Esta nueva técnica no sólo permitió salvar millones de vidas sino que abrió nuevos caminos en la evolución de la medicina a nivel mundial y fue soporte imprescindible en el desarrollo de cirugías, trasplantes y tratamientos oncológicos, convirtiéndose en un hito de la medicina
El 9 de noviembre de 1914 el médico argentino Luis Agote efectuaba en el Instituto Modelo del Hospital Rawson de Buenos Aires la primera transfusión sanguínea, un descubrimiento científico impulsado por ese médico pionero, investigador y político, brillante exponente de la generación del ’90.
La técnica desarrollada por el médico argentino Luis Agote, la transfusión de sangre anticoagulada con citrato de sodio, se aplicó por primera vez a una madre que sufría una hemorragia posparto y el donante fue el portero del Instituto Modelo, Raúl Mosquera.
Este hito en materia de salubridad coincidió con el inicio de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y el propio Agote pediría al gobierno nacional de la época que transmitiera la exitosa experiencia a los países beligerantes. “El resultado fue tan favorable que se tuvo, desde ese instante, la firme convicción de que el problema estaba resuelto”, dijo Agote tras aquella primera experiencia.
En homenaje a Luis Agote, cada 9 de noviembre se conmemora en el país el “Día Nacional del Donante de Sangre”, en el marco del cual el Ministerio de Salud de la Nación desarrolla una serie de actividades.
La técnica de transfusión
La técnica de la transfusión sanguínea era un objetivo largamente perseguido por la comunidad científica mucho antes del siglo XX, que tropezaba con importantes riesgos que llegaban hasta la muerte impidiendo aplicarla de forma general.
Motivado por las continuas hemorragias que sufría un niño hemofílico de su familia y ante la imposibilidad de practicar los métodos de transfusión existentes, el doctor Agote se dedicó a estudiar el tema.
Lo primero era evitar la coagulación de la sangre fuera del organismo y para ello utilizó citrato neutro de sodio, pues se sabía que impedía la coagulación de las proteínas del huevo. El facultativo procedió entonces a guardar exitosamente 100 mililitros de sangre líquida durante 15 días.
Tras esa primera etapa, debía probar que esa sustancia agregada no afectaba al receptor o a las propiedades de la sangre a transfundir y el propio médico se inyectaría dosis crecientes de citrato neutro de sodio, comprobando la inocuidad para el ser humano.
«Descubrimientos como el alcanzado por Agote hablan de la calidad de nuestros científicos, y no por casualidad Argentina cuenta con tres premios Nobel en ciencia, una distinción que ningún otro país de la región pudo alcanzar», celebró el ministro de Salud, Juan Manzur. Para el funcionario, “hoy Argentina se ha convertido en un enorme laboratorio para que se multipliquen desarrollos de esta significación mundial”.
Fuente: msal.gov.ar
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