Narcoavión: más nexos colombianos

Entre noviembre y diciembre pasados, cuando el lujoso jet Bombardier Challenger 604 estaba estacionado en el aeródromo de Morón, Gustavo Juliá llamó en un par de oportunidades a un misterioso número telefónico en Colombia.

Juliá, detenido en España desde el 2 de enero último junto a su hermano Eduardo y el piloto Matías Miret, acusado de intentar traficar casi una tonelada de cocaína en el lujoso jet, no fue la única persona que llamó al número telefónico de Colombia.

Según informaron a La Nacion fuentes judiciales, un grupo de entre tres y cuatro colombianos se comunicaron desde la Argentina a la misma línea a la que llamó Juliá.

«Es más: ese grupo de colombianos llamó varias veces a un teléfono celular de Juliá. Obviamente esos teléfonos no estaban a nombre de los colombianos», explicó a La Nacion un investigador.

También los ciudadanos extranjeros visitaron un comercio de la ciudad de Buenos Aires, en la zona de Once, donde se venden telas especiales para tapizar butacas y sofás de aviones.

Ese es otro indicio de su presunta relación con la droga secuestrada en España. Según pudo saber La Nacion, la cocaína habría sido escondida en un falso sofá de madera que los sospechosos mandaron fabricar para camuflar la carga.

Ahora el juez en lo penal económico Alejandro Catania y su secretario Martín Castellano intentan identificar a ese grupo de colombianos que vivieron en la Argentina y que se relacionaron con, por lo menos, uno de los hermanos Juliá.
Sin identificar

Catania y Castellano investigan desde enero pasado dónde se cargaron los 944 kg de cocaína secuestrados por la Guardia Civil española en el aeropuerto de El Prat, en Barcelona.

La hipótesis principal sostiene que los estupefacientes fueron subidos a la aeronave cuando ésta estuvo en Morón, desde el 6 de noviembre hasta el 30 de diciembre pasados.

«Como todavía no pudimos identificar a los ciudadanos colombianos, no podemos saber si están en la Argentina o si ya abandonaron el país», agregó la fuente consultada.

No es la primera pista que une la causa del narcoavión con Colombia. En uno de los teléfonos que le fueron secuestrados a Juliá en España se descubrió, bajo las crípticas iniciales M.E.M., un número de teléfono de Santa Cruz de la Sierra. Esa línea, según fuentes de la policía de Bolivia, pertenecería a un jefe narco colombiano conocido con el alias de «Memo».

Cabe recordar que Gustavo Juliá hizo un viaje a Santa Cruz de la Sierra en abril del año pasado, donde se supone comenzó a cerrar el negocio que lo llevó a prisión.

El lujoso jet salió del aeropuerto internacional de Ezeiza el primer día de este año. Según pudo reconstruir el juez Catania con numerosos testigos, el avión despegó sin haber sido revisado por el personal de la Aduana.

Esos empleados, que declararon como testigos ante Catania y Castellano, explicaron que no todos los aviones que aterrizan o despegan en Ezeiza son revisados. Sostuvieron que se manejan con un criterio de selectividad y que, en este caso en particular, «no había ningún elemento que hiciera sospechar», explicaron a La Nacion fuentes de la investigación.

Lo cierto es que el avión estaba cargado con 944 kg de cocaína. Despegó del aeropuerto de Ezeiza pasadas las 20 del 1° de enero pasado, hizo una escala en el aeropuerto de la Isla de Sal, en Cabo Verde, y llegó a Barcelona el 2 de enero. Desde ese día, los hermanos Juliá y Miret están presos.

Fuente: La Nación