Instituto, a media rueda de la gloria

Primer objetivo cumplido. Cuando la temporada de la Primera B Nacional ya desarrolló la mitad del camino, el equipo de Franco es puntero, con dos puntos de ventaja sobre River. Las individualidades y lo colectivo hicieron fuerte al albirrojo.
Las vueltas del calendario hicieron que el primer partido de 2012 también coincidiera con el último de la primera rueda y el 0-0 que la Gloria obtuvo en Caballito frente al duro Ferro sirvió para ratificar la buena campaña del equipo de Alta Córdoba.

Sí, el mismo equipo por el que antes de que comenzara el campeonato, muy pocos, o nadie, imaginaban que podía estar arriba. Es que la renovación del plantel incluyó las salidas de referentes como Jorge Carranza, Iván Furios y el alejamiento de Martín Zapata, tres referentes.

Hoy, el encargado de ponerle un candado al arco albirrojo es Julio Chiarini, un arquero del que se conocían sus virtudes, pero que era una incógnita saber cómo respondería ante la continuidad. La defensa se caracteriza por moverse como un solo cuerpo con tres cabezas: las de Damiani, Barsottini y Rébola. Sino, que lo diga “el Pupi” Salmerón, un animal de área que sufrió a la mejor defensa del campeonato.

“Fue duro. Barsottini es un jugador muy fuerte y fue un lindo duelo. Antes nos peleábamos, pero ahora estamos más grandes y hubo buena onda”, dijo “el Pupi”, que metió un cabezazo en el travesaño. Y en el medio, el traje del despliegue y el equilibrio le calza justo a Ezequiel Videla.

¿Y arriba? El gran karma de la Gloria en los años anteriores, que desde la partida de Silvio Romero (presente ayer en Caballito, haciendo fuerza por el Albirrojo) se quedó sin una garantía de gol, fue resuelta por Paulo Dybala. Es que más allá del talento que el juvenil demostró con el tiempo, la presencia de aquel tridente debutante en la fecha inicial (López Macri-Dybala-Burzio) gozaba del respaldo popular, pero también era una incógnita.

Y además hubo otros actores: el crecimiento de “Tato” Canever, cada vez más jugador, y que ayer fue clave para bloquear a Julio Buffarini en el segundo tiempo; el buen juego –ayer carente– de Claudio Fileppi, los aportes de calidad del “Sapo” Encina y el desequilibrio de Diego Lagos. Y el resto, que siempre suma.

Para colmo, en la mitad de torneo, se quedó sin Facundo Erpen, una de las figuras. Y la verdad, la defensa ayer volvió a estar sólida y el equipo cerró su 11º encuentro con el arco en cero, con un total de 10 goles recibidos en 19 fechas.

Más allá de las virtudes individuales mencionadas, el rasgo distintivo de Instituto es su juego colectivo, que lleva el sello de Darío Franco. Le puede salir o no, pero la Gloria sale a todas las canchas a jugar de la misma manera y con la intención de tratar bien la pelota. Ayer lo logró por momentos y en otros cayó en la telaraña que proponía Ferro con su doble línea de cuatro.

Aunque claro está que más allá de los buenos resultados (nueve ganados, nueve empatados y sólo una derrota), Instituto se ganó el respeto del país futbolero por el buen juego que supo conseguir. Por eso son atinadas las palabras del entrenador, que no se sube al carro del éxito, y en vez de mirar la tabla prefiere ver el juego.

“No hago una evaluación por la posición que ocupamos. Es bueno seguir sumando, hacerlo ante un rival muy duro, y nada más”, dijo y reconoció falencias. “Es justo el empate. Tuvimos poco juego en el primer tiempo. Mejoramos en el segundo en cuanto a la tenencia, pero hicimos muchas faltas cerca de nuestra área, lo que generó complicaciones”.

Ahí abajo están River, Boca Unidos (otro equipo sorpresa y al que da gusto ver jugar), Central, Quilmes, Gimnasia La Plata o Huracán. Todos rivales que por allá, por julio, la gran mayoría imaginaba donde hoy está el Albirrojo. Pero hoy, el que manda es Instituto y se lo tiene merecido. Falta la mitad del camino, o lo que es lo mismo decir, está a media rueda de la Gloria.
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