Desde ayer la venta de las clásicas lamparitas está prohibida y serán reemplazadas de forma gradual por las de bajo consumo, que son más caras, pero duran más. El recambio total llevará hasta dos años.
Argentina se despidió ayer de la venta de las lamparitas de luz incandescentes para dar paso a la comercialización únicamente de las lámparas fluorescentes (llamadas de “bajo consumo”), led y las incandescentes halógenas (las más parecidas a las incandescentes tradicionales) entre otras nuevas tecnologías de bajo consumo de electricidad.
La decisión fue regulada por una ley del Congreso sancionada a fines de 2008 y promulgada en enero de 2009 y exceptúa a las bombitas de 25 watts o menos. Todas las nuevas alternativas tienen una vida útil que va del doble a 50 veces más que las incandescentes. Se calcula que el consumo de energía destinado a la iluminación se reducirá entre un 30 y un 70%. Además, se consiguen lámparas con roscas compatibles con los portalámparas comunes. Entre las contras, se destaca que si bien tienen una mayor duración también son más caras.
La organización ecologista Greenpeace, promotora de la medida, celebró la entrada en vigencia de la ley. “Se trata de un paso muy importante en eficiencia energética, ya que cada lámpara representa un ahorro de energía de alrededor del 80%”, destacó Hernán Giardini, coordinador de la campaña de cambio climático de Greenpeace.
“El reemplazo total de las bombitas tradicionales significará una reducción muy importante en el consumo eléctrico y contribuirá a generar menos gases de efecto invernadero que provocan el cambio climático”, señaló Giardini. Según los cálculos de la organización ambientalista, el ahorro anual en el sector residencial podría ascender a 4.200 GWh, casi el doble de lo que produce la central nuclear argentina Atucha I.
Otras organizaciones ecologistas advierten en tanto sobre la peligrosidad que implica para el medio ambiente el mercurio contenido en las bombillas y tubos fluorescentes. En este sentido, por el momento, se recomienda no tirarlas con la basura domiciliaria y esperar a que se dicten normas sobre su tratamiento.
De todas maneras, el cambio será gradual, a pesar de que las lamparitas clásicas ya no se vendan. “El consumidor todavía necesita educarse. Cuesta asimilar que el ahorro de energía con las lámparas de bajo consumo es muy grande y que, si bien son más caras, también duran mucho más”, consideró Claudio Kramer, gerente de Cámara Argentina de Industrias Electrónicas, Electromecánicas, Luminotécnicas, Telecomunicaciones, Informática y Control Automático (Cadieel). Además, según cálculos, las bombitas durarán en las casas, al menos, dos años más.
Fuente: La Razón