El único tanto lo marcó el eterno Bichi, que había entrado en lugar del lesionado Chevantón. Si bien no estaban allí, ni la recordada actriz Janet Leigh en su ducha ni la sombra amenazante de un cuchillo con música inolvidable, la escena se repitió en tres diferentes episodios de lo que ya era una Psicosis sabalera. Aquí, los actores, sin armas blancas, habían sido, primero el brasileño Roverbal en San Juan empatándole el partido a Colón sobre el final, y luego, también, Mauro Boselli que clavó el puñal en La Plata empardando el partido cuando era triunfo sabalero.
Ayer la película tenía todo para repetirse. Pero el azar o quizá el fantasma innovador de Alfred Hitchcock le cambió el efecto a la pelota que salió del pie de Lucas Cano, de Argentinos Juniors, quien mano a mano con Marcos Díaz cambió el destino trágico y el desenlace (sobre el final mismo del partido) terminó siendo feliz para Colón.
Fue el mismo Iván Moreno y Fabianesi, figura del partido, el que confesó: “Si nos empataban sobre el final esto ya iba a ser una psicosis”. Es que el equipo de Sensini parece prolongar el suspenso de la definición hasta el final. Lo destacado es que es el propio Colón el director de sus películas: cuando quiere se lleva puesto al rival y cuando no lo cierra lo padece hasta la igualdad. Ayer no fue empate porque este deporte tiene una alta cuota de azar. Hubiese sido injusto porque en el primer tiempo Colón llegó cinco veces claras al arco de un inspirado Luis Ojeda. Pero en el fútbol, ¿qué es la justicia sino un adjetivo inconsistente, estéril? A los 12 minutos de esa primera etapa dejó de participar Javier Chevantón (ver ¡Qué lesión! ). El reemplazante fue Esteban Fuertes. Y este jugador de 39 años parece tener un sino de gloria sobre su espalda, que lleva el número 20 como un emblema tatuado. Fue el Bichi el que definió una bonita jugada entre Mugni e Higuaín, cuando se habían desperdiciado cuatro claras.
Y ahí mismo la psicosis rojinegra comenzó a hacer efecto. Colón le empezó a dar suspenso a su propia película cuando tenía todo para que sea armoniosa, constante y de final anunciado.
Pero en el segundo tiempo defendió muy atrás el conjunto santafesino, cedió terreno que aprovechó a medias el equipo de La Paternal y casi le cambian el final: Marcos Díaz sacó mal, como casi toda la tarde, y quedó un contraataque a piacere de Argentinos Juniors y de Lucas Cano: el delantero llegó con pelota dominada para ejecutar y la tiró a cerca del palo. Se le cayó el cuchillo a punto de lograr su cometido, para así cambiar la escena y que suene otra música más armoniosa y menos amenazante para Colón.
Fuente: Clarín