Un camión cargado de donaciones, unas cuarenta personas de la ONG más grande del mundo (El Arte de Vivir) y una historia que conmueve en la ciudad que fue atacada por las cenizas.
¿Cómo sería el mundo si le dedicáramos un poco de atención a nuestras conciencias? Qué distinto sería si cada ser humano recapacitara sobre sus actos, sabiendo que de ellos depende su propio futuro.
El Arte de Vivir es esa “marca” que sin tanto aviso publicitario se empezó a conocer en nuestra ciudad y en todo el país, desde que expandió -gracias a los voluntarios- los cursos de técnica respiratoria, a pura agua, a base de inhalaciones y exhalaciones que se llevan las emociones negativas, que nos ponen en tiempo presente y golean a esos rivales que son el pasado y el futuro que tanto estragos hicieron con las vidas.
La siguiente historia está sucediendo en estos días en la localidad de Villa La Angostura, en Neuquén. Allí partieron por tercera vez un grupo de cuarenta personas, dispuestas a dar su tiempo, a enseñar “la técnica”, jugar con niños y adultos, porque hoy La Angostura necesita no sólo trabajo, sino reconstruir sus corazones hospitalarios.
Luis Ronchetti y Gabriel “Pajarito” López son dos platenses que están en la aventura. Llegaron el martes 14 de febrero y volverán mañana. Ambos se conocieron a comienzos de 2011 en el Círculo Trevisano, donde la fundación de origen hindú desarrolla sus actividades. El resultado de aquel encuentro fue la amistad, además de volver a sentir la paz tan anhelada en estos tiempos. “Por eso ahora queremos ser instructores. Acá en el sur estoy debutando como responsable del curso RAS (Respiración, Aire y Sonido)” contó telefónicamente, luego de una jornada donde necesitó usar barbijo y antiparras por el viento que aún arrastra cenizas de la montaña.
“Es como un talco. Ya había venido a colaborar en septiembre, y en aquel entonces la ceniza era más espesa, más pesada. Y había más cantidad. Ahora, por suerte, el paisaje cambió bastante”, expresó Gabriel, que viajó con su camioneta particular donde se gana la vida realizando mudanzas.
Superar el trance
Esta localidad sureña vivió en junio de 2011 un drama con la erupción volcánica, por la cual fue declarada “zona de desastre”, llegando a estar sin electricidad y sin agua en un ochenta por ciento de su población.
Pero el fantasma no se fue. Se enquistó con sus inconvenientes sociales, esos que están más allá del paisaje grisáseo, irrespirable. “La gente está empezando a salir de este trauma. Nosotros trajimos nuestra herramienta para compartir y que lo difícil empiece a ser fácil”, dice el voluntario de 44 años, nacido en Berisso. Tanto en su barrio (es de la popular Nueva York) como en Villa La Angostura, el carisma de López lo lleva a captar la atención de los chicos. “Me pasa que en la calle los pibes te reconocen, uno se emociona. Acá me dicen profe, y yo sólo me pongo al frente de un curso donde jugamos y le enseñamos respiración”, agrega.
El miércoles hubo una meditación en las calles céntricas, aprovechando que está viviéndose la Fiesta de Los Jardines. Unas 400 personas se volcaron a esa suerte de vida paralela, donde la gente busca calma y encontrarse con almas vibratoriamente afines. Don López, un hincha fanático de Estrella de Berisso, esta vez no hablaba de fútbol ni posaba con la camiseta albinegra. En un stand se encargó de dar su palabra amiga, mostrar videos, folletería y tratar de explicar de qué se trata El Arte de Vivir. La nueva camiseta que empilcha con ganas lleva el dibujo de una carita sonriente, la misma cara que pretende para sus hermanos neuquinos.
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