Como un campo minado, donde los explosivos estallan uno tras otros y dejan heridos por todas partes. Así es Banfield. Un club donde la tranquilidad se tomó vacaciones durante el verano y le cedió el protagonismo al escándalo. Ayer pasó de todo. Primero, un partido amistoso de escasa trascendencia contra Estudiantes de Buenos Aires terminó abruptamente en medio de un insultos y agresiones. Los jugadores de ambos equipos se tomaran a golpes a partir de un codazo que le aplicó Jorge Achucarro, a Juan Gáspari. El episodio, que terminó con el futbolista del equipo del ascenso con el tabique fracturado, eclipsó incluso la figura de Walter Erviti, quien jugó un partido para el equipo de suplentes.
El encuentro «amistoso» se disputaba en el predio de Apand de Mar del Plata, en la zona de Camet y el hecho se produjo a los 23 minutos, cuando estaban empatando 0 a 0.
El partido era rudo. Demaiado por tratarse de un amistoso. Achucarro le dio un codazo a Gáspari, que devolvió la agresión y desencadenó otras reacciones.
El partido fue suspendido y una vez que se fue la delegación de Estudiantes, los jugadores de Banfield siguieron jugando titulares contra suplentes. Ahí comenzó el show de Erviti. El volante se enojó primero con su compañero Ariel Rosada; minutos después se molestó por un pase mal dado y tiró el balón lejos. De inmediato, se sentó sobre la pelota al costado del arco y se negó a seguir jugando.
Posteriormente atacó duramente al máximo dirigente del club, Carlos Portell. «El problema es con el presidente. La relación está terminada», aseguró. Y hubo más: «me mintieron. Se hace muy difícil convivir con él. Pasó por mi mente dejar el fútbol. Estoy bajoneado. Me molesta lo que pasó. Él me quiso exponer: primero con el doping, después con el pase. Igual voy a jugar en Banfield y rendir mejor que antes», se desahogó Erviti en diálogo con radio La Red. Banfield vivió un día de furia. ¿Cómo sigue la historia?
Fuente: La Gaceta