Isidro pesaba más de tres kilos. Sufrió una hipoxia, es decor falta de oxígeno en el cerebro, producto del balazo que recibió Carolina. Descartan otras patologías o infecciones
Siete acusados que bostezan, se echan para atrás, agachan la cabeza. Uno de ellos, Luciano López se duerme dos veces. Miradas perdidas y desinteresadas. Al centro, los médicos que asistieron a Carolina Píparo desde el minuto cero, cuando recibió el impacto de bala, hasta que fue asistida en el hospital. Al otro lado del estrado, el quiebre en llantos desconsolados de ella, cuando los profesionales le hablan de su bebé: cómo nació y cómo luchó esa criatura una semana, hasta que falleció.
La declaración de los médicos fue decisiva. Porque le aseguraron al Tribunal en lo Criminal II que las lesiones que sufrió Carolina al ser baleada durante la salidera bancaria del 29 de julio de 2010 fueron determinantes en la muerte de su bebé Isidro.
Los testimonios pertenecen a la obstetra Adelaida Soria, que atendió a Carolina durante las 38 semanas de gestación y de María Rosa Toncich, jefa de Neonatología del Hospital San Roque de Gonnet donde nació el bebé. También declararon un terapista y un cirujano de ese centro de salud. Y lo hicieron en el mismo sentido.
Soria dijo que Carolina “cumplió con todos los controles prenatales”, precisando que “se trató de un embarazo normal y sin riesgos para ambos”.
La médica aportó documentación en la que detalló que en el último control el bebé “pesaba más de tres kilos” y consideró que su muerte se produjo “por una grave hipoxia” es decir por falta de oxígeno en el cerebro debido a las heridas que recibió su madre.
También sostuvo que ese “es el peor daño que se le puede hacer a un feto” y descartó que hubiera tenido cualquier tipo de patología congénita.
A su turno, Toncich explicó que el bebé “nació sin signos vitales, se lo reanimó y temporalmente se adaptó a la vida intrauterina con asistencia”.
Para la médica “no existen dudas que el daño sufrido por el bebé se debió a las lesiones que le provocó a su madre el disparo de un arma de fuego”.
Los médicos avalaron la hipótesis de los abogados de Carolina y el fiscal de juicio Marcelo Romero quienes entendieron que los 7 acusados en el juicio son autores de los delitos de tentativa de homicidio en perjuicio de Carolina y de homicidio en el caso de su bebé.
Carolina, de entonces 30 años, fue baleada el 29 de julio de 2010 cuando con su madre, María Ema, fue a retirar dinero a la sucursal del Banco Santander Río de 7 y 42.
A cada detalle que brindaban las médicas, Carolina se deshacía en llantos. En varios momentos, debió ser contenida y consolada por su marido, su hermano y su abogado.
Burgos, más complicado
Juan Pablo Arévalo, amigo de la infancia del imputado Carlos Burgos, dijo que el fatídico 29 de julio de 2010 durmió junto a Burgos en la casa de éste. Pero no supo responder qué hizo Burgos al momento del ataque. Y terminó complicando su situación.
Arévalo reconoció que Burgos era amigo de imputado Luciano López y que Burgos tenía un arma en su poder.
Una grabación con los latidos de Carolina
María Rosa Tomsich, jefa de Neonatología del Gonnet, quien dijo que Isidro, nació el mismo día del ataque, el 29 de julio de 2010, sin signos vitales. Antes de ese trauma, «era un bebé sin malformaciones, perfecto, a término, que sufrió un grado extremo de hipoxia severa que descarta cualquier tipo de patología congénita», dijo.
La profesional aclaró que para la medicina “sin signos vitales” no es sinónimo de “sin vida”. Tomsich destacó que un bebé muerto “no responde a la reanimación” como fue el caso de Isidro quien logró tener una semana de sobrevida.
Y explicó que logró obtener vida extrauterina merced a la labor de los médicos, pero no la pudo sostener a causa de esa «injuria hipóxica» que sufrió la madre.
«No hay dudas que el daño del bebe es a causa del disparo que sufrió la mamá», afirmó Tomsich, y agregó drama a la situación con la necesidad de ser más contundente: «El bebe, si la madre no hubiera sufrido el tiro, estaría en la salita rosa del jardín». “Gracias a una técnica que conocí en Italia y al aporte de un periodista que me presentó un grabador, grabé los latidos del corazón de Carolina, esa grabación se la colocamos en los oídos a Isidro y, aunque parezca cuento, el bebé se normalizó”, recordó la profesional.
“Ella entró casi muerta al hospital”
La obstetra Adelaida Soria señaló que Isidro “era un bebé a término, con peso adecuado. Con crecimiento normal que no revelaba problemas gestacionales en el embarazo”.
Soria indicó que Carolina estaba “feliz” con su embarazo, que era “una paciente obediente” que no presentaba problemas de gestación. Era “perfecto el estado de salud materno fetal. Isidro era un bebé a término, con peso adecuado, con un crecimiento normal que no revelaba problemas gestacionales”.
Fue entonces que inmediatamente incursionó en la situación traumática sufrida por el bebé en gestación cuando su madre fue baleada. “Si el feto nace de una situación crítica, hay que vincularlo con el cuadro de hipoxia (falta de oxígeno) que sufrió” Carolina, explicó Soria.
Y remarcó que la hipoxia perinatal es el peor daño que se le puede hacer a un feto. Soria se quebró durante el juicio, al ver el llanto de su paciente, que la escuchaba desde ubicada a un costado. “El estado de ella –dijo- era crítico, entró casi muerta, sobrevivió por el mayor volumen de sangre que tienen las embarazadas”.
Fuente: Diario Hoy