Desde la cárcel, el albañil acusado de participar del asesinato de las cuatro mujeres volvió a acusar a Osvaldo «Karateca» Martínez y explicó cómo llegó su perfil genético debajo de las uñas de una de las víctimas
Javier “La Hiena Quiroga”, uno de los implicados en el asesinato de cuatro mujeres, entre ellas una menor, ocurrido en noviembre pasado, habló anoche desde la Alcaidía Roberto Petinatto de Olmos, donde se encuentra alojado desde hace una semana tras ser detenido en un centro de rehabilitación contra las adicciones.
En una entrevista telefónica con C5N, Quiroga destacó que el día de la masacre, por expreso pedido de Osvaldo Martínez, novio de una de las víctimas y principal sospechoso, llegó primero al PH de La Loma. Durante la espera -contó- tomó mate, fumó algunos cigarrillos y tocó varios objetos de la casa.
«Al ratito apareció Martínez. Tocó el timbre y creo que atendió Bárbara (Santos). Entró para donde estoy y no me saludó. Tampoco me extrañó, porque ya nos habíamos visto. ¿Viste lo del trabajo?, me preguntó. Le dije que no y ahí fue que se quedó con la señora (por Susana De Barttole). Yo salgo para el lado del living o del recibidor que ellos tenían ahí», relató.
«Después de eso se escuchó un golpe, un ¡ay!. Era del lado de la cocina, donde estaba la mujer. Y yo estoy ahí arriba. Había corrido una silla del living y se escuchó ese ¡ay!. El sale de ahí, de ese lado como enojado, no sé. Me apuntó con un arma y me dijo quedate quieto hijo de p… Yo me trato de correr al lado de una mesa. Yo ahí no entendía nada. Se fue para el baño, para el lado de las piezas, por donde yo no había ido en ningún momento. Después, en el baño, se escuchó cosas que se rompían, una discusión. Sale esta chica (por Bárbara), se cae. Después sigue ahí un rato (por el karateca). Vuelve a salir, como que da vueltas. Agarra a Bárbara de nuevo. La mira, la amenaza», contó el acusado.
En respuesta a quienes se preguntan cómo llegó su perfil genético a las uñas de la joven, Quiroga aclaró que «cuando Marisol Pereyra llegó a la casa de la calle 28 entre 40 y 41, Martínez se sacó la remera y salió a atender el timbre, pero antes me dijo: `Hijo de p…correla de los pies'». Se refería a Bárbara, a quien, supuestamente, ya había matado a puñaladas, según su relato.
Sin embargo, ayer aclaró que la chica aún estaba con vida y que, apenas la agarró de los pies, para sacarla de la puerta de entrada, porque obstruía el paso, le tiró un «zarpazo».
«Me arañó. Pero justo apareció Martínez con la mujer (por Pereyra), quien dijo `¡ay, qué pasó acá!` o algo así. En ese momento, la empujó hacia la cocina, se siente un ruido, como que algo se rompe, ella grita, cae y no se escucha nada más. Después siguió apuñalando a Bárbara», recordó con la voz entrecortada.
Según Quiroga, la vivienda de Susana De Bárttole, una de las mujeres asesinadas, estaba a media luz, porque no andaba el foco de la cocina y por eso vio parte de lo ocurrido, escondido.
«Estaba atrás de la mesa. Veía parte de la cosa. Solamente lo veía por debajo de la mesa. El iba y volvía, iba y volvía», repitió.
El albañil contó que «no hubo muchos gritos dentro de la casa» y que, cuando Martínez se fue, entró a mirar todo y vio el cuerpo de la nena -Micaela Galle- en una habitación.
Javier Edgardo Quiroga irrumpió en la causa luego de haber sido señalaldo por un testigo encubierto como partícipe de los asesinatos, cuestión que se comprobó al comparar sus datos genéticos con los hallados en la escena del crimen de La Loma, ocurrido entre el 26 y el 27 de noviembre pasado.
Aunque no caben ya dudas de que estuvo en el departamento donde fueron asesinadas a golpes Bárbara Santos, Susana de Bárttole, Micaela Galle y Marisol Pereyra, Quiroga aseguró que su presencia en la vivienda tuvo que ver con un “engaño” por parte de Osvaldo Martínez.
Según relató, el “karateca” lo contrató para realizar arreglos en la casa de Susana de Bárttole, pero una vez allí, el albañil presenció los aberrantes sucesos, e incluso, fue obligado por Martínez a colocar sus huellas en la escena del crimen.
Fuente: Infobae