El padre Ignacio podría convocar a más de 350 mil fieles en el Vía Crucis

Como ocurre desde hace varios años en la ciudad de Rosario, el sacerdote sanador encabezará el ritual católico del Viernes Santo que recuerda la pasión y muerte de Jesús. Miles de personas llegaron en las últimas horas a la ciudad para participar de la procesión

Hay gran expectativa en la ciudad de Rosario por la procesión que encabezará esta noche el sacerdote “sanador” Ignacio Peries, de la parroquia Natividad de barrio Rucci, ya que se calcula que llegarán cerca de 350 mil peregrinos desde todo el país.

Los peregrinos llegaron en las últimas horas a la ciudad para participar del tradicional Vía Crucis.

«Muchos piden por trabajo, muchos por salud, muchos agradecen», explicó el cura, que nació en Sri Lanka, en el sureste de la India, y hace 33 años que está al frente de la parroquia rosarina.

«Cada día más gente, cada día más responsabilidad y más exigencia pero no como una carga», comentó el sacerdote y agregó que «la fuerza para seguir con su misión se la debe a la gente que puede ayudar».

«Siempre alguien me dice algo bueno, que fui útil en su vida. Dios me dio la gracia, sobre todo para ser útil para alguno que necesita aunque sea dos minutos de mi vida», señaló Peries.

En una entrevista que concedió al diario La Capital de Rosario, Peries afirmó: «Sé que Dios me dio una gracia, pero no puedo explicar en qué consiste. Va más allá de mis conocimientos. Soy un instrumento, yo nunca sané a nadie. El que cura es Dios. Yo invoco la gracia y luego la fe de la persona interviene. Es como dijo Jesús: tu fe te salva. Yo nunca dije que soy sanador, nunca. Sé que digo cosas a la gente o que toco el lugar donde hay un problema, y hay muchos testimonios de sanación y de gente que viene a agradecer, pero la sanación la hace Dios y depende en gran medida de la fe de esa persona».

Además, reveló como fueron sus inicios en la sanación de enfermos, al decir: «Me pasaron varias cosas con los enfermos de mi pueblo. Cuando tenía 12 el párroco me invitó a visitar a los enfermos y cuando yo los tocaba me decían `padre, padre´. La primera vez fue con una viejita ciega que nos conocía de toda la vida, pero cuando yo la toqué me dijo `padre´. Le respondí: `No, no soy el padre´, pero ella me contestó: `Tu mano tiene calor sacerdotal´. Yo me asusté y no quise volver».

Luego agregó: «Un año más tarde me pasó lo mismo con otro señor que estaba medio ciego. Otra vez, lo toqué y dijo `padre´. Esta vez el párroco estaba conmigo y le dije que el padre estaba allí, que yo sólo era un amigo. El viejito me dijo: `Tu mano tiene calor sacerdotal. Entonces el cura fue muy bueno y me explicó que tal vez Dios tenía una vocación para mí y que podría ser el sacerdocio».

Fuente: InfoBAE.com