Olimpo no está felí

¡Pero Román sí! Martínez hizo dos golazos (el 2°, riquelmeano) y así Tigre impidió que en Bahía Blanca se festeje abandonar la Promoción y ponerse a tres de Vélez.

No sólo Román Riquelme anda por la tele diciendo que es felí. Hay otro Román, de finos botines también, que tendrá una semana a pura sonrisa. Porque Martínez volvió a pisarla como sabe, volvió a manejar el mediocampo (propio y ajeno) con sus tiempos, y volvió a meterla después de casi tres años con la camiseta de Tigre. Y por dos. Y dos golazos. Sobre todo el segundo, en el que se la pinchó a Tombolini desde afuera del área, como quien no quiere la cosa, como si no le costara nada semejante destreza. Para que el Matador edificara un punto importante en su lucha por engrosar un Promedio en curva descendente, para mantener el invicto por tercer partido consecutivo, en una cancha difícil en los papeles, papita desde las estadísticas más recientes. Porque Olimpo no gana en Bahía Blanca hace ya cuatro partidos, y ayer sufrió el asterisco de, encima, dejar pasar la oportunidad de salir de la zona roja del descenso y de ponerse a tres puntos de Vélez, el puntero.

Hizo, sin embargo, un reconocible esfuerzo por ganar Olimpo. Galván escalando por afuera, Rolle craneando los ataques y Bareiro con la mira enderezada fueron lo más interesante y productivo que mostró el equipo de De Felippe, quien incluso estuvo atinado en los momentos de mover el banco y apostar por Maggiolo (Furch no justificó la confianza obtenida), Aguirre y Salóm. No le alcanzó, igual, para batir a un Matador que contó con el ya mencionado inspirado Martínez y el buen acompañamiento ofensivo de Morales. Y, pese a que ayer Stracqualursi dio changüí (sobre todo en una de las últimas jugadas del partidos, donde se morfó un mano a mano por… morfón), el local no aprovechó sus varios acercamientos a la meta contraria. Tuvo, de hecho, también una Salóm en el epílogo, pegadita a la de Stracqua, la cual atoró y salvó Islas, reivindicándose un poco del gol que se comió, el 1-0 de Olimpo, una débil remate de Galván al que le puso manos de manteca.

Salvando los pozos de sosiego en los que supo caer el encuentro, hubo ida y vuelta casi crónico, por lo que el empate resultó un score justo. Lo pudo ganar cualquiera, la mala puntería y el abuso de la falla en el cálculo para evitar el offside hicieron lo suyo, y así, el punto a Tigre le sirvió, pero a Olimpo, al menos a priori, no se le contagió la felicidad de Román…

Fuente: Olé