El caso ocurrió el año pasado, frente a Aeroparque. Tras el accidente, el conductor huyó y cayó nueve días después. La familia se quejó de la exigua pena
Reconoció su culpabilidad, evitó el juicio oral y se sometió a uno abreviado, en donde ayer fue condenado a tres años de prisión por haber atropellado y matado en 2014 a Michelle Tamara Álvarez, una joven neuquina que estudiaba Odontología en la Universidad Nacional de La Plata, informaron ayer fuentes judiciales.
El responsable de la tragedia es un taxista de más de 60 años, quien se llevó por delante a la mujer el 16 de julio a las 23.55 en la avenida Costanera Rafael de Obligado, frente al Aeroparque, a donde se dirigía la estudiante para viajar en un vuelo hacia Zapala, de donde era oriunda y vive su familia.
Cometido el accidente, el conductor huyó, sin asistir a la víctima, quien fue arrastrada 30 metros por la avenida. Luego de una intensa búsqueda, cayó nueve días después al ser delatado por un mecánico a cuyo taller había llevado el Volkswagen Suran para repararlo de los golpes producidos por el impacto.
Fuentes judiciales informaron que el imputado, Alberto Roque Sachetti, fue hallado responsable del delito de homicidio culposo agravado por la conducción imprudente de un vehículo automotor y no podrá conducir ningún tipo de vehículo durante el lapso de cinco años, además de haberlo condenado a tres.
La querella no quedó conforme con el fallo, ya que lo considera insuficiente, mientras que la familia de Álvarez expresó su malestar por el acuerdo de juicio abreviado celebrado ante la fiscal subrogante Mónica Cuñarro y Sachetti.
“Frente a esta noticia y en oportunidad de expresar su opinión, la familia solamente tiene palabras de indignación, falta de contención judicial e impotencia”, se quejaron los allegados de la joven, quien al momento del accidente estaba con un amigo que la había acompañado desde nuestra ciudad hasta Aeroparque. Se agregó que “vemos insuficiente la pena acordada, y sólo queda para la familia y amigos de Michelle palabras que invocan sentimientos de dolor, bronca e impunidad, no ajustándose ni mínimamente a todo el daño causado por el asesino”.
Por último, manifestaron que el taxista “no tuvo ni una pizca de pizca de humanidad para detenerse y socorrer a la persona que había colisionado” ni tampoco “ningún tipo de remordimiento para, en días posteriores, presentarse en alguna comisaría para confesar lo que había ocurrido. Solamente pensó en hacer desaparecer todo rastro de lo acontecido haciendo reparar el vehículo”.
Fuente:La Razon