Racing-Talleres: El que ríe último…

Duelo de hinchadas. El pueblo albiazul fue amplia mayoría y preparó su fiesta, pero en el final la Academia se la amargó. El egreso fue muy lento.

La hinchada de Talleres fue una clara mayoría en el Estadio Kempes. El pueblo albiazul copó la cabecera Daniel Willington y ocupó en un 80 por ciento la platea Roberto Gasparini, en claro contraste con la de Racing.

El público académico no alcanzó a llenar la otra cabecera, la Luis Fabián Artime, y dejó semivacía la platea Osvaldo Ardiles, que estaba destinada exclusivamente a hinchas albicelestes que debieron pagar un excesivo precio por la comodidad: 100 pesos.

En el estadio hubo unas 30 mil personas, pero el predominio albiazul en las gradas se plasmó en el duelo de hinchadas y en un sinfín de bastones azules y blancos, que generaron un ruido expansivo similar al de un río crecido.

Además, hubo un marcado empeño de la Liga Cordobesa para que nada se desmadre. Los controles en los accesos fueron celosos y la Policía se ubicó en lugares estratégicos. De todos modos, el egreso del público volvió a ser dificultoso, con un gran congestionamiento.

El clima en las tribunas fue de la mano de lo que sucedía en la cancha, como cuando Gabriel Carabajal marcó el primer gol y la mitad del estadio explotó. Inclusive, algunos forcejeos entre policías e hinchas albiazules que quisieron ingresar una vez cerrados los portones del estadio, no empañaron el juego.

Fue lo mejor que pudo pasar: que un partido considerado de riesgo se definiera en la cancha, al ritmo de la dinámica del fútbol y de nada que lo excediera.

Hubo una segunda gran explosión, en el gol de Racing, cuyo público revivió con la conquista de Pablo Vilchez. A partir de ahí el duelo de hinchadas se hizo más marcado. A partir de ahí la hinchada de Racing tomó mayor protagonismo en la pulseada de cánticos, con cargadas hacia los albiazules. Pero cometió la imprudencia de lanzar tres bombas de estruendo que hizo interrumpir el juego.

El final encontró a los académicos con ánimo victorioso: se mofaron de la “T” y, con ánimo revanchista, insultaron a periodistas.

Fuente: La Voz