EL PÍCARO FERNÁNDEZ

Respuesta política de La Solano Lima al senador oficialista que una vez más difamó a Mauricio Macri :
Una vez más desde el kirchnerismo salieron a difamar a Mauricio Macri. Y otra vez un clásico en estas lides, Aníbal Domingo Fernández. El actual senador nacional oficialista por la Provincia de Buenos Aires insultó:

«No comprenden (los porteños) qué tipo de personaje es. Que no labura, que no conoce lo que está sucediendo en la ciudad, que le llueve lo que está pasando en la ciudad. Que se dedicó a espiar a Dios y María santísima por dinero y que tiene causas por el tema de los carteles».

Difamación por partida doble. Derramó veneno sobre el 65% de los votantes que reeligieron a Mauricio y volvió a infamar al Jefe de Gobierno porteño con las gastadas muletillas kirchneristas, denotando un temor reverencial hacia quien se perfila como el más serio candidato a liderar el poskirchnerismo en 2015. Por eso tantas operaciones en su contra. Un día aparece Sergio Burstein (escuchas truchas) y otro día Lorena Martins (aportes truchos). Siempre estos personajes apadrinados por el Gobierno encuentran un motivo para pegarle a Mauricio. Sólo consiguen engrosar la lista de mentiras del relato oficial.

Pero la estrella del senador Fernández refulge en el firmamento de los lenguaraces profesionales. Lo conocemos bien. Mejor dicho, la sociedad lo conoce muy bien. Mucho más los vecinos de Quilmes. Sólo nos limitaremos –por ahora- a poner dos o tres puntos en claro.

Le hicieron fama de ser un buen orador y se la creyó.

Le dijeron sos un jauretcheano espléndido y se la creyó.

Le dijeron polemista de fuste y también se la creyó.

Lamentamos disentir con quienes echaron mano de calificativos incorrectos para endosárselos a Aníbal Domingo Fernández, un agraciado de la política de los últimos veinte años, que ha tenido la picardía de enredar a cuanto jefe tuvo y de servirlos con particular fortuna. Así fue menemista, duhaldista, ruckaufista, kirchnerista y quiso ser cristinista y no lo dejaron, porque la Presidenta no come vidrio ni tampoco le interesan demasiado sus andanzas “federales”, como así tampoco sus bravuconadas disfrazadas de intelectualismo tilingo. Por eso lo mandó al Senado a cacarear bajito y a sobreactuar, que es lo que mejor sabe hacer.

En el mundillo kirchnerista dicen que Aníbal Domingo Fernández es un pícaro con todo lo que esto significa. El pícaro Fernández. Pero, ¿qué significa ser pícaro? Nos remitimos al Diccionario de la Real Academia Española y encontramos cinco acepciones.

1. adj. Bajo, ruin, doloso, falto de honra y vergüenza.
2. adj. Astuto, taimado.
3. adj. Que implica cierta intención impúdica. Una mirada pícara.
4. adj. Dañoso y malicioso en su línea.
5. m. y f. Persona de baja condición, astuta, ingeniosa y de mal vivir, protagonista de un género literario surgido en España.

Cada uno elija la acepción que considere más apropiada para describir las actitudes y andanzas de este político kirchnerista que suele citar a Martín Fierro y que no llega siquiera a Viejo Vizcacha. Asimismo, el pícaro Fernández al argumentar sobre cualquier tema y justificar lo injustificable repite sofisma tras sofisma, aunque los incautos crean que es inteligente e imbatible en el debate. ¿Qué es un sofisma? Nuevamente la RAE nos esclarece: “Razón o argumento aparente con que se quiere defender o persuadir lo que es falso”. Cortito y al pie.

Cultor del perfil alto, el recurrente recitador de “verdades relativas”, sólo clausura elegantemente la comunicación con el otro, al que desprecia y discrimina. Basta escucharlo. El pícaro Fernández apela a la muletilla “verdades relativas” para imponer mentiras absolutas, una maniobra retórica propia del autoritarismo populista K. Empecemos a poner las cosas en su lugar y a llamar a cada uno con su nombre. LA ÚNICA VERDAD ES LA REALIDAD. Y la misma realidad se encarga de desenmascarar a los pícaros, se llamen Pérez o Fernández, dejándolos a la intemperie, aunque se escondan en un baúl.

LA SOLANO LIMA