La nueva YPF y los desafíos del modelo energético de Mendoza

El nuevo manejo estatal de la empresa YPF puede ser tomado como «base cero» para replantear la política energética de Mendoza y el país, que hoy dependen fuertemente de los hidrocarburos. Cuáles son las cuentas pendientes y las deudas cruzadas entre la petrolera y la provincia y las relaciones de poder.

Hay cierta euforia. El Estado recuperó el control de la empresa YPF, primero a través de una intervención y desde dentro de 2 semanas de manera definitiva a través de la expropiación (y posterior pago) de las acciones de Repsol. La euforia mezcla algo de un curioso romanticismo nacional y también de esperanza por la recuperación del manejo de un recurso natural estratégico.

Pero cuando baje la espuma, la crisis energética va a seguir presente. Por eso el contexto puede plantearse como una oportunidad y un desafío: cómo repensar la una nueva estrategia energética para la provincia.

El diagnóstico parece conocido y, de hecho, fue uno de los principales argumentos para avanzar sobre la principal petrolera del país: la producción y las reservas de gas y petróleo están en caída, al mismo ritmo que el aumento de la demanda. Así, buena parte de la base productiva de Mendoza está en potencial riesgo. Es que desde los recursos del Estado (por regalías), el sistema de transporte y la logística (por los combustibles) y hasta la calefacción de los hogares y la generación de energía (por el gas natural) dependen en buena parte de lo que pase con el sector.

Por eso, aseguran, hay urgencia por lanzar campañas de exploración y optimización de los recursos. Si se toma la situación actual como “base cero”, “está todo por hacerse”, dicen. Y hay quienes ahora se esperanzan en un cambio de actitud en el que Mendoza pase de ser una provincia “extractora” de recursos, a una que los administre convenientemente. Es que en las últimas décadas la provincia actuó como un vampiro: hubo extracción voraz, casi nula exploración e inversión nueva y alta dependencia oficial de los recursos petroleros.

Relaciones cruzadas

YPF pasará a ser controlada por el Estado y para Mendoza hay muchas cosas aún por definirse. Es que la empresa tiene una serie de relaciones y compromisos cruzados que ambas partes tienen que cumplir. Así, por ejemplo, este año la empresa tiene que pagar gran parte de los 151 millones de dólares que se comprometió a desembolsar en 18 cuotas por la renegociación de los contratos de concesión por 16 áreas petroleras.

De esa fuente de financiamiento, por ejemplo, dependen más de 400 millones de pesos del plan de obras propuesto por el Gobierno. La misma empresa tiene que responder por un plan de inversiones por esas y otras áreas que le sirvan a la provincia para extender su vida útil energética. En materia ambiental, también hay fuertes retrasos. La Provincia tiene vigente una denuncia penal por los pasivos ambientales de 2 áreas petroleras (en una causa que podría terminar con empresarios imputados).

Pero antes que todo, buscan redefinir los roles y salvar las tensiones de poder que ya aparecieron dentro de las provincias y la Nación. Es probable que Mendoza no tenga una silla en el directorio de YPF por ahora y, admiten, gran parte de las decisiones sobre la empresa correrán, al menos en los primeros momentos, por cuenta de la Nación.

En el nuevo juego de relaciones hay algunas paradojas. Finalmente el Estado terminará siendo socio del grupo Vila Manzano. Las siete áreas petroleras otorgadas a la empresa Ketsal (que en definitiva fue más una inmobiliaria que una petrolera) pasaron de manos al grupo Álvarez y luego a YPF en su versión empresa privada extranjera y formaron una sociedad entre los tres. Ahora la petrolera pasó a ser controlada por el Estado y se cumplió la propuesta que en el 2008 Vila y Manzano le hicieron a Jaque: ser socios.

La esperanza está en la roca y una nueva refinería

La urgencia del Gobierno de Paco es lanzar un plan de exploración y aumento de la producción. No se trata de un anuncio a ciegas, sino con información previa importante: saben que el futuro petrolero de la provincia está en la porción que le toca a Mendoza de la cuenca neuquina. Y que el petróleo no convencional puede ser el nuevo boom petrolero.

Para decirlo en criollo, el petróleo no convencional es “estrujar las piedras” para sacar el crudo. En todas las concesiones otorgadas y en la extensión de antiguos contratos, la provincia pidió que las empresas hagan ensayos sobre el tema y destinen una porción de las inversiones en exploración en la búsqueda de ese “shale oil”.

La zona de la formación Vaca Muerta tiene una extensión de 30.000 Km2 y allí YPF tiene casi la mitad de las concesiones en el lugar. Apuntando a esos recursos, el Gobierno quiso apurar anuncios y Pérez ya prometió una destilería para el Sur. Sería una medida estratégica que abarataría costos y generaría un nuevo polo industrial. Para ello, aseguran, ya tienen una cartera de posibles inversores que podrían llegar incluso de oriente.

Barajar y dar de nuevo

La “base cero” de la que parte Mendoza tiene una alta dependencia del petróleo y su riqueza. La primera reacción que le surge a cualquier dirigente ante la pregunta sobre el petróleo, es hablar de regalías. No es para menos, pues se trata de una fuente de ingreso de dinero rápido, seguro y en efectivo.

Este año van a entrar más de 1000 millones de pesos por esa vía. Casi la totalidad de esos recursos son usados en gastos corrientes, sin que se cumpla la ley en la que se había comprometido revertir el destino para hacer obras. Usarlo en gastos corrientes no es necesariamente malo, pues en esa bolsa están los sueldos de maestros, policías, y los gastos de funcionamiento de muchos servicios.

Pero lo que sí genera es una dependencia sin rueda de auxilio: las regalías provienen de un recurso no renovable. Por eso, explican quienes conocen, hay que volver a la ley del uno a uno. No se refieren a la convertibilidad, sino a la idea de que por cada barril de petróleo extraído, haya que aportar uno o dos barriles de reserva como producto de la exploración.

La discusión de fondo que se viene (o debería venir) es cómo definir una nueva matriz energética, que depende fuertemente de los hidrocarburos. Allí habrá que ampliar la mirada: sistemas de transporte de carga alternativos (¿se acuerdan del tren?) y fuentes de energía renovables que podrían dejar de ser «alternativas» para ser prioritarias. Ahí Mendoza tiene una situación ambigua: hay una impresionante fuente de desarrollo de esas tecnologías en las universidades y en la industria. Pero son recursos de exportación y no de consumo propio

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