo: casi al mismo tiempo que le aceptó la renuncia a su jefe de gabinete, Antonio Palocci, designó en su reemplazo a la senadora Gleisi Hoffmann, abogada de 45 años, esposa del ministro de Comunicaciones, Paulo Bernardo, y sin experiencia administrativa.
Palocci vivió dos sensaciones contradictorias en simultáneo. Aliviado en el frente judicial por la decisión del procurador (fiscal) general de la República, Roberto Gurgel, de que no iba a investigarlo penalmente por la falta de indicios sobre su enriquecimiento ilícito, se enfrentó con el final de su carrera política, que podría haber sido coronada con la candidatura presidencial en 2014.
El ex ministro de Hacienda de Luis Inacio Lula da Silva entre 2003 y 2006 (dejó el cargo imputado de ordenar la divulgación de datos privados bancarios, cargo del que fue absuelto en 2009), estaba acusado de haber aumentado en 20 veces su patrimonio en los últimos cuatro años, cuando se desempeñó al mismo tiempo como diputado federal y prestaba servicios de consultoría a través de su empresa Projeto. El monto del incremento patrimonial sospechado supera los U$S 12 millones (unos 20 millones de reales).
No resistió a tres semanas de polémica y acusaciones cruzadas, potenciadas por la repercusión periodística del caso, por los planteos parlamentarios de la oposición y por la tensión que causó en el seno del oficialista Partido de los Trabajadores (PT).
Esta es la más importante crisis vivida por Rousseff desde su investidura el 1 de enero, y le costó al Gobierno la salida de un eficiente articulador político con excelentes relaciones inclusive con la oposición y el mercado financiero, que reaccionó ayer con indicadores a la baja, pero sin que se genere una gran alarma. Además, fue el jefe de la campaña electoral que culminó con la victoria oficialista en 2010.
En la escueta nota oficial de renuncia, Palocci afirmó que la «robusta manifestación del fiscal confirmó la legalidad y la rectitud» de sus actividades profesionales «en período reciente», pero admitió que «la continuidad del embate político podría perjudicar sus atribuciones en el Gobierno». Por su parte, Rousseff anunció que aceptaba la dimisión, lamentó «la pérdida de tan importante colaborador», destacó «su valiosa participación» en el gabinete y le agradeció «los inestimables servicios que prestó al Gobierno y al país».
El inicio
Hace tres semanas, el diario Folha de Sao Paulo reveló que el patrimonio de Palocci se había multiplicado por 20 en los últimos cuatro años. Palocci afirmó que sus actividades empresariales se mantuvieron estrictamente en el ámbito privado y que no hubo tráfico de influencias.
El diputado Sergio Guerra, presidente del Partido de la Social Democracia Brasileña (el PSDB es la principal agrupación opositora del país), consideró: «Palocci tardó mucho en irse; fueron tres semanas en las que el país sangró, el gobierno sangró, el Congreso quedó paralizado y faltó el liderazgo de la Presidente». En su visión, el ex funcionario «es una persona muy competente que se perdió en episodios inexplicables». «La salida (de Palocci) cambia el perfil de la situación que hemos vivido en las últimas semanas», advirtió, en tanto, el diputado Antonio Carlos Magalhaes Neto, líder del opositor partido Demócratas.
El ex ministro es médico sanitarista y un militante troskista que adhirió al PT y que ocupó la alcaldía de la paulista Ribeirao Preto, una ciudad de fuerte producción de caña de azúcar y sus altos niveles de ingresos.
Fuente: Especial-AFP-Télam-Reuters-La Gaceta