Las elecciones de la Unión de Buenos Aires (URBA), lejos de llevar esperanza para la unidad del rugby argentino, agrietaron más las diferencias.
Si bien los discursos previos fueron conciliadores, tanto desde la UAR como desde la URBA, apenas asumió Carlos Campagnoli al frente de la Unión porteña disparó el primer llamado de atención. «No podemos tolerar que convivan profesionales con amateurs», dijo el flamante presidente, vocero de la «línea dura». Esa posición, precisamente, es la que enfrenta a la dirigencia con el plantel de Los Pumas.
Los rumores indican que la URBA no les permitirá jugar en sus clubes a los jugadores que integren los planes Plar y Pladar (son rentados).
El titular de la UAR, Luis Castillo, no tardó en dar su opinión. En una nota publicada en «La Nación» destacó: «leí algunas declaraciones que hizo Campagnoli. En sus palabras hay mucho para decodificar. No fue una victoria amplia, con respaldo unánime, lo que quiere decir que hay una buena parte de los clubes que no está de acuerdo con su visión. Lo importante es que la UAR está firme y sólida, unida, y no torcerá su rumbo».
La casa no está en orden. Según parece, por los dichos de los conductores de las dos Uniones más fuertes del país. Amateurs/profesionales vuelve a ser la cuestión. La distancia se agranda.
Fuente: La Gaceta