Paco Pérez fogonea el rumbo de su gestión bajo el lema “espíritu grande”. Es lo que pretende para Mendoza.
No se trata de un impulso fundacional sino refundador. Reparador.
El gobernador pretende que la provincia recupere la autoestima y vuelva a sentir en sus entrañas las cosquillas del liderazgo.
Está harto de que le refrieguen en las narices los avances y el entusiasmo de San Juan, esa hermana “menor” de Cuyo.
Está hasta la coronilla de que comparen a los mandatarios locales con el caudillo vecino, José Luis Gioja.
Se trata, pues, de reflotar aquellas ínfulas que, alguna vez, supo insuflarles a los mendocinos José Octavio Bordón, mentado en la geografía nacional como el Cóndor de los Andes.
No está mal que Paco recoja, para su cometa, aquel hilo de oro que supo tensar el Pilo.
El problema es tener con qué.
Pilo y Paco, dos modelos
Muchos dirán que Pérez corre en desventaja, porque 2012 es un año particularmente crítico, recesivo.
Sin embargo, a Bordón tampoco le tocaron tiempos de bonanza. Debió capear, entre otras tormentas, la hiperinflación de Alfonsín.
Hay, no obstante, una diferencia sustancial entre Paco y Pilo, que nunca será salvada. Bordón emergió como una alternativa al poder dominante, en aquella época, de su partido, encarnado por Carlos Menem.
Pérez es todo lo contrario. Representa la fidelidad absoluta al poder dominante del peronismo siglo XXI, o neoperonismo, ejercido por Cristina Fernández de Kirchner.
Será apasionante, al final del camino, saber cuál de las dos variantes, la contestataria de Pilo o la encuadrada de Paco, resultan, en definitiva, mejores para la provincia en términos absolutos.
Flojo balance de “los leales”
Falta mucho para que concluya el gobierno de Pérez. Aun así, pueden sacarse algunas conclusiones preliminares, teniendo en cuenta que Mendoza viene de cumplir dos gobernaciones al servicio de la impronta kirchnerista. Tanto Julio Cobos, pese a su radicalismo, como Celso Jaque, fueron mandatarios obedientes y rendidos a la presidencia.
¿Y con qué nos hallamos hoy? Con una Provincia exangüe en materia presupuestaria, dependiendo de la Nación no ya para crecer sino tan sólo para subsistir. Y eso que Cobos y Jaque administraron ocho años de crecimiento a tasas chinas.
Nos hallamos, también, con otra extrema necesidad: la de recuperar el “espíritu grande”.
Francisco Pérez intenta poner de pie una provincia arrodillada.
Mirando al Sur
Por ahora, la grandeza a la que aspira Pérez ha contado con pocos recursos.
Apenas si alcanzan para pagar los sueldos, pero postergando obra pública y cualquier otra aspiración de dar un salto hacia adelante.
Pareciera una encerrona.
Afortunadamente, en la semana surgieron nuevos aires, provenientes del Sur. De los lejanos lares sureños de Mendoza.
Cuando, aquí, en el oasis norte, dominan la quietud y la falta de iniciativa para romper un molde agotado, surgió Malargüe como una tierra bravía, combativa, donde algunos sueños son posibles.
Es allí, en el corral de piedra, en el Malal-Hué, donde se está desplegando el Proyecto Potasio Río Colorado, de la brasilera Vale, “el emprendimiento minero más grande del mundo”, según las palabras textuales de la Presidenta, el jueves.
Es a Malargüe donde peregrinó la cúpula del radicalismo mendocino, con Julio Cobos y Alfredo Cornejo a la cabeza, buscando impregnarse, ellos también, de un espíritu grandeza bajo la bandera de Portezuelo del Viento, una obra clave prometida y postergada desde hace años.
Es allí, asimismo, en la frontera con Neuquén, donde mora parte del yacimiento Vaca Muerta, que genera las mayores expectativas petrolíferas del país, hasta el punto de que Pérez se entusiasma con erigir una nueva refinería en la zona.
Como complemento, es en Malargüe, observatorio de rayos cósmicos, donde, se ve, anida hoy el favor de los dioses: Las Leñas es el único centro de esquí importante de la provincia con nieve suficiente para aprovechar la temporada.
Espíritu grande… para otros
Malargüe es, por lo tanto, tierra de oportunidades.
Lo cual no implica, necesariamente, que sea un motor para el espíritu de grandeza de nuestra clase dirigente.
Lo de Río Colorado adquiere brillo y propulsión internacional sólo porque lo vende la Presidenta. Francisco Pérez no puede hacerlo, pues su relación con la minería es culposa y, por ende, se le achica el gesto.
Los radicales tampoco pueden agrandarse con Portezuelo del Viento. Fue Cobos el que compró espejitos de colores, cambiando la promesa de esa obra por un reclamo favorable a Mendoza debido a los perjuicios de la promoción industrial.
De todos modos, si se pusiera en marcha el proyecto, ¿quién se llevará todos los aplausos? Respuesta: vean la cadena nacional.
En cuanto a Vaca Muerta, si hay un logro sustantivo, las medallas se las colgará el jefe de YPF, Miguel Galuccio, no los gobernadores.
Buscando un rumbo y un rostro
Como vemos, Malargüe brinda hoy las mismas oportunidades de ensueño que el Lejano Oeste en tiempos de los vaqueros.
A los líderes locales les falta, todavía, para lucir la estampa de John Wayne o de Clint Eastwood, para ser el muchacho de la película.
Por ahora, son como niños jugando a los cowboys. Dependen de la voluntad de sus mayores.
El más urgido, en ese sentido, es Julio Cobos, quien, para volver al ruedo de la política grande en 2013, debe construir un nuevo estilo Cleto capaz de seducir al electorado.
Lo necesita él, pero más aún el agonizante radicalismo nacional.
¿Cuál es el encanto de Cobos?
Probablemente, su conducta republicana, su carácter dialoguista y amplio en el país agresivo, su costumbres sencillas, sus modos buenos. En fin, su aura de probidad en comparación con la imagen de vivillo y aprovechado que entrega el actual vicepresidente Amado Boudou.
Eso sí, debe tener en cuenta, para ser realista, que hoy no cotiza demasiado en ese rubro esencial para su figura.
Giacobbe & Asociados viene de concluir una encuesta donde delinea quiénes son las personas más honestas para los argentinos.
Encabezan la medición Belgrano, la Madre Teresa, Favaloro y San Martín.
Inmediatamente, en el quinto casillero, figura el primer representante del panteón radical, Arturo Illia. Cerca está Raúl Alfonsín, séptimo. Yrigoyen se ubica en el puesto 25 y Balbín, en el 50.
En la lista, de 102 nombres, no aparece el de Cobos.
Si uno es radical y no califica en el cuadro de honor de la decencia, que es su principal capital, no existe como aspirante a cosas importantes.
Las candidaturas, como las represas, se construyen.
http://www.diariouno.com.ar/afondo/El-espiritu-grande-esta-al-sur-20120722-0003.html