Por cuarto día consecutivo, miles de afganos salieron ayer a las calles para protestar contra Estados Unidos por la quema de varios ejemplares del Corán en la base norteamericana de Bagram, al norte de Kabul. La jornada de ayer se esperaba caliente después de terminar el rezo del mediodía, cuando cientos de musulmanes se congregan a la salida en las mezquitas. Las manifestaciones más violentas se registraron en la provincia de Herat, al norte de Afganistán, donde al menos cuatro personas murieron en enfrentamientos cuando intentaban atacar un consulado estadounidense en esa, donde España tiene parte de su contingente militar. El contingente español, como han hecho otros, han elevado la alerta de seguridad para todos sus efectivos, especialmente en la base de Qala-i-Now, donde está el grueso del despliegue. Según fuentes militares, lo habitual es que se reduzcan las actividades a las imprescindibles (sobre todo aquellas que se realizan junto a las Fuerzas de Seguridad afganas) y se incrementan todas las medidas de autodefensa.
Asimismo, las protestas obligaron al Ejército alemán a cerrar ayer una pequeña base en Talokan, después de que una turba de 300 afganos enfurecidos atacara con piedras la base alemana.
La vigilancia se había redoblado en Kabul para impedir más enfrentamientos violentos, que se han cobrado desde el martes 24 muertos, entre ellos dos marines. En la mezquita Azul de la capital, en el centro de la ciudad, la Policía tuvo que intervenir lanzando disparos al aire para disipar una multitud congregada en los alrededores del templo que lanzaba piedras y gritaba «muerte a EE UU» y «larga vida al islam». Las protestas, que se extendieron por todo Kabul, llegaron hasta el palacio presidencial, fuertemente custodiado por las fuerzas de seguridad. El personal extranjero de todas las legaciones diplomáticas y expatriados de organizaciones humanitarias se confinó en las embajadas o complejos altamente protegidos ante el temor a una escalada de la violencia. Para calmar los ánimos irritados de los afganos, la misión de la OTAN y el Gobierno de Kabul han constituido una investigación para determinar las causas del suceso, que requerirá «paciencia y moderación» mientras se recaban los hechos, declaró ayer el jefe de la OTAN, el general estadounidense Jonh Allen.
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