Tres detenidos por el crimen del rugbier: le habrían disparado al confundirse de auto

Son dos hermanos y un amigo. Estaban en su taller de Villa Elisa, cuando habrían visto un Fiat Uno parecido al de unos sujetos que intentaron quemarle el local. Eran Pedro y su acompañante, que frenaron para que el primero tomara el volante

Mientras los familiares y amigos de Juan Pedro Tuculet (19) se preparaban para despedir sus restos (ver página 21), la policía detenía a los tres sujetos acusados de haber participado de la persecución que terminó con el joven rugbier muerto de un tiro en la cara, el sábado pasado, en Villa Elisa.

Se trata de los hermanos Pablo (29) y Matías Arriarán (18), dueños de un taller mecánico, y su amigo Emanuel Alexis «Manu» Laborda (19), a quienes el fiscal Marcelo Martini indagará por «homicidio doblemente agravado por el uso de arma y la alevosía».

Martini explicó que los sospechosos se presentaron «espontáneamente» al verse cercados por la policía, pero otros voceros oficiales dijeron que un familiar se acercó a la DDI a las 5.30 de la mañana para preguntar cómo iba la pesquisa, lo siguieron y así localizaron a los prófugos en la plaza de 19 y 60. Se cree que hasta ese momento se habían mantenido ocultos en una casa cercana a la localidad de Olmos, mientras los efectivos alla-naban 5 domicilios vinculados a ellos, en City Bell y Villa Elisa.

El Fiat Duna bordó que habría sido usado en el hecho fue hallado abandonado frente al Aeroparque Jorge Newbery, en Capital Federal, y ayer a la tarde una grúa lo acarreó hasta la sede de Policía Científica -en el Bosque- para ser sometido a pericias.

Más allá de que se barajaron varias teorías y por ahora ninguna se descartó del todo, la que se afianzó fue la del ataque por error.

Según reconstruyeron los investigadores, en el taller de los hermanos Arriarán -ubicado en Camino General Belgrano y 417- se produjo días atrás un grave incidente. Algunas versiones dan cuenta de que un empleado había agredido a su novia y un familiar de ella -ex policía- lo golpeó, igual que a otros que estaban presentes. Allegados a los acusados dijeron, en cambio, que «el problema vino por un exempleado» y una tercera línea apunta a que el jueves pasado varios sujetos intentaron prender fuego el taller por un tema vinculado a drogas. Estos muchachos se movilizaban en un Fiat Uno blanco.

El viernes a la noche, Tuculet y sus amigos se reunieron en una casa de 416 entre 27 y 28, para jugar a la playstation y hacer la previa antes de ir a una fiesta. Ya en la madrugada del sábado se quedaron sin hielo, ni gaseosas, por lo que Juan Pedro y Santiago, de 17 años, se ofrecieron a ir a la Esso de Belgrano y Arana en el Fiat Uno que les prestó otro chico, Nicolás.

«Manejaba Santiago, pero cuando faltaba poco para llegar a la estación de servicio le dijo a Pedro que no tenía carnet, por lo que decidieron parar para que Tuculet tomara el volante», contó un jefe policial. Siempre de acuerdo a esta hipótesis, la mala fortuna quiso que lo hicieran justo enfrente del taller mecánico de los Arriarán, quienes al ver el coche creyeron que era el de los atacantes del incidente previo y salieron a buscarlos en un Fiat Duna bordó que un cliente había dejado para arreglar los amortiguadores.

Después de cambiar lugares, Pedro y Santiago siguieron hacia la Esso, sin imaginar que eran perseguidos por el Duna. No está claro si Laborda estaba en el taller o lo recogieron en la esquina. Lo concreto es que al llegar a la estación de servicio Matías y Emanuel habrían bajado del coche para encarar y patear al Uno, mientras Pablo seguía al volante. Asustado, Tuculet puso marcha atrás y escapó por el Belgrano, hacia Capital Federal. Allegados a los acusados dicen que Laborda se quedó en la Esso mientras los Arriarán perseguían al Uno. Al llegar a 413 ambos vehículos quedaron a la par y quien viajaba como acompañante en el Duna -presuntamente Matías- le apuntó a Pedro con un arma. Este se agachó. Y tras perforar la puerta delantera izquierda, el proyectil le perforó un ojo.

Los homicidas huyeron y Tuculet fue trasladado, un buen rato después, al hospital San Roque, donde murió el domingo.

«Iba a pasar lo mismo con cualquier Fiat Uno»

En la autopsia practicada al cuerpo de Juan Pedro Tuculet los forenses recuperaron el proyectil, pero estaba demasiado fragmentado como para determinar el calibre. No obstante, suponen que es 32 o 38. En uno de los allanamientos realizados el fin de semana se secuestraron balas y vainas diversas. Con los elementos reunidos hasta ahora, los hermanos Pablo y Matías Arriarán quedaron sindicados como «coautores» del homicidio, ya que uno de ellos disparó mientras el otro conducía el Fiat Duna. A Emanuel Laborda el fiscal lo consi-dera, al menos por ahora, un «partícipe necesario». El Fiat Duna bordó utilizado en el ataque fue sometido a exhaustivos peritajes. Más allá de los detalles, los investigadores se mostraron convencidos de que «los asesinos estaban drogados» y que «lo que le pasó al rugbier le podía haber pasado a cualquiera porque iba a pasar lo mismo con cualquier Fiat Uno que pasara por el lugar».

Los instructores procuran determinar si los imputados tienen antecedentes.
En la foto, el interior del auto en el que mataron a Pedro.

La investigación

Para el esclarecimiento del hecho se instaló una base operativa en la comisaría Duodécima de Villa Elisa, donde trabajaron los hombres de esta seccional junto con los de la DDI -encabezados por su jefe Juan Ibarra y Pedro Beltrame- ; el jefe de Zona Sur, Néstor Larrauri; el de la Dirección de Homicidios, Martín Lopez Hermosi; el de la Planta de Verificación automotriz, Pablo Correa; el de la Departamental y Jefe de la Dirección de Capturas, todos supervisados por el Superintendente de Investigaciones Comisario General Omar Nasrala.

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Fuente: Diario Hoy