Una aplanadora

Intratable estuvo Juan Martín del Potro con el taiwanés Yen Hsun Lu, al que superó por 6-2, 6-3 y 6-0 para llegar a los 8vos de final; fue la victoria por mayor margen del tandilense en su historia en los Grand Slams

MELBOURNE.- Si hace frío, no se nota. Si el otoño amenaza con abrazar las noches, el calor hierve la pista. De un solo lado. De un solo hombre. De un protagonista que desafía la ley del deporte: juega solo. Si hay un oponente, que aparezca. Si estuvo en algún suspiro, que recupere el aire. Juan Martín del Potro hace el milagro: su rival, desahuciado, debe estar pensando por qué no se dedicó a otra cosa. Al tenis de mesa, tal vez. Del Potro es un gigante cuando debe serlo: cuando empieza el verdadero torneo. Pasa a los octavos de final con una actuación mayúscula, supera a Yen Hsun Lu, de Taipei, por 6-2, 6-3 y 6-0. Es el triunfo más sencillo de su carrera en Grand Slam. Y ya debe estar pensando en el desafío de un alemán que se entromete en el sendero argentino: Philipp Kohlschreiber. Aunque, en realidad, debe estar pensando en el Gran Roger. Es que no transpiró la camiseta: no hizo falta.

«Jugué mi mejor partido en el torneo, sin dudas. No cometí errores con la derecha y tuve una buena efectividad con el servicio. Siento que estoy mejor cada día», dice Delpo al finalizar el encuentro.

El rival, creador de una pieza de ajedrez cada vez que salta a la cancha, no va a poder ni siquiera jugar a las damas por un buen tiempo. Delpo lo dejó en ridículo. Casi, casi, que el grupo de hinchas argentinos no precisa alentarlo: gana hasta cuando pide tres ojos de halcón en el primer parcial. Tres pelotas malas le avisan. Juan Martín desafía? y las gana. Una tras otra. Hasta la tecnología está de su lado. Es una noche australiana de vino y rosas. Vuelan pájaros en el cielo del Hisense Arena: es una manada entrometida que quiere ver espectáculo. Dura poco, lamentablemente: 1hora, 52 minutos. Tanto, que la gente apoya al asiático. Quieren que Del Potro deje de jugar al solitario. «Siempre me preguntan si estoy igual a lo que fui en 2009 y no es fácil la comparación. En realidad, estoy haciendo cosas mejores. Por ejemplo, ahora saco un poco mejor», sostiene.

El frío de afuera se transforma en calefacción de un solo lado de la red. Aplasta lo que encuentra, con pelotazos de todos los colores. Un pincel que traza contra piernas, drives paralelos, servicios potentes y hasta algún que otro envío con slice. Nada lo detiene. No es malo Lu, para nada. Pero cuando empieza a deslizar su primer peón, su primer alfil, ya sufre el primer jaque. Y desde allí, hasta el jaque mate final. Son 40 errores no forzados y ni una opción de quiebre. Delpo lo hizo.

«Al alemán lo conozco muy bien. Siempre los partidos fueron durísimos y se definieron por mínimos detalles. Me acuerdo de un 7-6 y 7-6 (Indian Wells 2011)», anticipa el Gigante sobre lo que vendrá. Hoy se conocerá el programa. El duelo en octavos podría ser esta noche o en la mañana del domingo en nuestro país.

Es un abuso. Tanto, que durante el primer juego, para entretener al ambiente, el tandilense le pide a un pequeño asistente que seque el piso resbaladizo. Con el trapo en la mano, el chico no lo convence a Juan Martín, que agarra el tejido y hace él mismo el trabajo. Después, se lo lanza a la cara, con una sonrisa, en una actitud simpática, para algunos. Es el único que trabaja. El que saca, el que devuelve, el que lanza y el que vuelve a empezar. Debe ser un caso único en el mundo: todo lo que pasa, entra, como si no tuviese oposición.

«No miro si Roger [Federer] está en mi cuadro, voy paso a paso. Lo vi cuando jugó y como siempre, lo hizo muy bien. El hace su camino y yo hago el mío. Tranquilidad», pide Del Potro.

Lu ya debe haber tirado al demonio su tablero. Debe tener las piezas desparramadas por todo el escenario. No sabe cómo atacar, cómo defenderse. Tan aturdido está, que ni siquiera debe saber por dónde están los vestuarios. Porque esto está por acabar. Falta un parcial, pero todos saben que es un asunto de bancario. Hay que pasar por el cajero y retirar el dinero. Juan Martín tiene la clave desde el comienzo. El 6-0 final es un postre que se devora antes de cenar. Juan Martín del Potro le da calor a la fría noche. Su mano derecha escribe con letras de molde.

CHELA BUSCABA DAR EL SALTO
Anoche, Juan Ignacio Chela jugaba contra el español David Ferrer, el número cinco del mundo. El veterano de Ciudad Evita estaba preparado para dar el gran salto. «Todo lo que llegue, de aquí en más, será más de lo imaginado. En una de esas?», había señalado.
día negativo

Lo fue para los doblistas argentinos

MELBOURNE (De un enviado especial).- Resultó un pésimo día para jugar en la competencia de dobles, si uno es argentino. Primero, cayeron Carlos Berlocq y Leonardo Mayer frente al mexicano Santiago González y el alemán Christopher Kas por 4-6, 7-6 (7-5) y 6-1. Más tarde, perdieron Juan Ignacio Chela y Eduardo Schwank frente al austríaco Jurgen Melzer y el alemán Philipp Petzschner por 6-2 y 6-4. Un doble golpe de efecto, si se espía la próxima serie de Copa Davis. Durante la madrugada, la dosis de esperanza: Gisela Dulko y Flavia Pennetta contra las españolas Silvia Soler Espinosa y Carla Suárez Navarro.

1)
EL DUEÑO DEL COURT
Tuvo el control total del partido, de principio a fin. Expuso toda la gama de sus recursos y dejó sin aire a su oponente, aprisionado hasta la mínima expresión.

2)
PRIMER SAQUE LETAL
Sus golpes fueron determinantes. El servicio (ocho aces y un 85% de efectividad en su primer saque), las derechas paralelas y los envíos a contrapierna.

3)
PEGÓ DESDE LA PRIMERA PELOTA
Empezó el juego con un quiebre. En el segundo comenzó y terminó con esa misma tendencia. Y el último parcial (6-0), fue sellado en 30 minutos..

Fuente: La Nación