El Rally no perdona

La etapa de ayer, de Antofagasta a Copiapó, fue mortal, casi como desde que el Dakar llegó a Chile. No por nada se decidió acortar en casi 400 kilómetros el especial del domingo, ante la evidencia de que varios se quedarían en el camino.

Y así fue. Le tocó a Orlando Terranova, el más experimentado de los argentinos que vienen corriendo esta competencia desde 2009, tras agarrar una piedra en terreno llano. Y ayer otros pasaron por lo mismo. Este año se viene para ser el peor de todos los disputados en el país para los criollos. Una muestra de que el Rally era más difícil, sobre todo del otro lado de la cordillera.

El Dakar no perdona a nadie. Por eso valió tanto lo del sanlorencino Federico Gut, que no se pegó nunca y fue un problema mecánico el que lo obligó a abandonar. En cambio, muchos de los conocidos la pasaron mal. Algunos aún siguen, como Alejandro Patronelli, que se pegaron palazos de los lindos, pero otros dijeron basta, como Marcos Patronelli, que se dio varias piñas y abandonó cuando podía seguir.

El primer accidente del Dakar lo sufrió Ademar Heghiabehere, nacido en Chovet y radicado en Venado Tuerto. Apenas hizo 30 kilómetros de recorrido en Córdoba y en una curva voló de su cuatriciclo. Sufrió edemas en la cabeza y los pulmones, y fracturas varias, pero se está recuperando. Lo curioso: iba de mochilero del polaco Rafal Sonik.

Dos etapas y un pucho más duró Norberto Fontana, que se accidentó primero y luego decidió abandonar por varias averías en su buggy. Su compañero, el Pato Silva, tiene golpes por todos lados, se cortó la nariz, pero sigue pese a haber dormido en la duna.

El veterano Francisco Regunaschi duró lo mismo que en los dos Dakar anteriores: tres etapas. Al más longevo del Rally, Jorge Perrone (74 años), el desierto de Atacama le jugó una mala pasada como a varios de los participantes.

Lucas Moreno, el segundo más joven en este 2011, venía bárbaro en su primera experiencia. Pero la carrera no perdona a los osados inexpertos, se cayó y se fracturó, como muchos motociclistas.

El caso más curioso fue el de Rodolfo Bollero. El mejor criollo 2010 se pegó feo, se quebró las muñecas y terminó en el hospital. Al experimentado Eduardo Alan le pasó lo mismo al día siguiente.

La locura de Luis Beláustegui, el maestro de escuela argentino nacionalizado estadounidense, aguantó hasta el descanso en Arica. Pero se enterró en las dunas con una moto de 2 tiempos y 150 cc.

Los cuatri son los que más aguantan entre los argentinos, porque hay más de la mitad de los que partieron. No ocurre lo mismo en motos o en autos.

Un total de 36 abandonaron (31 de ellos en Chile). Siguen 37, por lo que la mitad ya no está al cumplirse el 60% del recorrido. En 2010 terminaron 22 de los 39 que salieron (56,4%). Y en 2009 llegaron 5 y de un total 12 (41%). Unas pocas deserciones más y será el peor año argentino en proporción de participantes. Una muestra que, como decían, era más duro que los anteriores.

Fuente: La Capital