Ven a mi playa suburbana

A pesar de ser bastante inaccesible, Buenos Aires Playa ofrece un espacio de relax y diversión gratuito para los porteños. Sombrillas, reposeras y hasta libros en un ambiente de arena y sol.

Una Ciudad con playa siempre fue el deseo de los porteños, hartos de tener que trasladarse a Mar del Plata en época veraniega. Y si bien tal cosa es imposible, dado que no hay salida al mar y el río es intransitable, el simulacro llamado «Buenos Aires Playa» es una experiencia bastante cercana a la real.

Comencemos por los puntos negativos: si no se va en auto, la Playa, emplazada en el Parque de los Niños, es prácticamente inalcanzable. Desde la web oficial se indica que el colectivo 28 lo deja a uno allí, pero da la casualidad que el recorrido de dicha línea bordea la Ciudad, evitando cualquier parada céntrica.

Lo cierto es que, dado que los taxis tampoco son muy afectos a adentrarse en ese lugar, la única forma de llegar es con una pesada combinación de lo que sea que a uno lo deje en Ciudad Universitaria y desde allí esperar (poco menos que eternamente) a que pase el 28. Una travesía que pocos están dispuestos a realizar, en especial si se viaja con niños.

Una vez en el lugar las cosas cambian. El espacio es amplio, hay seguridad y las instalaciones son cómodas. Hay sombrillas, amplias reposeras para echarse a siestear un rato y una variedad de libros y juegos de mesa para pasar el tiempo, todos ellos gratuitos. Lo único que hace falta es dejar el DNI mientras se utilice alguno de los productos.

Para los viciosos de la tecnología, también hay WiFi gratuito. Sólo es necesario pedir el código a alguno de los empleados del lugar.

Cualquier experimentado en playas reales notará que la arena del Buenos Aires Playa es mucho más gruesa, semejante a la de una obra en construcción que a la de las costas marinas. Sin embargo, esto evita que el viento la vuele con facilidad, por lo que no hay que estar limpiándose los ojos y la boca a cada rato.

Uno de los servicios más populares son las duchas al aire libre, donde uno puede refrescarse de cuerpo entero antes o después de tirarse a tomar sol o jugar un picadito en las canchas de fútbol o vóley (las pelotas pueden llevarse o alquilarse gratuitamente con el DNI, como los libros o juegos de mesa).

Las instalaciones se completan con baños químicos y una barra para comprar bebidas no alcohólicas. Cabe mencionar que tampoco se puede ingresar con alcohol comprado afuera de la playa, así que habrá que reemplazar la cervecita veraniega por gaseosas, jugos o agua. En cuanto a la comida, puede llevarse desde casa o comprarse allí.

En conclusión, Buenos Aires Playa es una buena idea, bastante bien desarrollada, pero a la que le juega muy en contra su ubicación. Su ambiente tranquilo y cómodo con vista al río sirve para relajarse mirando al horizonte mientras los chicos se divierten en los juegos inflables y el espacio abierto, pero dado lo inaccesible de su emplazamiento, lejos está de ser un lugar de visita frecuente o de paso, como muestran sus carteles publicitarios, de gente que aprovecha la hora del almuerzo para descansar en una reposera con sombrilla.

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