La exposición «Caravaggio y sus seguidores» se podrá ver hasta el 15 de diciembre en el Museo de Bellas Artes. Se exhiben siete obras del pintor italiano, referente del barroco de los siglos XVI y XVII, y de los artistas influidos por él.
Los pelos son serpientes y están erizados y la sangre brota del cuello de esta mujer decapitada. La imagen es fuerte, ¿no? «La cabeza de Medusa» es considerada una de las obras más sangrientas del artista italiano Caravaggio (1571-1610), pero no es la única.
Ahora siete de sus obras se pueden ver en la exposición «Caravaggio y sus seguidores» en el Pabellón de Exposiciones Temporarias del Museo Nacional de Bellas Artes, junto a 15 pinturas de otros artistas influidos por él.
La Medusa es de 1597 y está pintada sobre un disco cóncavo de madera, como si fuera un escudo. O sea, la imagen no es plana y representa a la bestia mitológica que convertía en piedra a aquellos que la miraban fijo a los ojos. Medusa fue decapitada y utilizada como arma de defensa para alejar el mal.
No es la única imagen sangrienta o cercana a la muerte. Está «San Genaro decapitado» y hay calaveras en la mayoría de estos cuadros, como en «San Jerónimo escribiendo» (está el de Caravaggio y, muy parecido, el de Hendrick Van Somer) y en «San Francisco meditando» (San Francisco sostiene y contempla la calavera). De este cuadro, también hay dos versiones y miles de análisis como el del «misterio» sobre su capucha. Los temas suelen ser religiosos porque eran una herramienta de comunicación de la Iglesia con sus fieles, en su mayoría analfabetos.
El juego de luces y sombras es característico de las obras del barroco y Caravaggio es uno de los exponentes de este estilo. Los cuadros de esta época se caracterizan por su realismo (parecen fotografías), sus colores intensos y los contrastes, además de referirse a momentos dramáticos, construido justamente a partir de los claroscuros. Caravaggio pintaba figuras humanas con partes oscuras y otras bien iluminadas. Será por eso que en la sala del museo pasa lo mismo.
Parece que falta luz, que la obra no se ve bien. Pero tiene una explicación: se trata de una exacta adecuación del lugar, sin mucho aire acondicionado, sin mucha calefacción y con una luz tenue sobre cada cuadro para no afectar los óleos.
Fuente: LA Razòn