El círculo íntimo de la presidente empezaría a sentirse sitiado. Allí sospechan que la monumental torpeza del gobierno en el escándalo de los sobornos en Diputados puede poner al gobierno contra las cuerdas y dañar la imagen presidencial. Desconfían también de los pasos de Hugo Moyano que, golpeado por varias causas judiciales, estaría tratando de dialogar reservadamente con sectores radicales y con peronistas disidentes. No menores son las sospechas sobre Daniel Scioli. Éste anunció que tiene previsto enviar a la Legislatura provincial un proyecto de ley para incluir a 45.000 manzaneras en el régimen del Instituto de Previsión Social bonaerense, en la categoría de “trabajadoras sociales”, con 15 años de antigüedad en esa tarea comunitaria y 60 años de edad. Además, las manzaneras y comadres se convertirán en beneficiarias del Seguro Público de Salud, una cobertura gratuita que incluye la asignación de un médico de cabecera y la realización de prácticas bioquímicas y odontológicas en centros privados. En Olivos hacen una sola lectura política: Scioli está captando de este modo al ejército político formado por Eduardo Duhalde y su esposa. ¿La jubilación de las manzaneras forma parte de un mayor acercamiento entre Duhalde y el gobernador? Carlos Zannini y Rudy Igor Ulloa -entre otros- pensarían lo peor, sin duda influidos por la tendencia a la paranoia que heredaron de Néstor Kirchner. A este cuadro de alarma se le agrega la excelente relación del PRO bonaerense, encabezado por Jorge Macri, con el equipo de Scioli. La explicación formal es que se está negociando la aprobación del presupuesto provincial. La extrema prudencia de Scioli no sólo no disipa la desconfianza sino que la alimenta. No es un secreto que aquél les dice a sus íntimos que espera que, en su momento, la presidente dé un paso al costado y abandone la carrera presidencial.
Peronistas a votar
Con este panorama de acechanzas, el cristinismo estaría elucubrando pasar a la ofensiva, para que la presidente avance en el terreno que le resulta más difícil, la interna peronista. La operación en estudio sería plantear que, ya que falleció el presidente del PJ nacional y sufrió un grave ACV el titular del PJ bonaerense, Alberto Balestrini, sería conveniente entonces convocar a elecciones internas para renovar la conducción partidaria. Tanto a nivel nacional como en Buenos Aires, la cúpula partidaria tiene mandato hasta el 2012. La idea del núcleo duro kirchnerista sería unificar la fecha de la elección de una nueva conducción peronista con las internas abiertas para elegir la fórmula presidencial. De este modo, el gobierno les abriría la puerta a los disidentes para que se presenten a disputar la conducción partidaria, probablemente con la esperanza de superar el 25% de los votos y obtener así la mayoría de los cargos en juego. Esta maniobra le permitiría al gobierno darle fuerza a la idea de reunificar el peronismo, intentando aislar a Duhalde, que insiste en ser candidato. Pero la principal ventaja sería arrebatarle a Scioli la presidencia del PJ nacional y a Moyano la del bonaerense. Obviamente, CFK apuntaría a hacerse cargo de la conducción partidaria. Para que el plan se convierta en realidad, el cristinismo debería convencer a los gobernadores, que son mayoría en el Consejo Nacional partidario y que deberían renunciar para que se convoque a elecciones. Quince días atrás, desde Olivos se lanzó la operación para que CFK se hiciera cargo del partido y todo quedó en la nada ante la gélida reacción de los caudillos provinciales. El nuevo plan sería más sofisticado, porque tiene el atractivo de movilizar al peronismo para una elección por voto directo. Obviamente, ningún plan es perfecto. Abrir la caja de Pandora de la interna por el control del PJ tendría sus riesgos, que no son pocos. Sobre todo, porque todo esto coincidiría con la lucha por el poder.
Por Carlos Tórtora para el Informador Público