Macri sale de la pelea diaria, preocupado por las encuestas

Las encuestas dieron su inapelable veredicto. Y forzaron el inicio de una operación delicada llamada «protejan a Mauricio Macri».

Los números que el líder de Pro y sus dirigentes cercanos conocieron de primera mano en las últimas horas hablan de una ostensible baja en la imagen y la intención de voto del jefe de gobierno porteño después del sonoro conflicto con la Casa Rosada por el traspaso de los subterráneos a la órbita porteña.

La baja fue, según comentaron tres fuentes macristas a LA NACION, tan ostensible como la del gobierno nacional, pero encendió alarmas en la mesa chica del macrismo. «Esta vez perdimos todos», dijo por lo bajo un ministro de la Ciudad.

Ante esta situación, la decisión fue proteger a Mauricio Macri y despegarlo del conflicto diario, con la intención de preservar su imagen en un nivel que permita sostener sus aspiraciones presidenciales.

«Es así, el que da la batalla y enfrenta no termina siendo candidato; hay muchos ejemplos de esto. Y a Mauricio, está claro, le interesa llegar a 2015», reflexionó otro ministro con llegada al jefe de gobierno. «Faltan tres años y medio para terminar la gestión. Es mucho tiempo para vivir peleándonos, eso te desgasta», coincidió un hombre de la mesa chica del gobierno de Pro.

La tarea de pelear día tras día en los medios y contra el kirchnerismo ya tiene sus lugares y representantes designados. La diputada Gabriela Michetti, con perfil bajo antes y después de las citas electorales del año pasado, estará en la primera línea. Es lo que en Pro denominaron «la vocera número 1», un sitio definido luego de chequear las repercusiones de las encendidas defensas de su jefe que Michetti ensayó dentro y fuera del Congreso en las últimas semanas.

Después de Michetti estarán, en ese orden, la actual compañera de fórmula de Macri, María Eugenia Vidal, y voceros habituales de los avances y avatares de gestión como el jefe de Gabinete, Horacio Rodríguez Larreta, y el ministro de Ambiente, Diego Santilli, entre otros.

¿Hay ola de celos hacia Michetti? «Tal vez, pero no es tiempo de internas, sino de defender al jefe», afirmó otro macrista con intenciones de frenar las internas, siempre a flor de piel en el partido.

En la sede gubernamental reconocen que la pelea con el Gobierno por los subtes dejó y deja huellas. Pero no terminan de entender por qué la gente y los medios pusieron en pie de igualdad las responsabilidades de Macri y el gobierno de Cristina Kirchner. «La locomotora no la manejamos nosotros. No hay partes iguales», se defienden en el gobierno porteño, y aducen que el traspaso de los subtes, el premetro y 33 líneas de colectivos sin los recursos correspondientes es «inaceptable».

La Legislatura

La preocupación más evidente se relaciona con una fecha clave: el 1° de abril termina el plazo impuesto por el Gobierno para mantener la presencia policial en los subterráneos, y la ministra de Seguridad nacional, Nilda Garré, no confirmó ni desmintió una prórroga en ese plazo. «No tenemos los hombres para hacernos cargo ni tampoco los fondos», afirmaron en Pro.

Por las dudas, en el macrismo ya pusieron fecha a una sesión especial de la Legislatura porteña para rechazar el proyecto de traspaso motorizado por el Gobierno en el Congreso. Resta ver si la oposición a la ley que seguramente obtendrá el kirchnerismo toma la forma de un proyecto de resolución o de mera declaración de rechazo. «Dependerá de los votos que consigamos en estos días», afirmaron desde el bloque Pro de la Legislatura.

«Tenemos que volver a poner el foco en la gestión», repiten como un mantra cerca de Macri. El mismo líder de Pro dio un ejemplo concreto el jueves, al inaugurar un sistema de Gobierno Abierto que permitirá conocer de primera mano datos sobre la mayoría de los ámbitos de la gestión. «Mientras el Gobierno se cierra, nosotros abrimos», afirmaron cerca de Macri, como para dejar claro que las intenciones de ser el polo opositor al kirchnerismo están intactas. Aunque Macri, por un tiempo, evitará recibir de frente los golpes que le envíe el kirchnerismo.

Fuente: La Nación