El ministro de Planificación, Julio De Vido, anunció que recién en mayo se avanzará con los recortes segmentados de los subsidios del transporte y su consecuente aumento en la tarifa. Una importante fuente del sector reveló a LPO que el Gobierno registra un profundo malhumor en los usuarios tras la tragedia de Once, y teme que una suba en el boleto genere un estallido social.
Tras las asunción de Alejandro Ramos al frente de la Secretaría de Transporte, el ministro de Planificación Federal Julio De Vido anunció que tardarán algunos meses más en implementar la quita segmentada de subsidios para el transporte público. La medida, en un principio, comenzaría a implementarse en estos días, e incluso se realizaron varias acciones publicitarias solicitando a los usuarios que obtengan su tarjeta SUBE para no perder ese beneficio.
Pero ahora De Vido pospuso la implementación para mayo, y afirmó que «va a llevar su tiempo, porque es complejo», aunque no «significa que se bajará la política de subsidios, sino que se va a transparentar todo lo que sea posible, en función de los medios técnicos que hoy se cuentan y no se contaban en 2003».
Y culminó: «Esta tarjeta va a permitir, a partir de mayo aproximadamente, lograr una segmentación y ver quién realmente está en condiciones de ser beneficiario del subsidio».
Un importante funcionario del sector reveló a LPO que no hubo ningún problema técnico ni de gestión que justifique este retraso: se trata de una decisión netamente política. Es que, según explicó esta fuente, la Casa Rosada percibe una sensibilidad especial en los ciudadanos tras la tragedia de Once, un profundo malhumor en los trabajadores que utilizan el servicio de transporte interurbano.
El enojo, además, se agravó con la intervención de TBA. Porque desde que el Gobierno se hizo cargo de las líneas Sarmiento y Mitre, el servicio no mejoró. Todo lo contrario: para garantizar la seguridad, se decidió quitar de las vías a todas las formaciones que no estuviesen en condiciones de operar -algo que, en rigor, se debía haber controlado desde siempre-, y de los 20 trenes que circulaban, se quitaron siete.
Esta decisión generó que la frecuencia del servicio disminuyera sensiblemente y ahora los pasajeros viajan mucho más apretados en los vagones. La estrategia de incorporar colectivos que realicen recorridos similares al del tren, para descomprimir un poco los andenes, también falló: los viajes se hacen más largos producto del tránsito.
Por eso, en medio de este malhumor, temen que cualquier medida antipática que se tome, como quitar subsidios a determinados segmentos y aumentar en consecuencia el boleto de colectivos o trenes, podría generar un estallido social de magnitud. «Si ahora avanzamos con esta medidas, ya sea aumentar el boleto diez centavos o un peso, nos rompen los molitenes, nos prenden fuego los vagones», afirmó el funcionario.
Según los estudios del sector, sin ningún tipo de subsidio estatal, la tarifa tendría que escalar a $4,38. El plan inicial consistía en quitar los subsidios a los pasajeros sin la tarjeta SUBE, y llevar los boletos para esos usuarios a $2,50, tal como había anticipado La Política Online. Pero la Casa Rosada considera que no tiene capital político, luego del accidente de Once para gastar en semejante ajuste.
«De Vido habló de mayo -aunque dijo ‘aproximadamente’- no como una fecha exacta, como una estimación para solucionar algún problema. Tiró la pelota para adelante, y en mayo verán si las condiciones sociales cambiaron», aseguró la misma fuente.
El laberinto del gasto
Pero existe otra preocupación en la Casa Rosada: la situación fiscal. Todos los economistas saben que no será un año en el que al Gobierno le sobre dinero, más bien todo lo contrario. El resultado de las cuenta públicas de enero lo demostraron: un aumento mayor en el gasto que en los ingresos arrojó un resultado primaria de apenas $622 millones pero con un resultado financiera deficitario en $2.815 millones.
Economistas como Jorge Todesca, Eduardo Curia y Ricardo Delgado coincidieron en diálogo con LPO que la situación aún no es grave porque todavía quedan otros once meses para revertir las cuentas, y señalaron que una de las causas del déficit es que aún no se avanzó con el recorte en los subsidios, acaso el ítem clave para equilibrar las cuentas.
Esta es la verdadera razón de la reforma de la carta orgánica del Banco Central. El gobierno necesita avanzar sobre las reservas porque no tiene margen para justar y se le acaban los fondos. «Era esto o un ajuste salvaje» se sinceró la presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, días antrás ante los legisladores al defender la reforma de la carta orgánica de la entidad.
En el peronismo ven un callejón sin salida: el temor a un estallido social paralizar el ajuste y los aumentos tarifarios, pero los rojos en las cuentas no permiten sostener por mucho tiempo estos niveles de subsidios, que además sino se trasladan a tarifas deberían aumentarsed e manera considerable para cubrir los mayores costos por inflación y aumentos salariales.
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