Le dijo al juez que salió de su casa por una urgencia

Declaró por la salida sin permiso a la farmacia. Definen si le conceden la libertad condicional. La defensa adelantó que la pericias del SPB son positivas

¿Qué pasa en este enero de térmica con alerta naranja que durante varios días nos dedicamos a hablar sobre si el cuádruple homicida Ricardo Barreda fue a la farmacia? Un enjambre de periodistas lo aguardaron ayer a primera hora, a la salida del departamento en el barrio de Belgrano. El odontólogo esbozó una extraña sonrisa, sacó la lengua, y trató de evadir los micrófonos, que le pasaban por la cara. A las 11, el doble de noteros y movileros estaban apostados en el Fuero Penal de 8 y 56.
Barreda fue trasladado allí y, durante una hora y media, le aseguró al juez de Ejecución Raúl Dalto que, hace una semana, se sintió mareado, “descompensado”. Y se cruzó a la farmacia a tomarse la presión. Y que, al regresar, llamó a la Cámara de La Plata. Y listo. Dijo que consideró que “era una urgencia”.
Ahora será el juez quien defina si Barreda infringió el arresto domiciliario. Pero la salida a la farmacia es apenas un apéndice en la resolución de fondo que tomará el magistrado. Es decir, si efectiviza la libertad condicional. El viernes llegaron las pericias del Servicio Penitenciario. Y ayer, la defensa aseguró que “son positivas”.
El juez asegura que aún no tomó contacto con esas pericias.Por más que el informe tenga 2 o 100 fojas, hay una parte final, donde los expertos dicen si el odontólogo es capaz de desenvolverse en un ambiente social en libertad, si es peligroso para sí o para terceros. Eso puede significar volver a la cárcel, o la libertad tan esperada desde hace 18 años, cuando perforó a escopetazos a sus dos hijas, su esposa y su suegra.
Barreda, desde el 5 de enero, tiene la libertad condicional “concedida” por la Cámara Penal de La Plata. Y desde el 27 de diciembre, cuenta con un cómputo establecido por el juez Dalto de 30 años y 7 meses.
Lo que se vio ayer fue un hombre muy deteriorado. Caminaba lento, con un almohadón naranja en la mano. Dijo que era por “el traqueteo de la camioneta del Servicio Penitenciario”. Todavía está con la malla inguinal, que los cirujanos le pusieron en diciembre al ser operado por segunda vez de una hernia.
¿Por qué tantos años después concita la atención este hombre de 75 años? Por lo aberrante del crimen, por el vínculo de las víctimas con el victimario, por el estatus social que detentaban, por las frases de la “parra” o “conchita” -entre tantas otras- de aquel singular juicio oral, porque fue condenado a reclusión perpetua y, hace escasos días, se la dieron como una pena cumplida.
Ayer, un grupo de mujeres, militantes contra la violencia de género, con megáfono en mano, lo esperaron a Barreda junto
a los periodistas. Lo insultaron a gritos. Barreda apretó fuerte su almohada naranja.
La situación de Barreda quedó bajo la lupa cuando días atrás un camarógrafo de Canal 9 tomó imágenes suyas junto a su pareja, Berta “Pochi” André, cuando caminaban frente a su domicilio, en el barrio porteño de Belgrano.
Cada movimiento del cuádruple homicida arrastra la mirada del ojo público. Y, con ello, decenas de periodistas, de declaraciones, de testigos y pericias. Ayer, Barreda dijo que se trató de “una urgencia”. Hace 18 años dijo que le explotó la cabeza, fue al bajo escalera, y junto al casco estaba la escopeta española Víctor Sarrasqueta que le regaló su suegra. Y en aquella coqueta casona, de 48, 11 y 12, desató la masacre.

“Mató a cuatro personas: tiene que volver a la cárcel”

El juez Raúl Dalto anunció que entre hoy y mañana se expedirá sobre la posibilidad de revocar o mantener el arresto domiciliario.
Sobre los dichos del homicida, explicó que “declaró en un sentido muy similar con las demás declaraciones que se dieron”, haciendo mención a lo dicho por el camarógrafo de Canal 9, quien tomó las imágenes del odontólogo fuera de su domicilio, y las empleadas de la farmacia a la que presuntamente Barreda acudió para tomarse la presión.
En los tribunales platenses se encontraba hoy Rosa Schonfeld, madre de Miguel Bru, el estudiante de Periodismo asesinado por miembros de la Policía bonaerense en 1992, quien, como defensora de los derechos de la mujer, cuestionó la prisión domiciliaria de Barreda al considerar que “debe pagar con la cárcel por los delitos que cometió. Mató a cuatro personas y hoy está beneficiado con un arresto domiciliario, el cual inclusive violó. Por eso corresponde que lo manden de nuevo a la cárcel, no a Gorina, sino que lo manden a Olmos, como cualquier preso común”, señaló. “Apelamos a la coherencia judicial, que tengan en cuenta que mató cuatro mujeres que eran su familia y nunca se arrepintió, concluyó.

Fuente: Diario Hoy